Opinión

La maña de perder tiempo: no es picardía, es un vicio

Un futbolista que recibe apenas un contacto de falta, va al piso y exagera el dolor por un golpe que ni siquiera existió, el balón abandona el rectángulo de juego a menudo, el árbitro sentencia cualquier fricción como falta y detiene el partido o cada reanudación demora Dios y su ayuda. ¿Cómo cambiamos esto?

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Las horas más oscuras

Se los digo: es realmente desesperante.

Hace tiempo conversaba con un técnico con amplia experiencia en Primera División y me decía que los horarios de juego en Venezuela atentaban contra el espectáculo, porque la generalidad en el país es que el fútbol profesional se practique en tierras calientes y en horarios vespertinos. El infierno hacía que el juego fuera lento por razones obvias.

Esto se ha venido solventando. La LigaFUTVE ha obligado a los equipos de Primera a disponer de alumbrado artificial para disputar partidos en horario nocturno y la programación de encuentros comienza, generalmente, después de las cinco de la tarde, cuando el sol comienza a ceder.

Lo que no ha cambiado en nada es esa terrible maña (porque no tiene otra palabra que lo describa de forma más adecuada) de perder tiempo deliberadamente y de diferentes formas: un futbolista que recibe apenas un contacto de falta, va al piso y exagera el dolor por un golpe que ni siquiera existió, el balón abandona el rectángulo de juego a menudo, el árbitro sentencia cualquier fricción como falta y detiene el partido o cada reanudación demora Dios y su ayuda.

Y es una maña porque forma parte de la formación del futbolista, es una conducta aprendida. En ese concepto errado de competir, donde el chamo crece entendiendo que ganar es lo más importante, cueste lo que cueste, perder tiempo es una de las vías expeditas para alcanzar el objetivo.

Así, erradicar esta maña debe ser parte de todos los involucrados no solo en el espectáculo, sino hasta en la formación del futbolista. Y aquí abordo el problema desde una sola perspectiva: la del espectáculo propiamente dicho y no desde la esencia del juego, donde perder tanto tiempo efectivo de juego deliberadamente, se paga muy caro en competencias internacionales.

Entonces: que un fútbol sea atractivo depende en amplia medida de que el tiempo de juego efectivo sea el mayor, que la pelota “ruede”, como dicen los brasileños y que no esté detenida. Eso es lo que hace que llame la atención en un campeonato, entendiendo, claro está, que la calidad técnica de nuestros futbolistas es buena como para pensar que pueden ofrecer un buen juego sin detener tanto el balón.

En esa necesidad de cambiar la mentalidad del futbolista venezolano que ha venido pregonando el seleccionador José Pékerman, urge que ésta maña sea erradicada desde los procesos formativos del futbolista. Lo más importante es que no depende exclusivamente del muchacho sino de quien lo forma, de quien le dice “tírate” al piso para perder tiempo, entonces pasa por la formación de los formadores. Ahí está el nudo que enreda todo.

Desde lo arbitral, tengo conocimiento que CONMEBOL ha instado a sus árbitros continentales a estimular evitar la pérdida de tiempo y desde su trabajo, intervienen para hacer los partidos más dinámicos. Falta que técnicos y jugadores colaboren para mejorar.

Aparte de la pérdida de tiempo, hay otra maña que es necesario erradicar y empobrece aún más el espectáculo: la falta de respeto para con la autoridad. Es indignante cómo el futbolista y técnico criollo es capaz de desafiar la autoridad, manoteando, encarando, elevando la voz, gritando improperios. Pierde autoridad el juez, se compromete la fiabilidad del torneo, además de dejar muy mal parada la formación integral del técnico y el futbolista criollo. Es preocupante la cantidad de expulsiones jornada a jornada que se producen en los banquillos, a los miembros de los cuerpos técnicos, más que los que se producen en el rectángulo de juego.

¿Qué se puede hacer? Más allá de la transformación de fondo que requiere la mentalidad de los involucrados, creo conveniente que la LigaFUTVE inicie una campaña interna estimulando mejorar el tiempo de juego efectivo. Esa campaña debe ir acompañada de medidas que permitan premiar a los equipos que cumplan con esa mejora cuantificable, los que cometan menos faltas y tengan menos amonestados y expulsados (“Fair Play”). Es la solución más expedita para incentivar la erradicación de esas mañas.

Así las cosas: intervenir en la formación del futbolista y generar campañas que erradiquen estas situaciones y promuevan la mejora del tiempo de juego efectivo. Es imperioso. Hacer del nuestro un fútbol “atractivo” es una tarea inmediata por cumplir.

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