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La noche en la que el Futve dio un paso al frente

El partido entre Caracas  FC y Deportivo La Guaira, correspondiente a la segunda jornada del Torneo Apertura, constituía el primer plato fuerte del nuevo ordenamiento televisivo del fútbol criollo. Y aunque cueste identificarlo, con su planificación se derrotó al más peligroso fantasma que habita en nuestro balompié: el miedo al cambio.

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(Prensa Caracas FC y Deportivo La Guaira)

El ser humano es, cuando menos, un animal caprichoso y de costumbres. Son muchos los que defienden y proponen modificaciones en todos los ámbitos de la vida, pero pocos, muy pocos, los que realmente se atreven a poner en práctica conductas innovadoras. El cambio, como única constante de nuestra existencia, no se origina en una especie de combustión espontánea, sino que debe ser promulgado y respaldado para que genere las transformaciones que algunos imaginan.

El fútbol venezolano no escapa a esta realidad. Durante muchos años la gran mayoría de los protagonistas se lamentaban por la falta de apoyo de la televisión, pidiendo en sus quejas un aumento en el número de transmisiones para que, entre otras cosas, se popularice el torneo nacional, se hagan visibles los futbolistas y los entrenadores, mejoren los ingresos de los clubes y que además, los árbitros cuenten con un registro televisivo que les permita evaluar sus actuaciones y crecer a partir de la corrección de sus errores.

Pero no es sencillo transmitir fútbol en Venezuela. La televisión requiere de elementos tan básicos como la iluminación para que la puesta en escena sea cuando menos adecuada. Esa condición, que en otros campeonatos es tan obvioa y natural que no se discute, en Venezuela no lo es, y es que no se puede olvidar que de los 18 equipos que participan en el torneo de primera división, ninguno es propietario exclusivo de su estadio, lo que significa que para poder hacer vida competitiva, estas instituciones pagan un alquiler al Estado, que es el gran propietario de los recintos deportivos.

Más allá de la crítica hacia la falta de planificación de estas instituciones, debe reconocerse que esta situación, la de contratar a un tercero, supone la ausencia de control sobre la edificación que se va a utilizar.

Entonces, a raíz de estar siempre en relación de dependencia con las edificaciones del Estado, en Venezuela no se ha popularizado el concepto de que el fútbol se juega siempre a partir de lo que exija la televisión, y esta, entre otras exigencias, tiene dos requisitos vitales, como son la iluminación y los horarios.

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En cuanto el primero de ellos, ya hemos establecido que son pocos los recintos capacitados para la puesta en escena del fútbol en horarios nocturnos, mientras que, en cuanto al segundo tema, hay que hacer notar que por primera vez se libró y ganó la batalla de establecer un calendario favorable para la TV.

Repasemos las grandes ligas del mundo y como, salvo en casos muy particulares, en cada jornada se juegan partidos entre viernes y domingo, o entre viernes y lunes. El objetivo de esto no es más que permitirle al público tener la oportunidad de observar todos los compromisos de cada jornada. Puede que, en Alemania o en Inglaterra, existan duelos que se juegan a la misma hora, pero en el caso criollo existe otro condicionante que debe ser tenido en cuenta: las distancias.

El fútbol venezolano tiene grandes pasos por dar. Al igual que en tiempos de RCTV, Meridiano TV, Sport Plus o DIRECTV, la transmisión, o mejor dicho, el reparto de los derechos de transmisión, es una negociación que no supera, en el mejor de los casos, a dos plantas televisivas, por lo que, hasta hace un par de años, la costumbre era transmitir lo que se podía, ya que, en un campeonato «federal» como el nuestro, si los equipos no se ponían de acuerdo, los canales no estaban capacitados para retransmitir más de tres compromisos por fin de semana. Es imposible para una sola planta televisiva y su equipo técnico hacer cuatro viajes en tres días, algo que ha costado mucho explicarle a las gerencias del balompié criollo.

Pero las diligencias hechas por GolTV y la Teletuya, con el apoyo de la directiva de la Asociación de Clubes del Fútbol Venezolano, permitieron que para este torneo se pusiera en marcha el más ambicioso proyecto comunicacional que se recuerde en este deporte: la puesta en pantalla de la mayor cantidad de partidos posibles, gracias a un calendario en el que los equipos acordaron que cada jornada se juegue entre viernes y lunes. No faltan y no faltarán quienes critiquen algún horario nocturno que no les conviene por sus obligaciones, pero este paso en adelante simboliza un crecimiento enorme que no debe ser rechazado por los usos y costumbres de la clandestinidad. Parece ser que la gran mayoría ha entendido que lo que no se muestra no se vende.

