Tecnología

La guerra moderna: los drones cambiaron el viejo arte de matarnos

Los VANT o Vehículos Aéreos No Tripulados -UAV por sus siglas en inglés- generan una dinámica distinta en los conflictos bélicos y también en las labores de espionaje y contraataque. Es una tecnología que supera los alcances de eso que comúnmente conocemos como drones y que mutaron su perfil recreativo hacia otros asuntos más delicados

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drones

La guerra es –tristemente- parte de la vida. Ha estado presente siempre en la historia del ser humano. Podemos ir tan atrás como el enfrentamiento entre Sumeria y Elam en la Mesopotamia del año 2.700 A.C., o tan cerca como el conflicto por la invasión de Rusia a Ucrania.

El pasar de los años y la tecnología determinan una evolución constante en la manera en la que hacemos guerra. Ya Estados Unidos y China compiten en el desarrollo de misiles hipersónicos, capaces de ir cinco veces más rápido que la velocidad del sonido. Sin embargo, una de las armas más mortíferas de hoy en día son los drones.

Un VANT (Vehículo Aéreo No Tripulado) o UAV en inglés, es comúnmente conocido como dron, una aeronave con la capacidad de volar sin tripulación. Los drones militares, o de combate, tienen la función de realizar misiones tanto de ataque como reconocimiento y su funcionamiento es mucho más complejo.

Desde su despegue hasta que se aleja de la línea de visión, el dron es controlado por un enlace directo de datos proveniente de una estación de operación terrestre. Una vez alejado de la línea de visión, esa estación terrestre depende de la comunicación con un satélite para controlar la aeronave. Para saber su localización cuenta con un GPS. Si se pierde la comunicación, el dron está programado para volar en círculos de forma autónoma o regresar a la base hasta que se restablezca la comunicación.

En Estados Unidos el uso de drones con funciones militares se disparó luego de los atentados del 9/11 y la consiguiente guerra contra el terrorismo. Resultaron ser muy útiles para monitorear el suelo y seguir al enemigo. Y son la manera perfecta de luchar contra adversarios sin poner soldados en tierra y arriesgar su vida. También poseen excelente precisión y son una herramienta muy útil para conseguir datos de inteligencia.

Por un tiempo, Estados Unidos contaba con el monopolio del mercado de los drones de combate, pero ya no son solo los drones estadounidenses los que se encuentran en batallas alrededor del mundo. Ahora los drones más baratos son producidos por países como China, Turquía e Israel, con un mercado que se espera que llegue a 25 mil millones de dólares en el año 2025. Por su parte, los drones Bayraktar TB2 de Turquía han sido muy eficaces para los ucranianos en la guerra contra Rusia, pues han destruido gran cantidad del armamento enemigo.

Sin embargo, por más que un dron tenga extrema precisión, depende en gran medida de la inteligencia y habilidades del piloto. Por eso, los drones suelen ser controversiales pues tienden a causar muertes de civiles, no por mala precisión sino por fallos del operador en tierra.

Se puede decir que los drones cambiaron y siguen cambiando la manera como se desenvuelven los conflictos, desde el Medio Oriente hasta África. Guerras recientes prueban que no solo son útiles en contraterrorismo, sino también, como ya se ha visto, en el campo de batalla.

En 2020, en la guerra entre Azerbaiyán y Armenia, se usaron drones en la lucha por la región de Nagorno Karabaj. Azerbaiyán contaba con drones que le permitían tener gran cobertura en el aire y así destruir las fuerzas de los armenios.

La entrada de China transformó el mercado de drones. Y con la incorporación de Turquía al negocio, esto se ha acelerado y está trayendo consecuencias impensables. Por ejemplo, ha bajado el uso de flota militar: ya no se necesita tener un F-16 para contar con poderío en el aire, lo que ha llevado a que países con menos capacidades y varios grupos de peligro, como por ejemplo carteles de drogas, tengan acceso a fuerzas aéreas poderosas. Este nuevo mercado trae, por supuesto, reducción de costos y una posible proliferación de conflictos de baja intensidad.

Los drones se han usado incluso en intentos de asesinatos contra políticos, como ocurrió contra Nicolás Maduro en 2018. Es muy fácil incorporarles armas caseras, lo que hace pensar que con el tiempo serán una amenaza cada vez más común.

Así como los inventos de la pólvora y las armas nucleares revolucionaron el modo en que se hace guerra, la próxima revolución puede venir en la forma de armas autónomas, con los drones jugando un papel clave. Mientras más inteligencia artificial se les incorpora, más capacidades autónomas tendrán. Las Naciones Unidas dijeron que en 2020, en Libia ocurrió un ataque con un dron autónomo en una lucha entre el gobierno reconocido por la organización y las fuerzas armadas del general Khalifa Hartar.

Los drones turcos Kargu-2 puede que encuentren y ataquen independientemente de cualquier control humano. En esa decisión de encontrar, identificar y atacar, todo se hace a través de un algoritmo. Muchas fuerzas militares tendrán interés en usar robóticas y drones, pues mientras más avance la tecnología, el dron ganará en su efectividad de ataque.

Así, no sorprende que haya un crecimiento de la preocupación sobre qué pasaría si un dron de combate tuviera la misma autonomía que un carro que se maneja solo. No muchos están de acuerdo sobre qué tan autónomo fue el ataque en Libia, pero varios expertos están de acuerdo en que más autonomía cambiaria drásticamente la manera de luchar las guerras. Podrían significar que la guerra ocurra en maneras que están fuera de control de los seres humanos.

Por último, Estados Unidos está gastando miles de millones en el desarrollo de estas armas autónomas, que también se conocen como slaughterbots. Estos pueden atacar a una persona en específico al basarse en su género, edad, y varias otras cualidades. Solo el tiempo dirá cómo se verá el futuro de la guerra y del ser humano con armas autónomas.

Fuentes: Drone Warfare Just Got Deadlier y How drones are controlled, The Washington Post.

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