Opinión

La música en streaming y su impacto en las carteleras de éxitos

Si el negocio musical muta, las mediciones también. En Estados Unidos el conteo Billboard ha comenzado a reflejar los éxitos musicales tomando en cuenta las nuevas plataformas de difusión, y no solo la venta de sencillos o las salidas en radio, como ocurrió durante 50 años. A fin de cuentas, se trata de medir el consumo musical, quién escucha y qué se escucha.

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Del popular 45 rpm de mediados del siglo pasado, pasando por los sencillos en cassettes y CD, ahora la empresa norteamericana registra las compras hechas en tiendas digitales. En el fondo los conceptos son los mismos: es radio y compra de música.

Pero con el siglo 21 se comienzan a trastocar los esquemas, especialmente con el ingrediente de un nuevo formato: el streaming. Las escuchas en Youtube y plataformas como Spotify no pueden obviarse, especialmente en un país donde hay tantas opciones como Rdio, Deezer, Tidal y ahora el nuevo servicio que anunció Apple. Billboard asegura que el streaming puede significar del 20 al 30% de la data que soporta la lista Hot 100. Ellos lo están midiendo, particularmente en la lista On-Demand.

La gran diferencia es que en la radio el oyente no escoge a qué darle play, y con el streaming sí. En Youtube, por ejemplo, aprovechan para activar reproducciones automáticas de artistas o estilo de música relacionada. Otro contraste es que al finalizar la pieza, no queda en propiedad de quien la escuchó. Es una suerte de revitalismo de la rocola.

Los resultados son curiosos. El primer éxito de las listas Billboard en salir de la nueva manera de medir el consumo musical fue el “Harlem Shake”, que sin Internet capaz ni hubiese figurado en lista alguna ni habría llegado al número 1, al menos no a punta de sonar en radio (donde no tuvo mayor protagonismo). En contraste, en un 2013 sin radio ni venta de sencillos sino solo con streaming, Robin Ticke no hubiera llegado al primer lugar con “Blurred Lines” sino que lo habría hecho Miley Cyrus con “We Can’t Stop”. Lo mismo habría ocurrido con el “Gangnam Style”, por ejemplo.

En Venezuela estamos a años luz del asunto. La empresa más conocida de medición, el Record Report, enfrenta dificultades logísticas propias del país en que vivimos. Actualmente, miden 22 estaciones FM comerciales a escala nacional de las 614 FM no comunitarias que Conatel declara están habilitadas en todo el país (según informe al primer trimestre de 2015). De esas radios evalúan los playlist, y cumplen mecanismos de verificación. Desde 2002 no chequean permanentemente lo que suena al aire entre las estaciones evaluadas porque “las cosas se pusieron duras”, según nos dice su gerente general Ana María Barrientos.

Servicios como Spotify, Deezer, Rdio y otros no están del todo activos en Venezuela, y en todo caso medirlos necesitaría hacerse mediante acuerdo con esas empresas para que cedieran su data local. Pero el consumo de música en el país no se detiene, sino que va mutando: algunos escuchan más música en streaming y otros no dejan de acudir a su quemadito de confianza. Solamente que, como las cifras del chikungunya, nunca sabremos cuántos son, dónde están ni qué están escuchando.

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