Salud

José Esparza: "Es trágico el panorama del coronavirus en Venezuela"

El virólogo venezolano, investigador de la Universidad de Maryland, considera probable que el Sars-CoV-2 circule durante muchos años y se convierta, incluso, en una enfermedad viral de la infancia. Considera que no se puede saber cuándo Venezuela volverá a relativa normalidad porque no hay plan de vacunación

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José Esparza

José Esparza es venezolano, experto en Virología, con una amplia carrera científica en el exterior. Actualmente forma parte del equipo académico de la Universidad de Maryland, en Estados Unidos. En esta entrevista expone sus puntos de vista sobre la vacunación contra el coronavirus, hace recomendaciones y aclara dudas iniciales sobre la base de recientes estudios e investigaciones.

– Desde que inició la pandemia, la carrera para encontrar vacunas para hacer frente a la covid-19 se desarrolló en un tiempo veloz. Actualmente existen diferentes vacunas disponibles. Algunas han sido cuestionadas por sus efectos secundarios adversos. ¿Esto podría entenderse como un fracaso en la búsqueda de soluciones?

– No. Por el contrario, es una victoria dentro del proceso. Uno nunca sabe de la seguridad de una vacuna hasta que se inmunizan millones de personas. Es allí cuando se pueden medir los verdaderos efectos secundarios relativamente raros.

En esta carrera de búsqueda de una vacuna para hacer frente a la covid-19 se han cumplido todos los pasos necesarios, aunque en menor tiempo. Por ejemplo, la fase 3 de experimentación se hace con 30 o 40 mil voluntarios humanos para determinar la seguridad de una vacuna y, sobre todo, su eficacia protectora. Ahora bien, los únicos efectos secundarios detectados hasta ahora han sido dolor muscular leve donde colocó la inyección, síntoma febril, entre otros.

Otro ejemplo: en Estados Unidos se detectaron algunos efectos graves de alergias, conocidas como anafilaxia, ocurridas luego de unos 30 minutos de la administración de la vacuna. Todas se pudieron tratar médicamente de forma inmediata. Por esa razón, en la mayoría de centros de vacunación, se les pide a las personas que se queden por un periodo corto de observación.

Otro efecto registrado es el de las tromboembolias, detectadas principalmente en Europa y atribuidas a las vacunas de Oxford-AstraZeneca. Es un fenómeno bastante raro, con una ocurrencia de una por un millón de personas vacunadas. Ahora no es fácil saber todavía cuál es el denominador porque depende del país.

– Sabemos que se han desarrollado vacunas con distintas tecnologías como las de ARNm (Pfizer o Moderna) y las basadas en adenovirus (AstraZeneca o Janssen). ¿Qué significa eso? ¿Alguna es mejor que otra?

– Cuando comenzó el proceso de desarrollo de vacunas no se sabía cuál era la mejor manera de tener una efectiva, con mayor rapidez. Por ello se comenzaron a ensayar distintas plataformas. Por ejemplo, las basadas en Ácido Ribonucleico mensajero (ARNm), las basadas en adenovirus, pero también las de virus inactivado y las de proteínas recombinantes. La sorpresa fue que todas resultaron exitosas, con un porcentaje de eficacia entre 75 y 90 %.

Ahora bien, desde mi punto de vista, el porcentaje de efectividad no es tan importante como se ha querido resaltar. Ese número depende de muchísimos factores asociados a las formas como se logró obtener el resultado de eficacia. Y no necesariamente expresa que una sea mejor que otra. La mejor vacuna es a la que cada uno tiene acceso.

En Venezuela han entrado dos vacunas, la de Sinovac (China) y la Sputnik V (Rusia). Ambas son efectivas. Ambas son muy buenas. Todavía se siguen desarrollando nuevas vacunas así que, en un futuro, cuando tengamos más información sobre el tiempo de inmunidad de cada una, su valor, sus posibles efectos secundarios y la capacidad de conservación en refrigeradores convencionales, se podrá determinar cuál es la mejor.

Que existan variedad de vacunas es conveniente, pues ninguna compañía puede suplir la necesidad de vacunas que demanda el mundo.

José Esparza
José Esparza. Cortesía

La inmunidad es limitada

– A lo largo de este año se ha conocido la existencia de nuevas variantes que se comportan diferente a la cepa original. ¿Las vacunas que hasta el momento están disponibles pueden inmunizar contra estas variantes? ¿O cree que deberemos vacunarnos anualmente contra nuevas cepas?

