Opinión

La situación política de Venezuela: una lectura desde el tablero global

Un reposicionamiento del país va a depender del hallazgo a una salida política consensuada a la crisis, la cual se ha potenciado debido a las consecuencias y retos que impone la coyuntura de la covid 19, aunado a las expectativas que ha generado el nuevo gobierno demócrata de la nación norteamericana | Por Rosa María Pérez Lárez / Revista Democratización, Instituto de Estudios Políticos FORMA

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A fin de comprender la posición de Venezuela en esta dinámica internacional, resulta pertinente abordar aspectos fundamentales de su política exterior, la cual debe estar fundamentada en el Interés Nacional atendiendo a los instrumentos y fines propios del Estado, con base en las demandas domésticas e internacionales. Hasta 1999, se advierte en Venezuela, una acción exterior que abarcaba un conjunto de objetivos, acciones y reglas del juego permanentes de carácter trasnacional. Evidentemente, los cambios coyunturales que se dan a nivel sistémico tanto en el plano nacional como internacional, otorgaron un sello distintivo a cada periodo presidencial. Lo anterior también va a estar influenciado por el manejo de identidades y percepciones por parte de los decisores en esta área.

Con la llegada de Hugo Chávez (1999) se verifican transformaciones sustanciales para este ámbito en cuanto a las orientaciones, discursos, así como a la búsqueda de interlocutores diferentes a los tradicionales. Desde el inicio de su gestión, fue proclive a la idea del mundo multipolar, así como la necesidad de defender la soberanía como idea fundacional de su propuesta política. De acuerdo a Ellner (2009):

El presidente venezolano preveía la transformación de naciones vinculadas por alianzas en bloques políticos poderosos (…) En el caso de Venezuela, los bloques incluían a la OPEP, la comunidad caribeña de naciones, y Mercosur, al que Caracas solicitó su ingreso durante los primeros meses del gobierno de Chávez (1).

Así las cosas, la política exterior de Venezuela durante esta etapa estuvo orientada al diseño de una nueva geopolítica con lineamientos particulares, entre los cuales destaca la creación de mecanismos regionales que sirvieran de contrapeso a la influencia de Estados Unidos para la región. Iniciativas como la Alternativa Bolivariana para las Américas (ALBA), y la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CELAC) son ejemplos representativos de integración que respondían a este principio, en los cuales el petróleo es un vector de política y poder. No obstante, la premisa económica considerada al momento de la formulación de la agenda internacional, condicionaba la viabilidad del proyecto.

En este sentido, adquieren especial importancia las relaciones con Estados Unidos. Debe decirse que han atravesado por diferentes matices. A pesar de que durante los primeros años, el gobierno subrayó la defensa de una postura nacionalista; al mismo tiempo manifestó la posibilidad de reconocer los intereses de esta nación y en algunos casos, adecuarse a ellos. Sin embargo para 2003, la interacción entre ambos países se encontraría en un momento de tensión, en medio de un clima de acusaciones. De hecho, el presidente venezolano adjetivaría el gobierno de Bush como imperialista y genocida. En tal sentido, Romero advierte:

Las expectativas no son nada halagadoras para un régimen que se presenta ante el hemisferio con un nuevo proyecto nacional basado en una idea diferente de la democracia (…) Venezuela tiene dentro de la agenda de política exterior el tema de las relaciones con Estados Unidos. Pero, en la era de cambios globales, los gobiernos venezolanos no pueden esperar que Washington, siga tratando a este país como algo aparte de América Latina (…) Se impone un respeto mutuo, que para Venezuela significa una política de autonomía concertada¨ en un mundo cambiante (2).

