Opinión

La Bailey-Ball en Los Chaguaramos

Es la peor época para que el beisbol venezolano salga por la televisión, porque probablemente la transmisión coincidirá con la postemporada de Grandes Ligas, y empiezan las comparaciones. El domingo por la noche, Meridiano TV pasaba el segundo juego entre San Francisco y San Luis, y Directv Sports, un Bravos vs Tiburones, que de todas las combinaciones posibles en Caracas, es probablemente la que menos público atrae.

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Desde el Busch Stadium, la señal te indica que el lanzamiento de Hunter Strickland fue a 97 millas por hora pero que Matt Adams le respondió con una velocidad de bate de 110 mph para sacársela de jonrón.

Haces zapping y tienes al Matatán con una Virgencita del Valle en el uniforme turquesa, al Conejo, a la Balita y a Alex Cabrera, nuestro cuarentón y sospechoso macho cabrío a lo Javier Bardem en Jamón, jamón. Vuelves a Meridiano y ves al público dándole vuelticas a pañuelitos y ese humor gringo un tanto gafo en pancartas que supuestamente ofenden al jardinero derecho de los Gigantes: “Hunter Pence se mete los pantalones en las dos piernas a la vez”. “A Hunter Pence no le gusta la Navidad”. “A Hunter Pence no le gusta el ravioli”.

Cambias de canal y, mientras Alberto González toma su primer turno ante el pitcher de La Guaira que hace una apertura de calidad de cuatro innings, casi puedes seguir perfectamente, sin necesidad de escuchar nada, la conversación de tres “amiguis” que se encuentran en el desoladopalco VIP detrás del home, con besito en cachete y todo, ajenas a que se ha dado la voz de playball: “¡Marica, estábamos en el Tolón!”.

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Más allá de presenciar cómo nuestro Mike Matheny de Margarita, Henry Blanco, le entrega el testigo a un Matatán que a los 35 años sufre para sobrellevar los rigores físicos de la posición agachada, el juego del domingo por TV me sirvió para disfrutar por primera vez de la “Bailey-Ball” versión samba. En el mismísimo sexto inning, el nuevo manager guaireño Buddy Bailey le sacó hasta tres emergentes derechos seguidos a un relevo de Bravos que se derritió como los casquetes árticos, y el tercero de ellos, Alex Castellanos, le terminó sacando a Matt Nevarez el grand slam que volteó el juego.

El pitcheo será otra cosa: quiero ver cómo le responderá a Bailey, célebre por su manejo agresivo de los lanzadores, un bullpen por el que el Día de la Raz… de la Resistencia Indígena (¿así como la de los Bravos?) desfilaron mecanismos indescifrables de cerrajería con tanto renombre como los de Cruz Guevara, Arlett Mavare o Gregory Infante. ¡Ah, pero bueno, en todas partes se botan juegos! Que lo digan Trevor Rosenthal y Sergio Romo.

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