– En principio debo decir que, a lo largo de este año, hemos aprendido de forma rápida sobre el comportamiento de este virus y sus efectos en la salud. Las respuestas a estas preguntas deben esperar que la comunidad científica acumule más experiencia. Sin embargo, hasta el momento podemos decir que la inmunidad protectora que se puede obtener con estas vacunas disponibles no va a ser de larga duración. Probablemente estemos hablando de menos de 12 meses y, en el mejor de los casos, de poco más de un año.

Digo esto por varias razones. Primero, porque ya hemos visto como en los vacunados o en quienes se han recuperado de la infección, el nivel de los anticuerpos neutralizantes, que son los que nos defienden de cualquier partícula infecciosa, va cayendo poco a poco. Se estima que ese descenso ocurre, generalmente, en el periodo de un año o más.

La segunda razón es porque sabemos que existen otros coronavirus del grupo del Sars-CoV 2 que producen infecciones banales en niños. Son virus comunes y la inmunidad en contra de estos virus, no altamente patógenos, es de uno o dos años.

Tercero, está el problema de las variantes que escapan a la capacidad protectora de las vacunas actuales. Hasta el momento, los artículos científicos publicados manifiestan controversia. Algunos sugieren que si los niveles de anticuerpos son bastante altos van a poder proteger contra las variantes. Otros se inclinan a que las variantes son refractarias a la capacidad de estos anticuerpos. Claro que todas estas consideraciones se han realizado in vitro.

Considero que en el futuro vamos a necesitar refuerzos, tanto para las variantes nuevas, como para aumentar el nivel de anticuerpos para las que tenemos identificadas.

Las vacunas protegen a más de uno

– En cuanto a la inmunidad de rebaño de la que tanto se ha hablado, y que en opinión de muchos expertos sería la forma más efectiva de salir de esta situación de emergencia, ¿de qué manera las vacunas ayudan a lograr esta inmunidad? Y ¿en cuánto tiempo estima usted que podemos lograrla?

– Las vacunas tienen dos usos importantes. Primero, la protección individual. Es decir, yo me vacuno porque me quiero proteger contra la enfermedad. Segundo, protegen a la sociedad en su conjunto. Los virus, para mantenerse en una población, se transmiten de una persona enferma a una sana, si es susceptible.

Este virus del Sars-CoV 2 es bastante eficiente en transmitirse de persona a persona rápidamente. Pero si las personas que rodean a un individuo infectado están vacunadas o tienen anticuerpos producidos mediante una infección previa, entonces el virus no tiene posibilidades de continuar y se corta la cadena de transmisión del virus.

Eso es importante porque se estima que para lograr una inmunidad de rebaño se debe considerar que, al menos, 75% de la población esté inmune, ya sea por estar vacunados o por ser convalecientes de la infección. De manera que con un plan de vacunación masivo se puede lograr una inmunidad suficiente para cortar la cadena de transmisión del virus y poder retomar las actividades más o menos normales.

Yo considero que este virus no se va a ir. El Sars-CoV 2 va a circular en la población humana por muchos años o quizás para siempre. No con la gravedad que ha tenido hasta ahora pero sí como un virus endémico en poblaciones aisladas.

Se podría convertir en el futuro en una nueva enfermedad viral de la infancia. Por eso podríamos imaginar que, en el futuro, tendremos que vacunar a los niños de manera similar a la que hoy se vacunan contra el sarampión, por ejemplo.

La tragedia de Venezuela

– ¿Cómo valora usted la actual cobertura de inmunización, a través de las vacunas, a nivel mundial y, particularmente, como lo ve en Venezuela?

– En el mundo ha sido un esfuerzo increíble. Primero obtener una vacuna en tiempo relativamente corto, y luego vacunar a tanta gente, aproximadamente 1500 millones de personas en tan poco tiempo es un gran logro. Nunca antes se había hecho algo similar en el pasado. Sin embargo, el problema es que no tenemos suficientes vacunas para cubrir toda la demanda mundial.

También hay que decir que existe una gran diferencia entre las vacunación de los países industrializados, como EE.UU. y Europa, mientras que en África y parte de Asia la vacunación deja mucho que desear.

Es lamentable lo que ocurre en Latinoamérica. Por ejemplo, en Venezuela. Es cierto que han ingresado algunos lotes de vacunas, desde el 18 de febrero de este año, aunque las cifras no son muy claras porque el Ministerio de Salud no ofrece información. En Venezuela se necesitaría vacunar a 15 millones de personas para lograr un proceso de inmunización efectivo. Realmente, es dramático lo que ocurre en el país porque esta crisis sanitaria se suma a la ya existente crisis humanitaria, que estamos enfrentando sin capacidad hospitalaria.

