Deportes

La banalidad en el fútbol

Existe un profundo desprecio por la figura del entrenador de fútbol y la tarea que esté desarrolla. Cada vez que un equipo se ve sumergido en una dinámica negativa, en la que los resultados no son los esperados, los aficionados, los hinchas, los directivos y los expertos de turno sugieren el mismo antídoto: despedir al director técnico.

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(EFE)

Nadie se pregunta cuántos de estos jueces están realmente capacitados para juzgar la actuación de un cuerpo técnico. Y es que, aunque los publicistas de la barbarie sugieran lo contrario, el fútbol, como explicó el argentino Julio Velasco, es quizá el único deporte en el que se puede ganar jugando mal. Esto no tiene nada que ver con la estética ni con los gustos del espectador; un conjunto puede pasar noventa minutos sin dar tres pases seguidos y llevarse tres puntos gracias a esas casualidades que el fútbol tiene.

Uno de los episodios más interesantes en la cobertura del fútbol es observar cuántos de los mal llamados especialistas se acercan a los entrenamientos de equipos o selecciones. El ejercicio es aún más esclarecedor si de ese grupo de asistentes se enumera exclusivamente a quienes, una vez finalizada la sesión preparatoria, se atreven a preguntar qué fue lo que allí sucedió. Más que exponer conceptos propios, la misión de la prensa es que los protagonistas expliquen al público qué se hizo, por qué se hizo, cómo se hizo y para qué se hizo.

No debemos nublarnos por lo que queremos o esperamos observar; en un equipo de fútbol hay una realidad que es incontestable, aquella que atañe al entrenamiento, que no es más que el ensayo y la puesta en práctica de las distintas estrategias que intentará desarrollar un equipo en su próximo compromiso.

El pasado domingo, el Sevilla venció dos goles por uno al Real Madrid. El equipo de la capital española salió al campo con un nuevo módulo táctico (1-3-5-2) que constituía una novedad inesperada. Zinedine Zidane determinó que el conjunto merengue empleara tres defensores centrales, transformando a sus laterales en carrileros, partiendo como volantes por las bandas. Lo llamativo fue que el entrenador francés pusiera en práctica dicha innovación en un momento de la temporada en que los suyos estaban inmersos en una racha de cuarenta partidos sin perder.

Más allá de las modificaciones mencionadas, hay que poner la lupa en las críticas que se le hicieron antes, durante y después del encuentro frente al Sevilla.

De fútbol opina todo el mundo, y la gran mayoría lo hace con la propiedad y la autoridad de quienes han dedicado su vida a estudiar y analizar esta disciplina, algo que no sucede con la medicina, la ingeniería y otras profesiones, en las que no se acepta que se debata sin el más mínimo conocimiento. Semejante desprecio por la formación es lo que lleva algunos a señalar que las modificaciones del entrenador francés fueron improvisadas, casi originadas en un arrebato de locura. Los promotores de estas teorías desconocen cosas tan básicas como que es Zidane, junto a su equipo de trabajo, quienes comparten día a día con los futbolistas. Es tal el grado de desfachatez que estos exponentes de la banalidad ponen en duda, sin mayor apoyo que lo dictado por sus tripas, el sustento de los cambios introducidos por un entrenador. Le hacen creer a sus seguidores que no hay nada pensado y evaluado.

Nadie en su sano juicio pensaría que un cirujano o un ingeniero improvisaría en el transcurso de su tarea. Lo mismo pasa con los entrenadores; sin importar qué grado de comprensión tengamos para con sus decisiones, todas y cada una de ellas, por más inverosímiles que parezcan, tienen un sustento futbolístico, el cual nace del entrenamiento, la práctica, y la comprensión de las cualidades de los intérpretes.

Es cierto que los equipos profesionales cada vez disponen de menos oportunidades para entrenar, y es que el gran negocio reclama más y más partidos, lo que trae como consecuencia inmediata que los ensayos se limiten a la recuperación y el repaso de conceptos. Es por ello que las pretemporadas son tan importantes.

