Opinión

La invasión del edificio Saverio Russo

El domingo 22 de noviembre, aproximadamente a las diez de la noche, un grupo de unas noventa personas organizadas para “tomar los apartamentos vacíos”, llegó a las puertas del edificio Saverio Russo, localizado entre las esquinas de Reducto y Municipal, justo frente al teatro. Forzaron las puertas y entraron.

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No es nada nuevo, porque ha sucedido muchas veces. Y volverá a pasar, porque la impunidad campea. La Venezuela que una vez conocimos, ya no existe. Aquí no hay respeto por nada ni por nadie. El más fuerte acaba con el más débil. Y el más fuerte es el que pertenece al régimen o está apoyado por el régimen de Maduro.

El domingo 22 de noviembre, aproximadamente a las diez de la noche, un grupo de unas noventa personas organizadas para “tomar los apartamentos vacíos”, llegó a las puertas del edificio Saverio Russo, localizado entre las esquinas de Reducto y Municipal, justo frente al teatro. Forzaron las puertas y entraron. Decían, según testimonios de quienes habitan en el edificio, que irían apartamento por apartamento a ocupar aquellos donde no hubiera nadie. Que ellos eran parte del “partido” (no dijeron cuál) y que todo lo que hacían estaba apegado a la legalidad.

Los vecinos les pidieron que les enseñaran los documentos de la Fiscalía, la Contraloría o de algún Tribunal que avalara aquella irrupción, pero no tenían nada. Una mujer que parecía la jefa, lo único que repetía era “somos del partido y tenemos derechos”.

Se les explicó que la mayoría estaban desocupados porque eran oficinas, pero eso no los detuvo. Arrancaron rejas y puertas y entraron. Ocuparon parte del edificio. Las mujeres y los niños (unos sesenta en total) se quedaron dentro de los apartamentos y los hombres bajaron. Una mujer embarazada tuvo un ataque de pánico y la atendió una ginecóloga que vive en el edificio. Unos vecinos prestaron los baños de sus casas para los niños de los invasores. No hubo violencia. Al poco tiempo llegaron la Policía Nacional Bolivariana y la Guardia Nacional, conversaron con los invasores y se fueron sin hacer nada.

Clausurado por la revolución

El lunes 23 en la mañana el edificio amaneció clausurado: nadie podía entrar, ni salir, ni propietarios, ni arrendatarios, ni invasores. Más tarde llegó Cristina Fazzino síndico procuradora del Municipio Bolivariano Libertador. Habló con los invasores y les pidió a los propietarios e inquilinos que estaban allí alarmados por el estado de su propiedad, que se pararan en la acera del frente, mientras una funcionaria les tomaba nombres y cédulas. Del edificio comenzaron a salir encapuchados, a ellos nadie los paró a pedirles nombres, mucho menos cédulas. Dejaron dentro del edificio a dos de los invasores como “garantía” (nadie sabe de qué). Parece que entraron de nuevo otros cuantos invasores. Insólito que puedan entrar los invasores y no los propietarios e inquilinos. A éstos los enviaron a catastro en la Alcaldía.

En catastro les dijeron que la invasión no era competencia de ellos, que su único interés en el edificio era hacer el control catastral, que donde tenían que ir era a la sindicatura. Pero la sindicatura tampoco tiene facultad para resolver el asunto. Lo único que puede hacer la síndico es dirigirse a la policía, que es lo que probablemente hizo la señora Fazzino, pues quien tiene tomado el edificio en estos momentos es PoliCaracas. La competencia de ella se limita a defender los intereses del municipio y los bienes del municipio. Aparentemente quien sí tiene competencia es la Dirección de Derechos Fundamentales de la Fiscalía. Allí acudirán los atribulados vecinos del Saverio Russo.

El lunes en la noche, apareció en el Instagram de la Universidad Bolivariana de Trabajadores “Jesús Rivero”, @ubtjr_ve, que tiene su sede administrativa en el edificio, lo siguiente:

“Denunciamos ante la opinión pública en general, la invasión planificada por parte de grupos violentos del Edificio Saverio Russo, en el centro de Caracas…”. Esto está tan mal redactado que no se sabe si hablan de quienes entraron a la fuerza o si están acusando a los propietarios e inquilinos de violentos, que es lo que dice textualmente.

Una de las oficinas violentadas es el Escritorio de Abogados Guevara Sifontes y Meza, que lleva cincuenta años ocupando una de las oficinas, y cuyos documentos se pusieron en riesgo cuando los invasores entraron. Con toda razón sienten que la Alcaldía está protegiendo el acto vandálico. Están dispuestos a ejercer todos los recursos que tengan a mano para recuperar su propiedad, “todavía” uno de los derechos contemplados en la Constitución.

En fin… nada nuevo bajo el sol. Es tan sólo un nuevo ejemplo de cómo los vándalos mandan y la gente honesta y trabajadora día a día corre el riesgo de perder el trabajo de toda su vida.

En las selvas y bosques, los animales que se procuran sus alimentos, cuando encuentran tierras arrasadas por incendios u otros fenómenos naturales, huyen hacia otros territorios, procurando por encima de todo, sobrevivir para poder vivir. Y en la tierra arrasada sólo quedan las hienas y los zamuros… Cualquier parecido con la Venezuela de hoy, es mera coincidencia.

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