En este orden de ideas, se concibe una estrategia de política exterior basada en una política antiestadounidense, a pesar de que se mantenían las relaciones económicas. No obstante, de ser EEUU el primer socio comercial de Venezuela, el total de importaciones ha disminuido hasta caer en la actualidad en el nivel más bajo de realizaciones. En definitiva, las relaciones entre Caracas y Washington han sido complicadas. Desde la llegada de la Revolución bolivariana al poder en Venezuela en 1998, primero con Hugo Chávez y luego con su sucesor político Nicolás Maduro, han existido periodos de tirantez, distensión y denuncias que han tirado al traste las relaciones diplomáticas y han agudizado el tono discursivo. Para Colmenares:

Maduro ha querido imitar el tono radical y antiestadounidense de los discursos del difunto Chávez. Son arengas con un tono muy distinto de las que pronunciaba cuando era Canciller. Sin embargo, luego de la victoria de Trump comenzó a evidenciarse un cambio de rumbo en el discurso del jefe del gobierno venezolano. Aquellas proclamas incendiarias en las que Maduro acusaba al país del norte de ser una potencia imperial y querer aplastar los movimientos progresistas de Latinoamérica y el mundo, cambiaron por un discurso más conciliador y favorable (3).

En líneas generales, la política exterior de Venezuela se enmarca en un contexto caracterizado por el acercamiento a otros polos de poder como China y Rusia, así como la vinculación a una izquierda internacional y a Estados con valores no occidentales, como el caso de Irán, en el cual se sopesan intereses de índole económica. Romero considera:

Irán también cumple la función de ser un socio comercial con poca participación del sector privado. Venezuela e Irán han firmado alrededor de 270 instrumentos de cooperación entre memorandos de entendimiento, contratos y acuerdos en áreas como energía, educación y tecnología, transporte, agricultura, fabricación de plantas y de autos, en materia de salud, y en la construcción de casas, destacándose la tesis iraní de que Venezuela pudiera ser un puente para las relaciones de ese país con el resto de América Latina (4).

Desde el plano doméstico, no sólo resulta crucial la falta de consenso entre los diferentes sectores encargados de la formulación de la política exterior, sino que es evidente la existencia de un servicio exterior cada vez más politizado, y una opinión pública cada vez dividida en los debates internos en torno a esta política. A todas luces, es un panorama complejo. Adicionalmente, se asiste a una marcada crisis económica y social de la mano de una total polarización, en la cual la oposición pierde centrismo. Lo anteriormente expuesto en líneas precedentes, convierten al país en tema de agenda internacional y permite esbozar algunas ideas sobre su situación en el tablero global.

Venezuela como jugador

Para 2019, Venezuela se ha convertido en un asunto de importancia creciente no solo para el ámbito latinoamericano por ser epicentro de contradicciones regionales, sino también para la política internacional. El debilitamiento institucional, así como la emigración producto del colapso económico y social in crescendo desde 2013, han conllevado al país a ser punto de conflicto entre EEUU, China y Rusia. La coyuntura venezolana tiene como marco una región con severos problemas de gobernabilidad y profundas divisiones políticas, que ha dificultado una respuesta homogénea frente a esta situación, más allá de los modestos esfuerzos del Grupo de Lima y de la cuestionada posición asumida por actores extra continentales como la Unión Europea.

Conviene recordar que el ex mandatario de EEUU, Donald Trump reconoció a Juan Guaidó, representante de la oposición y presidente para ese momento de la Asamblea Nacional. Dicho reconocimiento profundizó la situación de conflictividad con el gobierno de Nicolás Maduro, conllevando a la ruptura de relaciones diplomáticas y consulares. Malamud y Núñez consideran:

Estamos ante una crisis continental e internacional por las consecuencias políticas y geopolíticas que supone la existencia de dos líderes (Nicolás Maduro y Juan Guaidó) que fungen ante los venezolanos y ante el mundo como presidentes legítimos. Cada uno con sus respectivos apoyos internacionales (…) Guaidó ha recibido otros importantes respaldos, como el de Israel, Marruecos y Australia, de buena relación con EEUU. (…) Maduro cuenta con importantes apoyos internacionales (…) A estos se suman los clásicos aliados extrarregionales en la lucha contra “el imperialismo”, como Irán y Turquía y dos potencias emergentes con intereses y actitudes muy disímiles como China y Rusia (5)

La cita anterior da cuenta de la naturaleza de los respaldos a Venezuela en el tablero global. Sin embargo, se debe asumir que la capacidad de acción de los apoyos internacionales es limitada. Se ha manejado la posibilidad de una intervención militar por parte de EEUU, pero debe reconocerse que las consecuencias desbordarían la estabilidad política regional. Es un escenario con claras contradicciones y disensos, en el cual las iniciativas multilaterales que han emergido —Grupo de Lima, el Grupo Internacional de Contacto y la Iniciativa de Montevideo—, han adolecido de coordinación en cuanto a sus mecanismos y objetivos.