A golpe de dobles y triples sesiones de trabajo, el sudor y el esfuerzo se convirtieron en actores principales de un juego en el que el balón parecía un invitado indeseado. Portadas donde se entronizaron los mililitros transpirados sedujeron nuestras neuronas aletargadas por el calor, hasta el punto de aplaudir los vómitos de un jugador. Una mentira perfectamente orquestada que nos hizo creer a muchos que lo físico era la causa de ganar o perder y no la consecuencia (como creemos otros) de jugar de un modo u otro”. Pedro Gómez

Gracias a aportes como el de Francisco Seirul.lo, Licenciado en Educación Física ligado a la preparación física del FC Barcelona desde 1993, y de tantos otros estudiosos, se ha comprendido que la vuelta al trabajo no debe centrarse exclusivamente en aislar el entrenamiento en sectores físicos, técnicos, tácticos y psicológicos, sino que debe entenderse el mismo como un todo indisoluble. Desde el primer día, se debe trabajar en función del modelo de juego y de todas las variantes que enriquecerán la vida de ese colectivo.

No me mal interprete, no se trata de tener un plan B, C o D. El objetivo es enriquecer la idea con distintas posibilidades u opciones. Pero todo esto, y que quede bien claro, se ensaya y se pone a prueba en tiempos de pretemporada, para que cuando sea necesario retomar alguna de esas variantes durante la campaña, el equipo reconozca rápidamente lo practicado y lo ponga en práctica.

Después de mucho pelear y mostrarle al mundo futbolístico cuán equivocadas eran esas largas sesiones de carrera en la playa o en la montaña, parece que por fin se ha reconocido que en esta etapa de readaptación al trabajo no se llenan tanques físicos ni se prepara al cuerpo para lo que acontecerá dentro de 30 jornadas; el único acondicionamiento que necesita el futbolista es lo futbolístico, y es a partir de ello que el juego como tal les permitirá enfrentar cada uno de los partidos.

Pero que nadie se engañe, en la pretemporada se sentarán las bases futbolísticas de un equipo, porque el resto del año, aun cuando sean escasas las sesiones de trabajo, el equipo sigue entrenando, O, mejor dicho, repasando todo lo aprendido en esa fase preparatoria.

La preparación física, al contrario de lo que algunos ebrios de modernidad nos quieren hacer creer, claro que existe. Mientras que al fútbol jueguen seres humanos que tengan que utilizar su cuerpo (esto no parece que vaya a cambiar) se necesitará un soporte biológico que sostenga los comportamientos colectivos y talentos antes subrayados. La optimización de este soporte no se consigue en las seis semanas estivales, sino que es algo que se va reajustando a lo largo de la temporada. La vía utilizada para lograr esta mejora varía en función de las creencias de los profesionales al cargo y del contexto en el que se enmarquen nuestros entrenamientos”. Pedro Gómez

Insistir en que un entrenador no sabe lo que hace o que se entrega al azar, a los santos o la brujería como métodos para combatir al rival de turno, habla muy mal de quienes sostienen semejante idiotez. El fútbol es una disciplina como cualquier otra, que necesita de mucha práctica y muchas correcciones.

Volviendo al Real Madrid, su derrota ante el conjunto andaluz seguramente despertará las reacciones de quienes creen que el resultado lo explica todo, y sugerirán, sin ningún tipo de pudor o vergüenza por sí mismos, que el entrenador se equivocó en el planteamiento del partido. Como no entienden que este es un juego dinámico y de oposición directa, venderán el concepto de que la variante puesta en práctica por Zidane fue la culpable de la derrota, ya se sabe, por aquello de que en el fútbol «no hay que inventar».

Los expertos no se atreverán a preguntar si aquello fue ensayado en la pretemporada, o cuáles fueron los motivos que llevaron al francés a cambiar., ya se sabe, por miedo a perder ese rótulo de poseedores de todas las respuestas. Menos mal que tanto el francés como el resto de sus colegas no se dejan influenciar por este tipo de señalamientos que sólo buscan convencer a quienes, con temor a ser señalados, prefieren dejarse llevar por la masa que camina hacia el precipicio. Es el dilema entre ser y pertenecer.

El periodista inglés Jonathan Wilson sentenció que: «probablemente todos los expertos en fútbol están condenados a reiterarse en los miedos de sus antepasados«. En semejante afirmación está la respuesta a esa disyuntiva que antes mencionaba y que poco favor le hace al fútbol. Ser o pertenecer, he ahí la cuestión.

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