Ahora bien, semejante cambio en la manera de pensar y en las estructuras de este fútbol requiere un poco de comprensión. No pueden los representantes de los equipos torpedear su propio acuerdo ni quejarse porque el horario establecido para una jornada no es de su agrado. No olvidemos que, en Inglaterra, por ejemplo, todos los equipos juegan al menos una vez por año el partido del lunes, que en España se programan compromisos en el horario que más convenga al mercado oriental, o que algún Barcelona-Real Madrid se jugó un lunes.

¿Que no es perfecto el nuevo modelo? Es imposible que lo sea; la implantación de los cambios sugiere una permanente revisión de los mismos para ir generando pequeñas modificaciones que los acerquen a escenarios ideales. Pero,en cualquier caso, lo que se intenta en Venezuela supera y mejora el pasado reciente y lejano.

Por ello, que se juegue un Caracas-Deportivo La Guaira un lunes a las 7pm, no debe ser mal visto, sino aceptado como parte del cambio que muchos pedimos desde hace tiempo. Claro que la organización de estos eventos también debe ponerse a la altura de lo que hace la TV, y los clubes están en la obligación de garantizarle al público asistente cuestiones básicas como seguridad, servicios y facilidades de transporte; de nada valdrá tanto esfuerzo de la televisión si se descuidan los otros aspectos que componen el espectáculo, como la seducción al público.

«Rojos» vs. «Naranjas»

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Que el primer gran partido de un lunes tuviera como protagonistas a dos equipos capitalinos era una oportunidad perfecta, ya que más allá del interés que cualquier duelo puede suscitar, entre Caracas y La Guaira hay una rivalidad que bien explotada podría ser muy positiva. Más allá de compartir la misma casa, ambas instituciones son comandadas por dos entrenadores que se conocen a la perfección, y que además son de los más triunfadores de los últimos años en el fútbol venezolano: Noel Sanvicente y Eduardo Saragó.

Parte fundamental de la formación del entrenador de La Guaira fue bajo el ala del ídolo del Caracas. Eran tiempos en los que Sanvicente era indiscutido en la institución capitalina y Saragó era un joven ambicioso que quería imitar a su maestro. Con el paso del tiempo, los caminos se separaron, quizá un poco más de lo que se esperaba, teniendo en cuenta el respeto que manifiestan el uno con el otro. Pero no hay que olvidar que esto es fútbol, una actividad protagonizada por seres humanos, y ya sabemos que la relaciones no hacen sino desgastar a sus protagonistas. No quiero decir con esto que existan diferencias insalvables entre ambos entrenadores, pero sí que hoy hay más elementos que los distancian que situaciones que los acerquen.

Pero demás se enfrentaban dos instituciones con actualidades distintas. Los Rojos del Ávila, en un nuevo intento por volver a la excelencia, contrataron por tercera vez al ex seleccionador nacional, quien para esta ocasión no sólo llegó con el título de conductor del primer equipo, sino que se le ha permitido una total influencia en las categorías inferiores del club. En el caso del Deportivo La Guaira, la institución siempre manifestó, a través de las declaraciones de sus dirigentes, una admiración por lo que había construido el equipo de la familia Valentiner, e incluso ha intentado replicar el modelo formativo con entrenadores que alguna vez trabajaron en el club avileño.

Las alineaciones del partido dejaban por sentado las diferencias en los estilos de conducción. Sanvicente demostró en sus etapas con el Real Esppor y el Zamora que sabe adecuarse a lo que hay y que, salvo un par de incorporaciones, se fomenta la aparición de jóvenes valores. Por el contrario, Eduardo Saragó es un entrenador que apuesta por buenas y bastantes contrataciones. Para sostener esta afirmación basta con revisar la lista de altas y bajas de cada institución:

Caracas: sumó a Freddys Arrieta, Rafael Arace, Eduardo Herrera y Gabrielle Rosa. Salieron del club Jeffre Vargas, César Urpin, Yhonattan Yustiz y Henry López.

Deportivo La Guaira: incorporó a César “Maestrico” González, Roberto Tucker, Alan Liebeskind, Juan Carlos Azocar, Manuel Granados, Edwin Aguilar y Francisco La Mantía, mientras que abandonaron la disciplina naranja Layneker Zafra, Arrieta, Óscar González, Javier García, Jhon Chancellor, Argenis Gómez y Arquímedes Figuera.