Es palpable la ascendente internacionalización del conflicto venezolano, en medio de un debate que se mueve entre los contrapesos de EEUU, sus aliados latinoamericanos y la construcción de alianzas del gobierno venezolano con potencias y países intermedios como China, Rusia, Turquía e Irán. Contrariamente, esta internacionalización ha dificultado la posibilidad de reposicionar a la región en el tablero mundial, acarreando mayores fracturas.

Se avizoran tiempos difíciles, no solo a nivel global sino en el plano hemisférico, debido a que América Latina (AL) ha perdido protagonismo y ha sido impactada por la situación económica, la fragmentación política y el deterioro social. Si a lo anterior se le adiciona la llegada del covid-19 y sus consecuentes efectos, resulta un escenario poco esperanzador para los países que integran la región, cada uno con sus realidades y proyecciones.

Por otra parte, la nueva administración demócrata, ha expresado la conveniencia de cimentar una relación con AL con base en tópicos como gobernabilidad, corrupción y derechos humanos, con el objetivo de ejercer presión sobre algunos países. Asimismo, ha reconocido la relevancia del tema migratorio: el real problema para Estados Unidos sigue estando en la frontera con México y aunque no se esperan por el momento cambios drásticos en esta materia, el presidente Biden quiere impulsar medidas en este sentido que también favorecerían a los venezolanos. Precisamente en relación con Venezuela, aún es temprano para precisar una política concreta y a pesar de que se advierten gestos como la habilitación de algunas operaciones en puertos y aeropuertos, dista mucho de ser el principio del fin en cuanto a las sanciones dirigidas al sector petrolero venezolano, en tanto deja por fuera actividades de exportación de diluyentes para refinar petróleo.

Una lectura en el marco del tablero global, implica reconocer que la comunidad internacional puede desempeñar un rol importante en la resolución de la situación política nacional. Sin embargo, es determinante el manejo de las controversias internas y la respectiva toma de decisiones traducidas en estrategias orientadas al diálogo firme entre el gobierno de Venezuela, la oposición y la sociedad civil organizada. Sólo de esta manera, se favorecería una salida inclusiva y plural.

Rosa María Pérez Lárez es profesora de la Facultad de Ciencias Jurídicas y Políticas de la UCV. Este texto se publica como cortesía de la revista Democratización, del Instituto de Estudios Políticos FORMA

(1) Steve Ellner, “La política exterior del Gobierno de Chávez: La retórica chavista y los asuntos sustanciales”, Revista Venezolana de Economía y Ciencias Sociales 15, no1 (Abril 2009): 4 Disponible en www. http://ve.scielo.org/scielo

(2) Carlos Romero, “Venezuela y Estados Unidos: Una relación necesaria”, Revista Uniandes, no 56-57 (2003): 129. Disponible: www.revistauniandes.com

(3) Alexis Colmenares, “Las relaciones de Venezuela con Estados Unidos en la era de Trump. Mucho ruido, las mismas nueces”, Foreign Affairs Latinoamérica 18, no. 1, (2018): 17-24. Disponible en: www.fal.itam.mx

(4) Carlos Romero, “La Política Exterior De La Venezuela Bolivariana”, Working Paper nº 4, (Julio de 2010): 1-36 . Disponible: http://www.plataformademocratica.org

(5) Malamud y Núñez, La crisis de Venezuela y el tablero geopolítico internacional, Real Instituto Elcano. Disponible http://www.realinstitutoelcano.org

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