Economía

La Intemperancia de los Movimientos Pendulares en América Latina

En materia económica, en unos más que en  otros países, las expectativas de crecimiento se han moderado y las de inflación, en uno de ellos, Venezuela, se ha desatado peligrosa y descontroladamente.

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Carlos Alberto Montaner, siempre ha diagnosticado que uno de los mayores males que aqueja a la mayoría de países Latinoamericanos desde hace mucho tiempo, son los ciclos maníaco-depresivos que experimenta la región con respecto a sus percepciones políticas.
Cuando todos los países se alinean en un ciclo de izquierda o de derecha, los medios de comunicación, varios analistas e intelectuales anuncian en un estado de euforia, que al fin la región ha alcanzado la madurez política, para unos años después volver a anunciar (ciclo depresivo) que lo que se creía que era madurez, no era más que una inmadurez latente, que una vez manifestada estaba enfermando y destruyendo al paciente, y así vamos de un ciclo a otro, arrastrando las mismas manías y depresiones.
Desde que las repúblicas latinoamericanas nacieron no han podido escapar de las dualidades. En sus inicios estarían presentes la de Conservadores vs Liberales, Regionalismo vs Centralismo, Iglesia vs Estado, para en la era contemporánea entrar en la de Autoritarismo/Militarismo vs Democracia,  y más recientemente en la de Izquierda vs Derecha. En este último ciclo, no ha dejado de estar presente una forma de articulación política típicamente latinoamericana, el Populismo.
El Populismo se aprovecha de la insatisfacción que el gran Carlos Rangel describía en su libro del Buen Salvaje al Buen Revolucionario: “Los Latinoamericanos no estamos satisfechos con lo que somos, pero a la vez no hemos podido ponernos de acuerdo sobre qué somos, ni sobre lo que queremos ser”. Esta insatisfacción activa el péndulo y perpetúa los ciclos, distrayendo a los votantes y a los líderes políticos de las tareas fundamentales que deben ser acometidas.
De un ciclo a otro se olvida que lo esencial no está en los giros a la izquierda o la derecha, que por su puesto mejoran o empeoran las cosas, según el caso y las circunstancias, sino en la concentración de las fuerzas para favorecer  el avance de los indicadores de gobernanza, que por ejemplo, el Banco Mundial incluye en su índice: rendición de cuentas, estabilidad política y ausencia de violencia, efectividad del gobierno, calidad de las regulaciones, el imperio de la ley (Estado de Derecho) y el control de la corrupción, entre otros. En estos indicadores la región en su conjunto no ha mejorado mucho en los últimos años (aunque algunos países del continente si han mejorado más que otros), y está por debajo comparativamente con respecto a otros países y regiones del mundo.
Esta Tierra Grande de Manuel Ugarte, ésta Raza Cósmica de José Vasconcelos, ésta Civilización Latinoamericana como la llamaba Jean Francois Ravel, con lo sucedido en Argentina y de alguna manera en Bolivia (la no reelección presidencial), y lo que está sucediendo en Brasil y Perú, y lo que puede suceder en otros países de la región, está entrando en un nuevo ciclo bajo un nuevo giro que podría traer bocanadas de oxígeno, pero también muerte por asfixia sino se atiende lo que se debe atender.
Un ejemplo de esta búsqueda incesante de nuestra personalidad se evidencia en la integración latinoamericana. Mientras que la Unión Europea ha sido la misma por muchos años, nosotros hemos estado divididos en múltiples esfuerzos e iniciativas de comercio e integración. De la ALAC a la ALADI, pasando por la CAN y MERCOSUR, de la Comunidad Suramericana de Naciones a UNASUR, sin faltar el SELA, la CELAC, ALBA, la Alianza del Pacifico, etc, etc, y así y todo, nuestra participación como región en el comercio mundial no llega al 5%.
En materia económica, en unos más que en  otros países, las expectativas de crecimiento se han moderado y las de inflación, en uno de ellos, Venezuela, se ha desatado peligrosa y descontroladamente.
Es que a final de cuenta, si “antropormofizamos” a los Estados del mundo, mientras unos por su “edad” e historia son adultos contemporáneos y otros viejos resabiados, los nuestros (Estados Latinoamericanos), están en el medio de su adolescencia y sus traumas, aunque en nuestro continente hay unos Estados que son mas recatados y maduros que otros.
Venezuela está experimentando su ciclo maniaco –depresivo porque su papá (multimillonario) no lo puede mantener más, ni mucho menos darle la vida dispendiosa de “rico y famoso” que llevaba, en la cual invitaba a sus festines y borracheras a conocidos y amigos,  porque ambos, padre e hijo, dilapidaron su fortuna. Ahora, al hijo le toca trabajar. Ahora descubre que el mundo no es tan sencillo como parecía. Le tocará buscar y forjarse su propio destino de forma responsable, sin seguir atribuyéndoles la culpa a los demás, de los problemas que son su única y exclusiva responsabilidad. Los antepasados ya se fueron, los hijos por venir esperan algo mejor.
“Los Estados democráticos en la América Latina están desafiados a hacer algo que hasta ahora sólo se esperaba de las revoluciones: alcanzar el desarrollo económico junto con la democracia y la justica social. Durante los pasados quinientos años, la mediada de nuestro fracaso ha sido la incapacidad para lograr esto. La oportunidad es hacerlo a partir de hoy, es nuestra única esperanza” – Carlos Fuentes-El Espejo Enterrado
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