Salud

Anestesiólogos abandonan Venezuela y se atrasan operaciones

Cerca de 400 anestesiólogos han emigrado en los últimos 22 meses del país, una situación que, junto con la falta de insumos, contribuye a abultar las listas de espera en los hospitales. La sociedad que los agrupa pide un plan de acción al Ministerio de Salud para tratar de retener el talento

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En los últimos 22 meses, cerca de 400 anestesiólogos venezolanos han tomado la decisión de emigrar, de acuerdo con las cifras que maneja la Sociedad Venezolana de Anestesiología. Nerio Bracho, presidente saliente de esa organización, indica que la mayoría de estos profesionales han decidido desplazarse hacia países latinoamericanos, principalmente hacia Chile, Ecuador y Colombia.

La tendencia no es nueva, pero se ha agudizado desde diciembre de 2013. Antes de esa fecha, además, el destino preferido de quienes decidían irse era España, pero en los últimos tiempos se han hecho atractivas naciones más cercanas. La situación está acabando con la generación de relevo, lo que afecta tanto a clínicas privadas como a hospitales públicos. «70% de los anestesiólogos que se han marchado son profesionales con menos de cinco años de graduados, que consideran que el país no les ofrece condiciones económicas para desarrollarse», señala Bracho.

Esa afirmación es corroborada por Daniel Sánchez, jefe del servicio de Anestesiología del Hospital Vargas de Caracas, centro dependiente del Ministerio de Salud. De los 42 anestesiólogos con los que contaba la institución hace una década, hoy en día solamente quedan 8, lo que obliga a restringir drásticamente los turnos de cirugía. «Hemos perdido especialistas porque muchos se han ido al exterior, no sólo por el tema salarial, sino también porque las condiciones son muy malas para trabajar: no hay medicamentos ni equipos».

Agrega que el hospital cuenta con 13 quirófanos operativos pero solamente se pueden utilizar ocho. «En las reuniones de servicio tenemos que decidir a cuáles especialidades se les va a dar prioridad y hay muchos pacientes represados», dice.

La misma situación se repite en otro centro de salud de referencia, el Hospital Miguel Pérez Carreño, adscrito al Instituto Venezolano de los Seguros Sociales, donde sólo cuentan con 28 anestesiólogos en lugar de los 70 que necesitarían para funcionar. Otros centros de salud que han denunciado públicamente la falta de estos especialistas incluyen el Hospital Universitario de Caracas y el Hospital de Niños J.M. de los Ríos.

Para Sánchez, quien además es director del postgrado de anestesiología que se dicta en el Vargas, quienes deciden trabajar en la administración pública pueden compararse con héroes. «Deben afrontar la inseguridad, las fallas en la infraestructura, los bajos salarios de los médicos, que están en alrededor de 20.000 bolívares», dice. En contraste la remuneración que estos especialistas reciben en otros países de la región puede ir desde 3.500 dólares a 5.000 dólares, informa Bracho.

Crisis global, indiferencia local

La fuga de cerebros que deja huérfanos a los quirófanos será precisamente uno de los temas centrales de las discusiones del 22º Congreso Venezolano de Anestesiología, que se estará realizando hasta el 31 de octubre en Porlamar, Margarita.

El fenómeno, en todo caso, no es un problema exclusivo de Venezuela y es un tema crítico para la salud pública global. Un análisis publicado este año por la revista científica The Lancet, basado en las estadísticas de la Organización Mundial de la Salud sobre la fuerza laboral en el área asistencial, señala que aquellos países donde el número de cirujanos, anestesiólogos y obstetras está por encima de 20 por cada 100.000 habitantes alcanzan un mejor desempeño de sus sistemas de salud. La desigual presencia de médicos es, por tanto, una barrera para la equidad sanitaria en el mundo, advierten los analistas, por lo que recomiendan tomar medidas para encararla a mediano plazo. «La mayoría de los pacientes del mundo son atendidos, o bien por personal no médico o por personal no especializado, o no reciben asistencia de ningún tipo».

Los investigadores señalan que la emigración es uno de los factores que contribuye con esta desigualdad y que la situación se agrava en los lugares con menos recursos o en crisis. Al revisar la procedencia de la fuerza laboral en 14 países calificados como de altos ingresos encontraron que 18% de sus cirujanos, anestesiólogos y obstetras habían emigrado desde países de bajos y medianos ingresos.

De ese fenómeno pueden hablar quienes entrenan anestesiólogos en el país. «No hay cómo retener a los jóvenes que se están graduando en el hospital y ni siquiera en el país», señala Sánchez. En este momento, en el Vargas forman a 12 estudiantes distribuidos en distintos niveles. «Es difícil que no tomen la decisión de irse a trabajar a una clínica privada o al exterior». De los 12 que se forman en el Pérez Carreño, ya 3 han dicho que se irán del hospital y no optarán por los cargos vacantes en ese centro de salud.

Pese a las dificultades, Bracho afirma que la calidad de la formación se ha mantenido. «Lo confirma el bajo porcentaje de accidentes que ocurren en el país, 0,85% cuando la media en todo el mundo se calcula en 1,5%. Hemos sido muy firmes en mantener un buen nivel educativo en los 28 postgrados que hay en el país», afirma. Aunque no todos los cupos consiguen aspirantes, de cada postgrado egresa en promedio entre 6 a 18 especialistas cada año. De acuerdo con lo que señala Sánchez, en el caso del Vargas, desincorporaron a los estudiantes que se habían graduado en Medicina Integral Comunitaria, porque no reunían las competencias necesarias para continuar con el postgrado.

Enfatizan que otro factor que está incidiendo en los problemas del sector es la escasez de los fármacos y material desechable que se usan en anestesia. «90% de ellos son importados y se traen en forma espasmódica», apunta Bracho.

Al ministro de Salud, Henry Ventura, se le han hecho propuestas para afrontar la crisis para tratar de retener un recurso humano valioso y difícil de entrenar. «Le hemos pedido que se adelanten planes para facilitar la adquisición de vivienda y de vehículos para los médicos que están comenzando su carrera, pero la única respuesta que hemos recibido es que no hay dinero», señala Sánchez.

Bracho agrega que las peticiones que ha planteado la Sociedad Venezolana de Anestesiología al Ejecutivo han incluido también seguridad, equipamiento, insumos. Todavía esperan por una respuesta.

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