Salud

La gravedad de la epidemia del coronavirus depende de varias incógnitas

Lo que empezó como un brote en la región de Wuhan, China, se convirtió en una peligrosa epidemia que podría suponer un riesgo mundial. Aún se desconoce su origen, los científicos se dividen entre serpientes y murciélagos como propagadores de esta enfermedad que representa un peligro

El coronavirus mantiene en alerta al mundo, mientras que en China más de 20 personas han muerto
Hector Retamal/AFP |AFP
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¿Qué riesgo entraña el nuevo coronavirus? ¿Cuáles son sus síntomas? ¿Cuál es el nivel de contagio entre humanos? Cada día se sabe algo más sobre esta epidemia surgida en China, pero todavía quedan cuestiones por aclarar antes de averiguar el alcance de su gravedad.

¿Cuál es el balance hasta la fecha?

El sábado se habían detectado 1.300 casos, 41 de ellos mortales, en China, donde surgió la epidemia. Otros países de Asia se vieron afectados y también se detectaron casos en Australia, Francia y Estados Unidos. Ningún paciente ha muerto fuera de China.

«Por ahora, es difícil determinar la tasa de mortalidad porque en el estado inicial de la epidemia solo se detectan los casos más graves, y no tanto los más leves o los asintomáticos [sin síntomas]», explicó a la revista médica The Lancet la científica china Lili Ren.

En otras palabras, se sabe cuántos pacientes han muerto a causa del virus, pero no cuántos hay infectados en total.

«La tasa de mortalidad, de momento, es de menos del 5%», consideró, no obstante, el profesor francés Yazdan Yazdanpanah, experto de la Organización Mundial de la Salud (OMS), que atendió a pacientes en Francia.

Denominado 2019-nCoV, este nuevo virus pertenece a la amplia familia de los coronavirus.

Anteriormente, los coronavirus habían sido los causantes de otras dos epidemias: el SRAS (Síndrome Respiratorio Agudo Severo) y el MERS (Síndrome Respiratorio de Oriente Medio).

Según la OMS, la epidemia de SRAS causó 774 muertos en el mundo de 8.096 casos en 2002/2003 antes de ser atajado, lo que comporta una tasa de mortalidad del 9,5%. Por su parte, la epidemia de MERS, todavía vigente, ha dejado 858 muertos entre los 2.494 casos detectados desde septiembre de 2012 (una tasa de mortalidad del 34,5%).

«De forma general, los pacientes [afectados por el nuevo virus] están en un estado menos grave que con el SRAS», según el profesor Yazdanpanah.

¿Cuáles son los síntomas?

Algunos son similares a los del SRAS, según los estudios de científicos chinos publicados el viernes por The Lancet, basados en los 41 primeros casos detectados en China.

Todos esos pacientes tenían neumonía, casi todos tenían fiebre, tres cuartas partes tosían y más de la mitad tenían problemas respiratorios.

Pero «hay diferencias importantes con el SRAS, como la ausencia de síntomas que afecten a las vías aéreas superiores (moqueo, dolor de garganta, estornudos)», indicó el autor principal del estudio, el profesor Bin Cao.

La edad media de los 41 pacientes es de 49 años, treinta de ellos son hombres y 27 habían estado en el mercado de Wuhan, donde apareció el brote. Por último, casi un tercio presentaba insuficiencia respiratoria aguda y seis murieron.

Y aunque no se deban sacar conclusiones generales, habida cuenta del reducido número de pacientes considerados, estas observaciones permiten esbozar un primer cuadro clínico de la enfermedad.

Unas indicaciones que cobran todavía más relevancia teniendo en cuenta que el diagnóstico de la afección no es fácil a causa de la epidemia de gripe actual, que tiene unos síntomas muy parecidos.

No existe ninguna vacuna ni ningún medicamento contra el coronavirus, y los médicos se limitan a tratar los síntomas.

¿Cuál es el grado de contagio entre humanos?

Esta es una cuestión clave. En un primer momento, se consideró que le grado de transmisión entre humanos era «débil», pero ahora existen dudas sobre su intensidad.

«El problema es que todavía no tenemos suficientes datos para determinar de forma precisa el ritmo reproductivo básico de esta enfermedad», subrayó el profesor William Keevil, de la Universidad de Southampton, en el Reino Unido.

Esta unidad, utilizada en epidemiología, designa el número medio de casos provocados por un solo paciente infectado por una enfermedad contagiosa.

«Si ese ritmo es alto y el virus muta en un futuro hacia una forma más peligrosa, la situación se volvería preocupante», advirtió Keevil.

Se calcula que el periodo de incubación (entre la infección y la aparición de los síntomas) es de dos semanas como máximo.

¿Cuál es su origen

Los investigadores consideran que este nuevo coronavirus proviene probablemente de los murciélagos, como el del SRAS, al que se parece en un 80% en el plano genético.

Sin embargo, aún no se sabe qué animal lo transmitió al hombre. El miércoles, un equipo chino lanzó la hipótesis de que podría tratarse de una serpiente, pero otros expertos rechazaron esta posibilidad y apuntaron que podría tratarse, más bien, de un mamífero.

Identificar a ese animal es importante, pues podría ayudar a atajar la epidemia.

En el caso del SRAS, el animal en el origen del contagio era la civeta, un mamífero muy apreciado en China para la alimentación. «Prohibiendo el consumo de civetas y cerrando las granjas en las que se criaba, se pudo evitar la reintroducción» del virus, recordó el profesor Arnaud Fontanet, del Instituto Pasteur de París.

En cambio, una de las razones por las que la epidemia del MERS continúa es porque el depósito del virus es le dromedario, un animal doméstico.

¿Cómo protegerse?

Las autoridades sanitarias y científicas destacan la importancia de las «medidas barreras», eficaces para otras enfermedades virales como la gripe: lavarse las manos con frecuencia, toser o estornudar en el antebrazo o en un pañuelo desechable, evitar tocarse la cara (nariz, manos, boca) …

Además, si se detecta un caso, debe aislarse al paciente para evitar el contagio.

«Puesto que muchos enfermos del SRAS y del MERS se infectaron en centros médicos, hay que tomar precauciones para evitar que el virus se propague en establecimientos sanitarios», advirtieron varios expertos internacionales en The Lancet.

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