Opinión

La corrupción que nos arropa

Mientras en el resto del mundo la corrupción que generó el chavismo es motivo de averiguaciones, juicios y procesos, dentro de Venezuela nada parece ocurrir. El país parece estar arropado por la corrupción

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Desde que se realizan las mediciones internacionales sobre percepción de la corrupción, nunca Venezuela estuvo a la cabeza. Ciertamente la administración pública no fue del todo transparente y los trámites ante organismos del Estado, usualmente, se movieron con la ayuda de gestores.

Si bien la estampa nacional no fue, históricamente, muy alentadora, hoy tras dos décadas bajo el chavismo estamos entre los peores de todo el mundo. No es una exageración.

El último informe de Transparencia Internacional sobre el Índice de Percepción de la Corrupción en 2021, confirma que vamos cuesta abajo. Entre un total de 180 países, solo pudo superar en la lista a naciones con serios conflictos bélicos como Somalia, Sudán del Sur y Siria, por lo que Venezuela sigue considerado entre los países más corruptos del mundo.

Mercedes de Freitas, directora ejecutiva de Transparencia Internacional Venezuela, con quien conversamos recientemente, nos confirmó que el país viene cayendo en este escalafón desde 2017.

“El resultado de Venezuela en el Índice de Percepción de la Corrupción es pésimo. Está entre los peores del mundo, solo superando a países con una capacidad de desarrollo mínimo, con problemas internos e históricos. El caso nuestro es triste porque obtener 14 puntos de 100 posibles es salir raspados. Se nos presenta un desafío que es superar ese número por lo que se requieren cambios estructurales sobre la organización del Estado”.

El asunto, resumidamente, es que el Estado debe estar al servicio del ciudadano y rendirle cuentas. Sin embargo, en la tradición venezolana se asume un rol preponderante del Estado en tanto éste administraba la renta petrolera, es decir la riqueza nacional. Al ser ahora un país post- petrolero, los ingresos públicos provienen y provendrán principalmente de los impuestos que se cobren a ciudadanos.

Esto significa que cada bolívar y dólar debe ser visto por el Estado como algo que no es propio, que no le pertenece y de esta forma optimizar su uso. Junto a esto, que pasa por cambios en la cultura política, Venezuela requiere de un sistema de justicia que debe ser robusto para hacer cumplir la ley, sancionar su incumplimiento, para evitar la impunidad.

“Uno de los problemas es que, si analizamos la valoración tan baja, no hay institución que esté fuera de ella. La Contraloría debe verificar los recursos de manera autónoma y no lo es, no ha sancionado a una institución pública. Desde 2015 no publica un informe de gestión, no castiga al Ejecutivo por la opacidad tan grande. Las leyes son secretas como la de Presupuesto y Endeudamiento desde 2017. Al ser Venezuela un país presidencialista, vemos cómo el 90% de los recursos los maneja el Ejecutivo, allí está quién es el mayor responsable de un manejo impropio”. Así graficó Mercedes de Freitas la situación que vivimos en materia de opacidad como política de Estado.

El Índice de Percepción de Corrupción, que aplica Transparencia Internacional alrededor del mundo, utiliza 11 instrumentos para su valoración. Mide la apreciación de diversos actores para invertir, trabajar, entre otros; con respecto a la corrupción, pero no mide instituciones por separado.

Pero aun así vemos como en Venezuela la corrupción se ha institucionalizado desde hace años. El soborno, la extorsión, decisiones públicas que benefician a grupos particulares no tienen sanciones por parte de los organismos encargados.

El capítulo Venezuela, de la red de Transparencia Internacional, que dirige Mercedes de Freitas ha presentado casos ante tribunales, pero el números de sancionados es bajo. “Tienden a ser cero y en los pocos que sí se han castigado resultan ser personas asociadas a otras que han traicionado a Hugo Chávez o a Nicolás Maduro. Otros son casos de corrupción cotidiana o pequeñas, pero no de involucrados con el alto gobierno”, nos explica.

La ONG, en Venezuela, tiene documentados 360 casos de corrupción, con verificación. 108 de ellos están abiertos en tribunales de 21 países. En Estados Unidos solamente hay 55 personas que se declararon culpables, que tienen recursos congelados y esos casos siguen aumentando y más países identifican la corrupción venezolana metida en sus finanzas. Sobre todo, en lavado de dinero.

Mientras en el resto del mundo la corrupción que generó el chavismo es motivo de averiguaciones, juicios y procesos, dentro de Venezuela nada parece ocurrir. El país parece estar arropado por la corrupción.

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