Venezuela

La crucifixión de Alberto Vollmer

En estos últimos días hemos presenciado, literalmente, la crucifixión de Alberto Vollmer en las redes sociales. Quienes lo hacen sostienen que es inexcusable que reciba dinero del gobierno venezolano para hacer ron cuando en Venezuela no hay comida ni medicinas.

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Eso, leído así, suena lógico y hasta cierto. Pero como todo lo que sucede en nuestro país es tan rocambolesco, propongo leer la letra pequeña –esa que nunca leemos pero que refleja la verdadera realidad- antes de cargar en contra del joven empresario.

Es verdad que el gobierno venezolano le otorgó a Ron Santa Teresa cinco millones de dólares. Es verdad que esos dólares ha podido habérselos dado a Polar, a Cargill, o a cualquier otra empresa que produzca alimentos. También es verdad que ha debido otorgar dólares a los laboratorios para que traigan medicinas (ni siquiera para producirlas, porque ya no hay tiempo de esperar). Pero el hecho es que no lo hizo. Y si Alberto Vollmer le hubiera dicho al gobierno que usara los dólares que le estaban ofreciendo a él para traer medicinas o alimentos, lo más probable –por no decir que es una certeza- es que el gobierno hubiera dicho que no, porque Polar es golpista, porque Cargill es imperialista o cualquier otra excusa ridícula de esas que es tan experto en fabricar. Peor aún, esos dólares tal vez hubieran ido a parar al bolsillo de un militar o de cualquier otro enchufado, porque así son las cosas en la Venezuela de hoy e invito a que me desmientan.

Hemos visto la corrupción en torno al tema de los alimentos desde hace ya rato. El régimen ha sido una centrífuga en gastar dólares que no se han visto reflejados en alimentos de calidad para el pueblo. Por eso ha destruido la industria nacional, para poder controlar la importación de comida. Pero aquí la gente se está muriendo de hambre. Todavía esperamos –por mencionar un solo ejemplo- por los resultados de la investigación de los miles de contenedores con comida podrida que importaron a precios de comida sana…

Los dólares que hubiera rechazado Alberto Vollmer hubieran ido a enriquecer a otro revolucionario que lo más seguro es que jamás en su vida haya trabajado, o que en el mejor de los casos ha sido un sindicalista reposero o una nulidad consagrada de las que hablaba Romerogarcía.

Los dólares para Santa Teresa no sólo están destinados a hacer ron. Buena parte de esas ganancias se reinvierte en la comunidad del Municipio Revenga del Estado Aragua que ha dado un vuelco desde que Alberto Vollmer y su hermano Henrique, apoyados por toda su familia, decidieron integrar las comunidades aledañas para potenciarlos como excelentes empleados, emprendedores, operadores turísticos, y por supuesto, para rescatarlos de la vida de hampones a través de su programa bandera, el Proyecto Alcatraz.

Coincido con quienes reclaman el tono obsecuente del discurso de Alberto frente a Maduro. Pero ese tono no debería borrar la trayectoria intachable del hombre que se las jugó todas para rescatar Santa Teresa de una quiebra inminente. Del hombre que optó por invadir las mentes de quienes le invadieron sus tierras y convertirlos en ciudadanos activos, generadores de bienes y bienestar, no en parásitos sociales de los que pululan cada vez más en nuestro país. Del hombre que transformó un robo en su casa en un cambio de vida para cientos de malandros, en vez de enviar a un ladrón a una cárcel de donde seguramente hubiera salido convertido en asesino. Del hombre que vela por sus empleados y obreros para que lleven vidas dignas en todo el sentido de la palabra.

No, no puedo unirme al coro que denuesta de Alberto Vollmer. Sólo podría reclamarle, como amiga, lo innecesario de sus palabras frente a Maduro. Pero más nada. Lo sigo admirando y me gustaría que hubiera muchos más empresarios comprometidos como él. Y a quienes han extendido sus críticas a toda la familia Vollmer les digo que no saben lo que dicen: los Vollmer son una familia llena de valores que han trabajado lo que tienen y han administrado sus empresas con pulcritud.

De manera que a quienes han decidido que en sus casas no tomarán más Ron Santa Teresa les digo que es un castigo en ambas vías que no vale la pena en ningún caso. Dirijan sus muy ácidos comentarios, sus baterías de quejas y sus sanciones sociales a los verdaderos hampones que están acabando con el país. Les aseguro que Alberto Vollmer está a años luz de distancia de ellos…

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