Cultura

José Alfonso Quiñones: "La Marcha" de un sonido sin pausa pero sin prisa

De sus primeras aproximaciones a la música recuerda a artistas como Janis Joplin y Los Beatles, de la salsa se enamoró en Ocumare de la Costa cuando desde algún rincón le llegaron los trombones de Willie Colón y Héctor Lavoe con el coro de "pronto llegará el día de mi suerte". Rara vez se enfrenta en primera persona al escenario, lo suyo es componer y entregar un guaguancó asegurado a aquellos que manejan el micrófono. Y aunque es mejor conocido por coser los hilos musicales tras las cortinas,en el presente ha decidido salir de su zona de confort con un proyecto personal en donde la dirección de la orquesta es toda suya. 

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FOTOS: DAGNE COBO BUSHBECK

José Alfonso Quiñones le apuesta a la crisis y a la música que no entiende de pausas. El pasado junio presentó La Marcha, una producción en donde el talento se deja ver sin mucho esfuerzo, y en donde tres cantantes interpretan doce temas promocionales compuestos exclusivamente por Quiñones.

La Marcha está conformada por Andrea Obadía, Ilan Guirados y Javier Rodríguez (Cantantes), Rubén Márquez (Guitarras), Jesús Sánchez (Trompeta), Martín Rodríguez (Saxo Tenor), Joel Martínez (Trombón), Manuel Barreto (Batería) y Jose Alfonso Quiñones (Composición, Producción, Arreglos, Programación, Coros y Percusión). El primer promocional fue la canción «Bájale 2» y en cuyo video aparecen como «pasajeros invitados» Guaco, Kiara, Rafael»El Pollo» Brito, Victor Drija y Luis Gerónimo Abreu.

Este es un proyecto con un espectro mucho más amplio al acostumbrado, que no se identifica por géneros sino por un ritmo y un juego de escena que apuestan por lo integral y lo sonoro.

La Marcha es una idea que siempre había estado latente en la mente del compositor, el formato de una banda en donde Quiñones es «el viejo de la partida»; tres voces individuales a través de las cuales este se expresa y que se fusionaron perfectamente en química y sonido. Javier Rodríguez, uno de los solistas, ya cantaba con el músico en la banda Los Patas Blancas, Andrea Obadía e Ilan Guirados se presentaban juntos en Tártara, y así surgió esta apuesta en donde la energía de sus protagonistas se acompasa con la de su conductor.

Quiñones tiene el ritmo de la armonía en las venas, camina con swing, y no puede evitar mover los pies cuando trompetas y percusiones suenan al compás de una salsa. Con un talle que acentúa su altura, una voz gruesa que está en constante búsqueda de nuevos ritmos, y un humor que recuerda el lado afable de los venezolanos, Quiñones es de los que sienten la música sin esfuerzo pero con compromiso.

Su formación profesional la adquirió con algunas clases de piano, guitarra y trombones que luego puso en práctica con la facilidad de quienes tienen el sentido del oído consolidado. En su juventud dejó a medias una carrera de odontología que no le pesa, toca «todos los corotos» y además de componer para un sinfín de artistas, ha escrito cuñas para marcas como Pepsi, Ferka y Procter, aunque estas se han hecho cada vez más esporádicas.

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Quiñones y la Super Banda de Venezuela»

Su relación con Guaco comienza con los artistas Daniel Somaroo y Carlos Puchi, con quienes integraba un grupo llamado Jarana. Años después saca un disco como solista,  «algo que me debía aunque no pasó gran cosa», recuerda. Con Gustavo Aguado se la pasaba para arriba y para abajo. «Teníamos un grupo de salsa vieja con la gente de Guaco y poquito a poco les fui dando canciones».

Primero vino Suena, siguió La Turbulencia, Si Mis Paredes Hablaran– dedicada a su esposa- Dulce y Bonito, Me Muero de Ganas, A Plena Vista, y una seguidilla más de éxitos que todo venezolano ha bailado por lo menos una vez en su vida.

Pero sus proyectos como solista quedaron atrás, el gusto por la composición, el ensayo y error y “ese parto de miles de pedacitos de cosas que no sabes cómo van a terminar», es lo que más disfruta hoy en día. Entre composiciones de cuñas, canciones para Guaco, Vivo el Musical -de cuyos arreglos musicales fue responsable– ,  la promoción de La Marcha y presentaciones con su banda Los Patas Blancas -conjunto que interpreta covers en eventos corporativos y bodas, con quienes arma «un bochinche chévere»- se mantiene ocupado y en el punto álgido de la industria.

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Aunque el ritmo que ejecuta normalmente tiene ese sabor caribeño que no espera por los minutos para mover las caderas, señala que un músico tiene que oír de todo; para Quiñones «no hay genero malo sino música mal hecha».

«Lo que pasa es que aquí el que canta balada es baladista, el que canta merengue es merenguero, si haces algo que no puedes encasillar ni como rock ni como balada te dicen: ‘es una fusión ahí medio guacosa'», apunta.

«Hay un camino»

Y como el ser humano es un animal político por naturaleza, Quiñones también tiene un historial de composiciones destinadas a una escena un poco más idealista. Uno de sus grandes hits fue «Hay un camino» para la campaña presidencial del 2012 de Henrique Capriles Radonski.

«Cuando a mí me encargaron esta canción yo hice una maqueta con «Hay un camino», ese era el eslogan que quería el equipo de Capriles , hice la campaña y le metí el «Algo bueno está pasando» que también tuvo bastante gancho. Con la Mesa Democrática y la Mesa de la Unidad (MUD) también hice muchas cosas, entre ellos a Richard Blanco, Miguel Pizarro. Yo no soy militante, hago cosas por mi país y ayudo, pero si me lanzan una cuña de algo con lo que no estoy de acuerdo, ni que me paguen lo que me paguen. Tampoco le haría la cuña a un club de asesinos o a cuestiones religiosas», apunta bromeando.

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Si le preguntan por un músico con el cual sueña con trabajar, ese es Juan Luis Guerra y su banda. Pero en cuestiones de futuro admite que con La Marcha no piensa mucho en eso de visiones máximas, prefiere enfocarse en el camino y esperar paciente por los resultados.

«A muchos de los chamos hoy en día hay que tirarles el cablecito a tierra, porque en vez de desarrollarse como personas o cantantes hay artistas que prefieren buscarse un financista para ser un cantante famoso. Para mí la fama es una cuestión que si te llega te llega, pero lo interesante de toda esta carrera es el camino para lograr lo que vayas a lograr, ese trecho de cómo creciste tú como persona y lo que aprendiste como cantante. La gente crece con la música y no hay que brincarse ese paso», sostiene.

Quiñones admite que en Venezuela se siente «cabeza de ratón», de emigrar a otras carreteras, aunque nació en Estados Unidos y tiene pasaporte americano, elige mantenerse en el país a pesar de los obstáculos.

«Nací allá pero soy venezolano, esta es mi tierra y yo sé que en algún momento algo tiene que cambiar, porque así suene a cliché no hay mal que dure mil años. Es muy duro estar en un país que no es tuyo,  yo me mantengo aquí y apuesto por un país en crisis».

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