Estos cálculos se hacen en función de la vacunación masiva de adultos. No se ha considerado que si no vacunamos a los niños, el virus estará circulando en este segmento de la población, por lo cual no podemos hablar de una inmunidad colectiva o de rebaño. De modo que, en el futuro, debemos considerar la vacunación infantil para cortar la cadena de transmisión del virus. Considero que el panorama en Venezuela es trágico. No hay un plan nacional de vacunación y, por ende, no sabemos hasta cuándo podrá volverse a cierta normalidad.

Las patentes protegen la innovación

– Recientemente la administración de Biden manifestó estar a favor de una posible liberación de patentes relacionadas con las vacunas de la covid-19. ¿Considera usted que esta postura ayudaría a que el proceso de producción de vacunas y, por ende, de inmunización, se amplíe a nivel mundial?

– El asunto es complejo. Las patentes protegen la innovación. Si desaparecen por completo, como algunos señalan, nadie va a invertir en el descubrimiento de nuevas patentes para vacunas porque su innovación no estará protegida. De manera que estar en contra de esto es una actitud que demuestra que no se entiende cómo funciona el proceso de producción de un producto farmacéutico.

Lea también, del mismo autor: Vacunas sin patentes: ¿qué implicaciones trae para la población y el comercio?

Ahora bien, a lo que la administración Biden se refiere es a poner limitaciones al uso de patentes para que, en el caso de emergencias como la actual, se pueda negociar en términos favorables la licencia de patentes, para minimizar el costo de producción de vacunas que beneficien a los países en vías de desarrollo.

Es una experiencia que ya se tiene con el caso del VIH-SIDA y la producción de medicamentos antirretrovirales. Por tanto, no se trata de dejar de lado el sistema de patentes, sino de generar flexibilización para producir mayor cantidad en el menor tiempo posible.

Cuando se habla de que en Brasil, México o Venezuela van a producir vacunas, en realidad se refieren a envasar vacunas. Es decir, estas son producidas en lugares que cuentan con una capacidad tecnológica para hacerlas. Se envían a granel a los países y estos envasan en la cantidad de dosis necesarias para su posterior distribución. Es una parte importante en la producción de vacunas y abarata los costos de las mismas.
En principio es una buena idea, pero se debe dejar bien claro cuáles son los términos y condiciones para que suceda.

Proteger a las embarazadas

– En el caso de las mujeres embarazadas, ¿cómo afectan las vacunas a su proceso de gestación?

– Al principio de la pandemia hubo mucha incertidumbre. Sin embargo, al día de hoy, muchas se han despejado y desde la Academia Nacional de Medicina de Venezuela nuestra posición ha sido clara. Se debe permitir la vacunación a mujeres embarazadas.

Es cierto que cuando se llevaron a cabo las pruebas de fase 3 de esta vacuna, se excluyó a la población de gestantes. Sin embargo, en el proceso, muchas mujeres se embarazaron y esto permitió obtener información al respecto.

La experiencia que tenemos luego de seis meses de haber iniciado la administración de vacunas a la población es que solamente están contraindicadas para las embarazadas las vacunas con virus vivos atenuados. En algunos países ya se ha comenzado a vacunar a mujeres luego de las 9 semanas de gestación. Esperamos que muchos países adopten medidas para esa población. Esto es importante, porque la covid-19 afecta de manera mucho más agresiva a mujeres embarazadas.

Vacunar evitaría una reinfección

– ¿Cuánto tiempo debe esperar una persona que se ha infectado con el virus del Sars-CoV 2 y recuperado de la enfermedad o aquellas que, luego de una prueba positiva, han permanecido asintomáticos para ser vacunados? ¿O no les hace falta vacunarse?

– En muchas de las enfermedades virales, por ejemplo el sarampión, sabemos que las personas que se recuperan no se reinfectan: la inmunidad es sólida. No es así en el caso de la covid-19. Se han registrado reinfecciones, que primero fueron una curiosidad, pero ya sabemos que las personas pueden volver a reinfectarse, tanto con el virus original como con las variantes.

Ahora bien, lo que hemos observado, en la mayoría de los casos reportados, es que la reinfección no ocurre en menos de tres meses después de recuperarse. Lo que se recomienda es que una persona que ha sido infectada reciba, al menos, una dosis de la vacuna disponible. Eso aumentaría el nivel de anticuerpos y evitaría una reinfección en el futuro próximo.

José Esparza es venezolano, médico, especialista en Virología y miembro Correspondiente Extranjero de la Academia Nacional de Medicina de Venezuela. Es asesor principal de salud pública y del programa conjunto de la OMS y la ONU sobre el VIH/SIDA. Actualmente es profesor asociado del Instituto de Virología Humana de la Escuela de Medicina de la Universidad de Maryland, Baltimore, EE.UU.

Enrique Cubero-Castillo es investigador del Instituto Venezolano de Investigaciones Científicas y colaborador de El Estímulo.

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