Recientemente, el Gobierno de los Estados Unidos ordenó sacar a la luz pública los más de 3.000 archivos del asesinato del presidente John F. Kennedy. Los mismos estarán disponibles, casi en su totalidad desde esta semana. Sin embargo, entre el posible veto a parte de la información que pueda poner en peligro la seguridad nacional estadounidense y otros detalles, los expertos no esperan que se aclare el misterio que rodea su asesinato, si es que hay algún misterio que develar. Cualquier información que se decida no desclasificarla, tendrá que esperar 25 años más para ver la luz. Uno de los hechos que más preocupa a los que recomiendan el bloqueo de parte de la información, es que se desvele cómo interactuaban los servicios de inteligencia de varios países con la CIA. Sin embargo, aparentemente, el presidente Trump está ganado a desbloquear toda la información. Si hay un hecho que ha alimentado las teorías conspirativas, ha sido justamente este. Pero ¿qué es una teoría conspirativa? Es aquella que trata de explicar un acontecimiento importante a través de la acción de un grupo de personas, usualmente malvadas, que persiguen fines de control de poder a través de métodos “inconfesables”. Como los seres humanos exigimos explicaciones y vivimos tiempos no solo convulsos, sino complejos, las teorías conspirativas son una forma de construir una narrativa, de encontrar explicaciones a hechos inexplicables o injustificables, que solo podrían tener sentido si unos pocos actúan afectando a unos muchos. Libros sobre la materia abundan, especialmente sobre este caso. Uno de los más interesantes fue el que escribió el periodista texano, recientemente fallecido, Jim Marrs: “Crossfire- The Plot that Killed Kennedy”, que inspiró a su vez la película JFK, del polémico Oliver Stone, y del cual se deriva mucha de la información que ha alimentado la teoría conspirativa de la muerte de Kennedy. El 22 de noviembre de 1963, el presidente Kennedy fue asesinado en la ciudad de Dallas, Texas. La Comisión Warren que estuvo a cargo de la investigación concluyó, no exenta de polémica, que el asesino, Lee Harvey Oswald había actuado solo. Sin embargo, un alto porcentaje de los norteamericanos consideran que Kennedy fue víctima de una conspiración. El hecho que generó mayores dudas en contra de la versión de la actuación de un “Lobo Solitario” es que las distintas trayectorias y las siete heridas de balas encontradas tanto en el cuerpo de Kennedy, como del Gobernador Connally que iba como pasajero en el carro, hacían prácticamente imposible el uso de una sola arma, especialmente el rifle que fue usado por Oswald. El misterio aumentó, porque dos días antes de ser llevado a juicio, y un día después del asesinato de Kennedy, cuando era trasladado por la policía, Oswald fue asesinado por un mafioso de nombre Jack Ruby. Personaje que en el libro de Marrs juega un rol central en todo este asunto por todas sus extrañas conexiones con diversos mundos. Los que apoyan la teoría conspirativa señalan varios sospechosos: desde la CIA (por la intención de Kennedy de restructurarla), pasando por Fidel Castro (venganza por el desembarco en Bahía de Cochinos, la Operación Mangosta y la crisis de los misiles cubanos), hasta la mafia (por la cruzada de Robert Kennedy en contra de ella. Robert Kennedy también fue asesinado en junio de 1968), terminando en el complejo militar industrial (por las intenciones de Kennedy de retirar a los Estados Unidos del conflicto en Vietnam). También entran como sospechosos grupos como el Majestic 12 (M-12), ex presidentes y los llamados “barones del petróleo”. Sin embargo, un hecho que apoya a los escépticos de la teoría es que, si había varias personas disparando en contra de la comitiva presidencial, ¿por qué nadie las vio? Aun si Oswald fuera el único asesino, siempre ha llamado la atención sus periplos por el mundo, antes de cometer el crimen. Volviendo a Kennedy, en 1964, poco tiempo después su muerte, se publicaron algunas coincidencias con el asesinato del presidente Lincoln que hicieron que la imaginación volara hasta la estratosfera y le dieran más impulso a la teoría conspirativa del asesinato del presidente, convirtiéndola en la reina de todas ellas. Algunas de ellas: A Lincoln le dispararon en el Teatro Ford y Kennedy iba en una limosina marca Ford cuando le dispararon. El asesino de Lincoln, John Wilkes Booth, disparó a Lincoln en un teatro y se escondió en un almacén. Oswald le disparó a Kennedy desde un almacén y se escondió en un teatro (cine). El asesinato de Kennedy fue filmado por un hombre llamado Abraham, y el Teatro donde fue asesinado Abraham Lincoln era propiedad de un hombre llamado John. Ambos presidentes fueron sucedidos por sureños demócratas apellidados Johnson. Existen muchas coincidencias más, pero estas son las más relevantes. Sin embargo, así como existen coincidencias, y la mente humana es perfecta para identificarlas, existen también muchos hechos que no coinciden. Por eso es que el científico, Leonard Mlodinow señala que: “El atractivo de muchas teorías de conspiración depende del mal entendimiento de esta lógica, pues se identifica la probabilidad de que una serie de sucesos suceda si esto fuera el producto de una enorme conspiración con la probabilidad que una enorme conspiración exista si una serie de sucesos ocurren”. Sin embargo, como diría Galileo, aunque muchos dicen que no dijo, cuando el tribunal inquisitorio le exigió que se retractara de su teoría heliocéntrica, lo hizo, aunque en voz baja agregó: “Y, sin embargo, se mueve”. El misterio persiste.]]>
