Venezuela

La homofobia policial le cambió la vida a Danny Rousseau

A Danny Rousseau el destino lo marcó con el sello de la injusticia, intolerancia, homofobia y  de la criminalidad que se vive a diario en las calles venezolanas que piden a gritos, respeto a los derechos humanos

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La historia del movimiento pro defensa de los derechos de las comunidades LGTBI,  “Orgullo Guayana” podría pasar como una más. El historial de lucha y perseverancia de Danny  Rousseau, pudiera compararse con el de muchos que cada día salen, no solo en Venezuela, sino en cualquier ciudad del mundo a levantar la voz y demandar respeto a su condición sexual.

Todo empezó cuando Danny, en medio de una maratónica cola, en el Consejo Nacional Electoral (CNE) de Ciudad Guayana, trató de cambiar de lugar de residencia. Días antes llegaba del estado Trujillo, con un título de licenciado en Turismo, cargado de proyectos e ilusiones.

Mientras la jornada transcurría en calma, “llegaron un grupo de personas haciendo escándalo, buscando conflicto con quienes allí estábamos”, relató.

En medio de la situación arribó al sitio una patrulla perteneciente a un organismo de seguridad del Estado. Cuenta Rousseau que trataron de controlar al grupo, pero sin medir palabras, recogieron a las personas que ellos consideraron y se las llevaron a la sede de la policía. Entre ellos él.

Recuerda que al llegar a la dependencia policial los requisaron en un patio grande. “De pronto un policía se me acerco y me dijo: -‘ven que te voy a revisar’. Le hice saber que ya lo habían hecho al ingresar, pero él insistió: -`ven, te voy a revisar de nuevo’”.

Danny asegura que fue llevado por el funcionario a la habitación de descanso que los policías tienen dentro de la estación.

Explicó que con temor y reserva entró, una vez allí el policía le pregunta: “¿tú quieres dormir más cómodo esta noche? -Le respondí que sí, que yo quería dormir cómodo en mi casa, en mi cama”.

Dice que empezó a notar algo extraño en el comportamiento del funcionario, su voz era muy suave, cosa que no es habitual en ese tipo de personas y trabajos, “tenía una actitud rara”.

“Se me acercó y me invitó a hacerle favores sexuales. Pidió que le besara sus partes íntimas y eso me garantizaría permanecer en la habitación con él. ‘¡Quédate y la pasamos esta noche chévere tú y yo!’ Eso dijo el policía”.

El defensor de los derechos LGTBI, rechazó la propuesta, le reafirmó que lo único que quería era irse a casa.

Sin alterarse, sin gritar y sin ninguna expresión de violencia, tratando de llevar las cosas bien, aunque por dentro, juró que  estaba muerto del miedo. “Le temo mucho a la policía”.

Comienza la pesadilla

De acuerdo al testimonio de Danny, el agente policial insistió en la propuesta, al punto de tomarlo por el cuello y de manera violenta llevarle su cara hasta los genitales con intenciones de concretar la propuesta.

“Me defendí, lo rechace, eso le molestó tanto que me gritó: ‘¡ah, así son las cosas, tú eres arisco!’ Me golpeó con la base de su arma en la cabeza y me saco a empujones de la habitación”.

Rousseau, explicó que el funcionario dijo a otros de sus compañeros: “vamos a amansarlo, a este se le acabo la hombría”. No pude contener el llanto, el miedo me paralizaba y no lo podía ocultar más”.

Lo ingresaron a una celda con al menos 30 delincuentes de alta peligrosidad y al dejarlo en el lugar, le advirtieron a los demás detenidos: “aquí tienen carne fresca”, narró aun con impotencia Danny.

“Me gritaban cosas, se reían,  uno de los reclusos llegó hasta donde yo estaba y le pidió al resto que me dejaran tranquilo,  acercó un trozo de cartón y me lo dio para que me sentara”.

Para el defensor de los derechos de las comunidades LGTBI en el oriente venezolano, el suceso que describió, transformó su vida, admite que nunca más volvió a ser la misma persona.

En el momento en que había recuperado un poco la calma y se encontraba medianamente tranquilo y seguro dentro de la celda fue cuando sintió un golpe fuerte la cabeza, nunca supo con qué lo hirieron.

“Luché, trate de defenderme, cubrí mi cabeza con las manos para que fuera menos el dolor. Me agarraron por los pies, otros por las manos y me balanceaban de un lado a otro, jugando con mi cuerpo”.

A Rousseau le arrancaron la ropa y empezaron a violarlo.

“No sé cuántas personas abusaron de mí esa noche. Le pedía a Dios en medio de la desesperación y el dolor que me llevara, prefería morirme ahí mismo y entre el dolor intenso de cabeza y las náuseas mi cuerpo no soportó más y sentí que me fui, salí de él”.

Afrontar la realidad

No se sabe cuántas horas pasó Danny inconsciente. Tampoco se pudo precisar cómo lo sacan de la celda, lo más cierto es que pasó algún tiempo antes que este joven defensor de los derechos humanos, fuera auxiliado, al punto –según su testimonio- de haberse encontrado a un paso de la muerte.

“Al despertar estaba sobre una camilla y unos paramédicos de Protección Civil me atendían, me habían puesto una ropa que no era la mía. Me curaban las heridas habían en todo el cuerpo, estaba totalmente lacerado”.

Danny se acuerda que al regresar del estado inconsciente lo único que pedía era que lo sacaran de allí, les repetía que no era un preso. Los rescatistas nunca hablaron con él. Se limitaron a curarlo… y luego lo sedaron.

Cuando nuevamente despertó le permitieron hacer una llamada a la familia, derecho que fue negado durante la detención.

“No me permitieron avisar a nadie los que me sucedía, ni llamar a casa, ni a un abogado y menos ser asistido por un fiscal del Ministerio Público, violaron mi humanidad en todos los sentidos”.

Danny quedo registrado en el libro de actas de ingreso policial como alterador del orden público bajo los efectos del alcohol.

A la comisaria lo fue a buscar su hermano, “al verlo solo lo abrace fuerte, no pude decirle nada, nos fuimos a casa y mi silencio no lo rompí sino mucho tiempo después”.

El fundador de “Orgullo Guayana” está convencido que el grotesco hecho que marcó su vida fue producto de la homofobia que existe en la sociedad, – “especialmente en los cuerpos de seguridad venezolanos”-.

“Ellos notaron que yo era gay, vieron que podían hacerme todo eso y yo callaría, como en efecto sucedió, a lo mejor sabían que por mi condición yo no iba a formar ningún escándalo”.

Lo que sucedió no fue fortuito, -dijo-  es algo que no solo le pasó a él, sucede a cualquier cantidad de personas homosexuales en Venezuela. Aseguró que fue un acto de homofobia que le “cambio la vida”.

Lo que hace a Danny diferente del resto es que luego de mucho tiempo decidió contarlo y empezar a trabajar organizadamente para que no suceda a más nadie.

En el trabajo que realiza desde “Orgullo Guayana”, a menudo el activista conversa con representantes de instituciones del Estado, ministerios, alcaldías, gobernaciones, defensoría del pueblo y policía, confiesa que se ha avanzado bastante en solicitudes y respuesta a algunos casos, lo que aún no logra es supera el temor.

“No recuerdo el nombre, ni el rostro de ninguno de los que me detuvieron y me hicieron daño. Nunca hice la denuncia, ¿a quién denunciaba?… yo solo espero que haya una luz al final del camino”, concluyó.

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