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La Vinotinto de los lugares comunes

Venezuela no fue mejor que Chile ni mereció mejor premio. Sin embargo, el resultado pone en evidencia que independientemente de quien dirija, las diferencias contra los equipos protagonistas de la eliminatoria siguen siendo grandes

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Baroja, Villanueva, Vizcarrondo, Faría… Si vamos a la hemeroteca, encontraremos responsables de resultados negativos que varían según la fecha. Venezuela es una selección que suma más tristezas que alegrías y que se agarra de un hilo para explicar resultados. «Si hubieran pitado una falta»… Lo cierto es que, independientemente de las buenas intenciones y del deseo de los jugadores, el último lugar en el premundial demuestra que no hay conexión entre lo que se busca y lo que se ejecuta.

Y Noel Sanvicente buscó una resurrección ante Chile que no fue tal. Al contrario, todas las dudas volvieron a aflorar. La FVF y el propio entrenador deberán explicarle al país si este bajo rendimiento es sintomático de las estructuras económicas del país o, si por el contrario, es la consecuencia de 27 años de atraso (los que tuvo Rafael Esquivel a su mando).

Contra Chile se vieron cosas muy raras. Como Seijas, que era una opción, iniciara en el banco. Y luego, pasara de recambio a regresar a donde estaba. La lesión de Figuera lo modificó todo. Y Guerra, que entró por cambalache, le dio la razón a aquellos que desconfían de su aporte. Todo es muy raro en la Vinotinto. Como si el resultado dependiera del pie derecho del entrenador y de los jugadores. Hasta el gol: Otero cobró un extraño disparo que se convirtió en una parábola.

Golazo dice la gente, para quien escribe fue un error del portero Herrera. Era el minuto 9. ¿Por qué Venezuela no puede mantener una ventaja temprana? Lima sigue en la memoria. 30 segundos de penitencia. No es solo culpa de los jugadores. Después del tanto, todos presionaban, había esperanza, pero Pinilla encontró un hueco para volver al juego. Podemos señalar a Vizcarrondo, como antes hicimos con…. (llene acá con la «víctima» de su preferencia).

Si quisiéramos ser optimistas, podríamos hablar de Otero y su tanto; de sus cualidades para conseguir faltas donde nadie se atreve; igualmente soñaríamos con esos minutos en los que Venezuela presionó arriba, generando el error de Chile. Pero todo ello se fue desvaneciendo. No importó el clima, ni el esquema, ni los cambios. Como en el principio de la historia, al rival solo le bastó con estar e insistir en una idea. Sabían que el local se equivocaría. Y así fue. Después, para todos los que esperábamos un milagro, ganaron los agnósticos.

No hay mucho qué analizar. Venezuela está en la última posición del premundial por una sola razón: es el peor local de la eliminatoria. Y, es obvio, el cuerpo técnico no sabe cómo darle vuelta.

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