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La venta de Coutinho, el mejor negocio del Liverpool

Cuando el Barcelona anunció el fichaje de Philippe Coutinho, movimiento concretado por 120 de euros, el Liverpool se quedó sin el elemento más completo del equipo en el plano ofensivo; autor de 12 goles y nueve asistencias, el brasileño era la referencia para el cuadro Red, que se vio obligado a hacer ajustes en lo que quedaba de calendario

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Fotografía: Composición El Estímulo

Con su marcha al fútbol español el 6 de enero, el equipo inglés figuraba cuarto en la Premier League además de tener el boleto a octavos de final de la Liga de Campeones. Salir de una pieza de su talla aparentaba un golpe muy duro para el entrenador Jurgen Klopp, quien encontró en su salida el punto de quiebre para potenciar a los suyos.
Hoy, el Liverpool es un mejor club sin Coutinho; valga esto como una manera de reflejar cómo creció desde el propio esquema de juego a pesar de dar de baja a uno de los volantes más talentosos en la actualidad.
Para Klopp, el problema con el amazónico radicaba en su ubicación en la cancha. En 11 ocasiones, el brasileño fue mediocentro ofensivo, asegurando las labores de creación y alimentando a los extremos y delanteros; mientras, nueve encuentros fueron como wing por la izquierda.
Esa dualidad, más que un punto positivo, trajo a Klopp el dolor de cabeza de no contar con un diseño fijo para su cuadro.
En los 21 duelos de Premier con Coutinho en la plantilla, el entrenador probó cinco dibujos distintos, con el 4-3-3 como opción más utilizada (ocho veces), por sobre el 4-2-3-1 (seis), 4-1-4-1 (cuatro), 4-4-2 (dos) y 3-4-2-1 (una). El carnaval de alternativas no permitía plasmar una idea clara más allá de los resultados positivos, al punto de no ver al Liverpool jugar de la misma manera en más de dos compromisos consecutivos durante el lapso.
Los Reds encontraron en su salida la pérdida de una pieza que pertenecía a otro rompecabezas. Los 14 duelos sostenidos desde enero de este año tienen un norte más definido: 12 de ellos con el 4-3-3, la corriente definitiva, presentándose así en sus últimos 11 careos.
En cuatro meses sin él, los números, que parecían imposibles de mejorar, cambiaron para bien: 2.28 goles a favor por juego, sobre los 2.14 de agosto a diciembre. En contra, de 0.92 ante 1.14. Esto último va de la mano con la llegada del central holandés Virgil van Dijk.
Este nuevo Liverpool encontró en sus elementos la solidaridad defensiva de cada involucrado, abogando al contragolpe como filosofía gracias a la velocidad y pegada de Sadio Mané, Roberto Firmino y Mohamed Salah, tridente letal. Este aspecto no se veía favorecido ante las aptitudes de Coutinho, talentoso en el ataque, pero con poca participación en el repliegue.
El recital brindado a su público el martes por la ida de las semifinales de la Liga de Campeones contra la Roma dejó claro que este es uno de los clubes que mejor desarrolla su fútbol en Europa. Sin opciones para titularse en el campeonato doméstico, todas las fichas están puestas sobre la Champions, donde parece que todo es favorable, al menos, para instalarse en la final.
Cuando a inicio de 2018 todo lucía gris por la transacción con el Barcelona, el Liverpool se hizo más fuerte y con coherencia entre el discurso y el hecho. El destino tuvo planes que fueron contracorriente. Salah llevó su juego a límites desconocidos, metiéndose en la discusión por el Balón de Oro. Klopp armó el equipo que deseó cuando se unió a las filas de los Reds y, para mayor satisfacción, en caja hay 120 millones de euros, como si fuera un premio adelantado por hacerse mejores.]]>

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