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La Vinotinto resucita a un muerto

Saquemos conclusiones positivas del empate 2-2 en Lima: se recolectaron señales de existencia de un contragolpe venezolano, Juanpi Añor y Adalberto Peñaranda mostraron que tienen la tónica y la técnica y el ex shortstop Mikel Villanueva conectó tremenda línea

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El resumen para lectores con sueño del Perú-Venezuela (2-2) de la quinta fecha de la eliminatoria sudamericana: Estación 1. Los locales meten miedo en los primeros 25 minutos con los tipos que en la Copa América jugaron un kilo: Advíncula, Cueva (igualito a Roy, el hijo comediante de Simón Díaz), Foquita Farfán, Paolo “Jerjes” Guerrero, etcétera y la Vinotinto mantiene el 0-0 pegado con tachuelas. Estación 2. Un contragolpe Salomón-Josef (minuto 27) inicia un increíble período en el que el equipo de Chita tiene tres ocasiones clarísimas y convierte un penal en cinco minutos. Estación 3. Justo después del 0-2 con zurdazo de Mikel Villanueva (minuto 57), el timing del inmediato gol peruano de Guerrero (minuto 61) levanta a un muerto tres días antes del Domingo de Resurrección. El suplente que solo conocen en Perú pero que también juega su kilo, Raúl Ruidíaz, termina mereciendo su golcito y una Venezuela educada nos da una mentada de madre a medianoche con el marcador final 2-2 en el alargue.

No creo en la leyenda del escritor que se acuesta tarde. Mi cerebro deja de funcionar con eficiencia luego de las 9:00 de la noche y no me pida un análisis demasiado sesudo. Medio me asomé en el Twitter después de que terminó el partido y vi que mucha gente la agarró con el portero Alain Baroja, que ciertamente podría tener responsabilidad en ambos goles peruanos, aunque también es cierto que: Vizcarrondo cae y el manganzón Wilker Ángel es superado en el salto por el chiquitico Ruidíaz en la acción del 1-2; y Alejandro Guerra y Ángel Faría muestran una pasividad algo radio-rochelesca por la banda derecha en la fatídica jugada del 2-2.

Este Jueves Santo se murió Johan Cruyff pero yo voy a citar a otro holandés, Louis Van Gaal, que siempre le recriminaba a la prensa en su gagueante español: “Siempre negativo, nunca positivo”.

Nos embarga esta noche el cinismo y el negativismo, pero voy a tratar de ver el vaso medio lleno.

1. Se recolectaron evidencias de la existencia de un contragolpe venezolano.

2. Se mantuvo el arco en cero, mal que bien, en los primeros 20 minutos, lo que en estos tiempos ya se había vuelto digno de un capítulo de Venezuela Heroica de Eduardo Blanco;

3. En la Vinotinto de Chita, pareció haber una mayor noción de qué cosa hace cada uno. Superado el desconcierto inicial (en el que Advíncula bailaba una cumbia amazónica cada vez que le daba la gana con Villanueva), se apretaron las tuercas, la defensa se ajustó y los creativos Rómulo Otero y Juanpi Añor comenzaron a generar juego con el caudal que soñaríamos para el Guri.

4. El citado Juanpi Añor y el sustituto Adalberto “Camomila” Peñaranda mostraron que son cartas más que válidas para una eliminatoria mundialista y el segundo estuvo a punto de concretar otro contragolpe;

5. Como de costumbre, Tomás Rincón se fajó y sufrió la Pasión de Cristo.

6. El ex shortstop Mikel “Timberlake” Villanueva la conecta de línea y con la zurda luego de un tiro de esquina pasado de Añor y podrá llamar a su Táchira natal y decir: “Mamá, metí un gol con la Vinotinto”. Una historia más inspiradora que la de Maikel Melamed, por decir lo menos.

7. Arquímedes Figuera inventó el Principio de Arquímedes, que consiste en que todo cuerpo como el suyo sumergido en un líquido evacuará un rendimiento exactamente idéntico (ni bueno ni malo) en cada juego.

Viene el partido contra Chile en la linda Barinas y soy optimista, o por lo menos, menos pesimista. El equipo austral siempre ha sido nuestra bestia negra, pero esta vez no hay ninguna ilusión que nos pueda ya arruinar, los chilenos van a llegar con una epidemia de lesiones más grave que el Guillain-Barré (un primo de Beausejour) y Argentina les cortó el copete en Santiago. No va a estar Salomón Rondón por acumulación de amarillas, pero Peñaranda es mi gallo. El Nazareno le echará una mano a la Vinotinto (que es casi decir morado) después de su prodigio de resucitar a un muerto en Semana Santa.

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