El primer tiempo comenzó con una paridad interesante, ya que La Guaira tenía la pelota, pero el Caracas llegaba al arco de Liebeskind sin tanta elaboración. La igualdad la rompió el capitán rojo, Rubert Quijada, con un cabezazo tras anticiparse a la marca de José Luis Granados tras la ejecución de un tiro libre. Sorpresivamente, el lateral izquierdo fue el encargado de marcar al mejor cabeceador rival, una estrategia que no rindió sus frutos.

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La ventaja le permitió al Caracas ponerse el traje que mejor le queda en este inicio de torneo. El equipo de Sanvicente por ahora está cómodo replegándose cerca de su área, convertido en un bloque corto capaz de hacer daño al contragolpe, gracias a la velocidad de jugadores como Robert Hernández, Reiner Castro y el propio Arace. Pero a diferencia de muchos equipos que apuestan por esta idea, los capitalinos atacan, en la mayoría de ocasiones, con varios futbolistas más, ya que a los mencionados se suman Edder Farías, Evelio Hernández, Robert Garcés, Quijada y el juvenil Jesús Chacón. Si practican la paciencia, este equipo puede hacer mucho daño en el ataque posicional, sobre todo cuando retornen Micky Mea Vitali y Giacomo Di Giorgi.

El segundo tiempo comenzó con un Caracas más retrasado, entregado a la velocidad de sus atacantes para combatir la experiencia de los defensores rivales, mientras que La Guaira intentó, con el ingreso de Darwin González, aprovechar mejor el juego por las bandas, pero fue incapaz de llevar peligro real al arco defendido por Herrera, quien salvo un par de intervenciones tuvo una noche bastante tranquila.

Un punto importante que volvió a quedar demostrado en el partido de hoy es la dificultad que tienen los equipos criollos para descifrar defensas organizadas. Cuando llegó a Venezuela, Alex Pallarés, ex entrenador de Atlético Venezuela, explicó que había estudiado el balompié criollo y había concluido que se trataba de un torneo en el que prevalecía el juego de transiciones, es decir, que lo común era observar a equipos que se organizaban defensivamente cerca de su arco para luego, una vez recuperada la pelota, salir a las carreras con la intención de aprovechar los espacios dejados por el avance enemigo.

Su versión del Atlético Venezuela, sin contar con nombres de mayor peso, fue protagonista del pasado Torneo Clausura porque supo descifrar las defensas cerradas que abundan en nuestro torneo. Esa asignatura, la concerniente al ataque posicional, es por ahora un debe en la hoja de servicios del equipo litoralense. Lo aprovechó Caracas, que a pesar de marcar un solo tanto, le creó muchos problemas a la zaga naranja, con manos a mano producto de la impaciencia y las entregas defectuosas de los jugadores naranja.

Poco que concluir

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Para ambos equipos, el resultado es cualquier cosa menos una muestra terminante. En apenas dos jornadas es poco lo que puede definirse como tal, algo que saben perfectamente Sanvicente y Saragó, quienes entienden las dinámicas de un equipo de fútbol y saben que estos torneos, con ronda regular y etapa de play-offs, permiten ir creciendo con el paso de las fechas.

Para el de San Félix significó su primera victoria en su tercer ciclo al mando del Caracas, un triunfo que además fue ante su afición y frente al entrenador que mejor lo conoce. Para Saragó fue un llamado de atención: posee una plantilla de lujo, quizá la de mayor jerarquía en el torneo nacional, pero aún parece necesitar horas de vuelo para desarrollar todo su potencial.

Por el contrario, el experimento de TV sí dejó conclusiones positivas. Aunque no fue el partido con mayor afluencia de público, el mismo fue retransmitido, en horario estelar, para todo el país, uniéndose a los seis restantes que colmaron la pantalla en apenas la segunda fecha del torneo. También los equipos deben haber tomado nota de algunas correcciones necesarias para atraer más espectadores al estadio, pero sin duda que el paso dado la noche del lunes significa un beneficio tremendo en la difusión de este deporte.

Ojalá que el 6 de febrero de 2017 marque un antes y un después en la comprensión del valor de la TV para exponer y presentar un espectáculo como el fútbol. Para ello es necesario seguir apostando por este formato y reforzar las estrategias publicitarias de los equipos. El de anoche fue el primer paso, queda esperar que no sea el último.

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