Opinión

Las “sugar babies” venezolanas

En opinión de Carolina Jaimes Branger hay una "especie" de moda: mujeres que son "cara, senos y nalgas" cuyo propósito en la vida es conseguir un "sugar". O varios

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Con gran preocupación veo que en esta nueva camada de venezolanas hay un retroceso en cuanto a derechos, educación y metas que las mujeres de generaciones anteriores habíamos conquistado. Muchas jóvenes profesionales, las más valiosas, han emigrado, porque para nadie es un secreto que en Venezuela ningún joven tiene la oportunidad de surgir mediante el trabajo honesto.

Pero ahora hay una especie de moda, la de las “tusis” (por las cuentas de Instagram @tusitanrosa y @tusiarmy) donde el éxito se basa en el aspecto físico de las muchachas. Cara, senos y nalgas, para no caer en la vulgaridad con que hoy se nombran. Más nada. Atrás quedaron quienes usaron el Miss Venezuela, por ejemplo, como trampolín para triunfar en sus carreras profesionales. Estas de hoy no trabajan: se consiguen a un “sugar daddy” que les pague desde las imprescindibles cirugías, el Porsche, la ropa, las lleve de viaje y complazca sus caprichos, que son inversamente proporcionales al nivel económico del que provienen: mientras más pobres, más rocambolescos sus antojos.

Hace años escuché un chiste en el que un grupo de ancianos descubrieron que la “sugar baby” de uno de ellos le estaba montando cachos. Y estaban consternados, porque el señor en cuestión estaba tan emocionado, que no sabían cómo iba a reaccionar. “¿Y si le da un infarto?”, se preguntaban con nerviosismo. Finalmente, tomaron la decisión de decírselo. Él los oyó y sonrió: “gracias por su preocupación, pero ya yo lo sabía”, les respondió. “¿Lo sabías?… Y… ¿no te importa?”, los amigos no salían de su asombro. “Pues la verdad es que no. Prefiero ese bomboncito compartido que el zafarrancho de vieja que tengo en mi casa para mí solo”.

Esos “sugar daddies” han proliferado con la revolución bolivariana. Tienen muchísimo dinero, y como nuevos ricos que son, tienen que mostrarlo a diestra y siniestra, y como muchos en sus vidas no habían encontrado quien les dijera ni “ahí te pudras”, ahora tienen que exhibir sus “éxitos”. Desde lo que han robado, hasta a quienes se han “levantado”. Y como el anciano del chiste, prefieren un bombón compartido, por más Viagra que tomen.

Hemos escuchado las historias, como la del hombre aquel de La Guaira, que pagaba cuanta operación le pedían, con tal de que fuera para agrandar. Hasta niñas menores cayeron en sus garras. Pero como era del círculo de los panas, ni la Fiscalía de Luisa Ortega Díaz, ni la de ahora, de Tarek William Saab, tomaron cartas en el asunto. Contradictorio que para perseguir a defensores de derechos humanos, por ejemplo, sí tengan las garras bien afiladas.

Pero vuelvo al tema de las mujeres. Nunca pensé que podía decir esto, pero me alegra que mis hijas se hayan ido y trabajen duro en otras partes del mundo. También conozco amigas de ellas que siguen aquí en Venezuela pasando las verdes, las maduras y también las podridas, pero la “moda”, la “tendencia”, lo que está en “boga” para un numeroso grupo de mujeres jóvenes, quizás por supervivencia, entre otras razones, es que se conviertan en unas “sugar babies”, cueste lo que les cueste, buscarse su “sugar daddy” y “resolverse la vida”. No hay noción de trabajo, ni de excelencia, ni de educación, ni de alguno de los valores que hacen grande a una persona o a un país.

Han arrastrado por la tierra lo que significa ser una buena estudiante, una científica, una investigadora, una ingeniero, una escritora o una jurista exitosa. Su actitud es así como “¿qué harán estas pendejas partiéndose el lomo cuando resulta tan fácil menear la cola?”. Todos los videos que publican en las redes parecen copias de los anteriores: en la playa o en la ciudad, bailan mostrando lo que la naturaleza o la cirugía les dio, demostrando que no puede haber en el mundo nadie más feliz, ni más exitoso que ellas.

No sé qué valores pueden tener los hijos de esas mujeres ni qué clase de sociedad puede crecer alrededor de seres tan vanos y superficiales. Lo que sí sé es que es otra carga para nuestra tan maltrecha Venezuela.

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