De Interés

Juego de engaños y sociedad de cómplices

Que nadie se llame a engaño. Cuando la Sala Constitucional del TSJ en ponencia conjunta aprobó el presupuesto nacional sin consultar a la Asamblea Nacional, o si, como se rumorea, el magistrado exprés Luis Damiani Bustillos en los próximos días dicta sentencia para prohibir el referendo revocatorio alegando que hubo fraude en la recolección del 1% de las firmas que activaron el mecanismo constitucional, no habrá ocurrido más nada que el resultado anunciado de un juego de farsas que el país casi entero ha aceptado jugar.

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¿Por qué la Asamblea Nacional dejó correr la arruga y evitó la confrontación de poderes permitiendo la permanencia de un Tribunal Supremo de Justicia ilegítimo y falaz que ha emitido ya 30 sentencias en su contra? ¿Por qué el bravo pueblo se ha mantenido tranquilo, hundido en la marginalidad, la ignominia y el oprobio?

Hoy se acusa a los políticos populistas de falta de respeto a la realidad, de utilizar el engaño, la falacia y la mentira como instrumentos para alcanzar o mantenerse en el poder. La falsedad como mecanismo sistemático para confundir y timar a la población. Pero no hay nada peor que asumir el papel pasivo de mártires. Somos víctimas de nuestra propia inconsciencia.

Creemos lo que en el fondo queremos escuchar. Cuando Hugo Chávez comenzó el proceso de expropiaciones que culminó en el estado de escasez y hambre que hoy padecemos, el método Chaz que aplicó a los Azpúrua con el Hato La Marqueseña sirvió para radiografiar el grado de complicidad y complacencia de la sociedad venezolana. El país entero y hasta los mismos propietarios del hato prefirieron negociar para evitar la confrontación y para no perder todo. Militares, empresarios, políticos, han buscado durante años preservar sus pequeñas cuotas de participación y beneficio a cambio de sus principios, millones de personas han pretendido hasta hoy jugar a un juego inexistente: la política normada bajo el método democrático.

Vivimos en un teatro de esperpentos legales en el que se representa una pantomima de justicia que respalda la arbitrariedad y el abuso. Ante cada atropello del poder, se extiende la cuerda y se amenaza con la desobediencia civil y la reacción popular. Siempre para la próxima vez. ¿Hasta cuándo?

@axelcapriles

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