Espectáculos

Leonardo Padrón: “El exilio es una cicatriz y un duelo con el que hay que aprender a vivir”

Su más reciente telenovela, “Si nos dejan” encabeza la sintonía en Estados Unidos y está pronta a estrenarse en México. Para Netflix prepara una serie con una historia de amor en clave de thriller. Venezuela sigue en su lista de prioridades y preocupaciones, y no deja de lado sus críticas a una oposición cuyo accionar, a su juicio, ha sido responsable de buena parte del marasmo tan agónico como exasperante que vivimos

Leonardo Padrón: sus telenovelas son un éxito en México y Estados Unidos con Univisión y Televisa
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Cuando Leonardo Padrón tuvo que enfrentar la contingencia del exilio en 2018, su carrera como poeta, escritor, periodista y hombre de radio y televisión estaba francamente consolidada en nuestro país. Pero hubo que volver a comenzar en otros ámbitos, donde ha tenido la fortuna de seguir trabajando en su oficio televisivo. Y con muy buen pie, por cierto.

Amar a muerte, la primera telenovela que adaptó para Univisión de Estados Unidos y Televisa de México, tuvo los mejores resultados de audiencia y crítica. Igual está sucediendo ahora con la segunda, que desde junio pasado escribe para ambas empresas con el título de Si nos dejan, ya exhibiéndose en el mercado norteamericano y próxima a estrenarse en el país azteca.

Leonardo Padrón reconoce que aunque el desarraigo lo ha golpeado anímicamente, ha logrado ganar otras batallas, pues afirma que “el exilio también te ensancha la mirada, te enriquece la perspectiva, te amplía tu condición de ciudadano”.

Se alegra igualmente porque pronto verá cumplido un gran anhelo profesional: escribir una serie para Netflix, la más grande plataforma mundial de entretenimiento por videos bajo demanda, de la cual no puede avanzar mayores detalles, solamente que se trata de una historia de amor en clave de thriller, que su título es Pálpito y que comenzará a emitirse a fines de este año o en los primeros meses de 2022.

Menciona que a pesar de la distancia Venezuela sigue en su lista de prioridades. “Sigo pronunciándome, sigo diciendo lo que pienso, sigo propagando los delitos de los criminales que usurpan el poder”, enfatiza.

Y todo ello sin dejar de lado sus críticas a una oposición cuyo accionar, a su juicio, ha sido responsable de buena parte del marasmo tan agónico como exasperante que vivimos, una oposición que se ha convertido “en un triste y desbocado territorio de egos políticos que se masacran unos a otros”. Sobre estos y otros temas abundó el escritor en la conversación que sostuvimos para El Estímulo.´

“Storyteller” en acción

-A más de 30 años en el oficio, ¿qué balance haces de tu trabajo de escritor de telenovelas en las diversas etapas que te ha tocado vivir?

-Las diversas etapas de las que hablas me acercan mas a la definición que los norteamericanos hacen de un storyteller. Yo comencé escribiendo largometrajes para televisión, los llamados unitarios, a principios de los años 90, luego desemboqué en las telenovelas durante largos años, en paralelo escribí guiones de cine, luego historias para el mercado hispano en USA y México, incluyendo un formato inédito de 27 capítulos (Rubí, La Serie. 2020), y ahora también una serie original para Netflix.

Cada formato te exige una elaboración distinta del discurso narrativo y es parte del juego intelectual y creativo de todo contador de historias. El balance para mí es muy gratificante. En Venezuela pude contar muchas de las historias que quise, con elencos de altísimo nivel, siempre en horario estelar, y en un momento muy saludable de la industria de la TV, y ahora he tenido el compromiso de adaptar clásicos de la TV en la fragua del exilio, para cadenas de televisión muy importantes. Y en ambos territorios he logrado el favor de la audiencia. Quejarme sería obsceno.

Leonardo Padrón y el catálogo de escrúpulos y prejuicios

-Tu nuevo dramático, Si nos dejan, aborda la relación entre una mujer mayor y un joven “en clave siglo XXI”. ¿Han variado mucho esas claves desde hace 30 años, cuando se escribió “Señora Isabel”, la telenovela colombiana en la cual te inspiras?

-Para nada. La sociedad sigue manejando más o menos de la misma forma su costal de escrúpulos y prejuicios. A veces nos creemos el espejismo de que hemos madurado como sociedad, pero el racismo, la misoginia, la homofobia, la discriminación y otros estigmas morales siguen transitando libremente por las venas de la sociedad. La diferencia de edad en una relación sentimental siempre ha sido un punto de cuestionamiento, condena y burla. Una verdadera estupidez neuronal de parte del establishment social.

Y aunque cada vez abundan más este tipo de relaciones, siempre hay un clima -subterráneo a veces, explícito en otras- de reproche y estigmatización. Por eso subrayo la absoluta pertinencia en pleno siglo XXI del argumento de Bernardo Romero y Mónica Agudelo, creadores de la historia original. No te imaginas cuánto me alegró que me encomendaran la aventura de contar de nuevo esta historia, pero en clave contemporánea.

-¿Qué otras subtramas de actualidad hay en Si nos dejan?

-Quien conoce mi estilo sabe que yo suelo ceder a la tentación de condimentar la trama central con otras subtramas para intentar abarcar temas que también activan mi pulsión narrativa. Si nos dejan no iba a ser la excepción. Ubiqué a muchos de los personajes centrales en el contexto de un programa de televisión de corte informativo para poder asomar ciertas reflexiones sobre la libertad de expresión, la manipulación de la opinión pública o el juego de intereses entre el estado y la empresa privada.

También abordé temas como el concepto de amistad, las urgencias del periodismo actual, la corrupción policial, el bullying adolescente, el Alzheimer prematuro, la ludopatía, y la depresión, entendida como una enfermedad a la que hay que atender con el debido interés clínico y social.

-¿Qué respuesta ha tenido entre público y crítica?

-En Univisión hemos liderado ampliamente el rating desde su estreno, incluso compitiendo contra una novela turca (Hercai), que ha tenido mucho éxito en otros mercados. Pronto será estrenada en México y por supuesto esperaré la respuesta del público y la crítica con mucha expectativa. La novela, producida por Carlos Bardasano, de W Studios, posee un muy alto nivel de factura y un elenco muy poderoso, que se supo engranar de manera extraordinaria.

Amor en clave de thriller

-¿Tu serie-debut en Netflix podría tener fecha de estreno para este 2021?

-Podría ser para finales de este año o principios del 2022. Netflix se toma muy en serio todo el proceso de postproducción, doblaje a otros idiomas, etc. Ya veremos.

-Dentro de lo poco que puedes decir en torno a este proyecto, ¿ni siquiera hay la posibilidad de asomar por qué se titula Pálpito?

-Jajaja, no por ahora. En todo caso, el título también entraña el deseo de acelerar las palpitaciones de la audiencia. Si me apuran, yo defino esta historia en una frase: Es una historia de amor en clave de thriller.

-¿Sientes que en Netflix llegas a las grandes ligas de los escritores de televisión?

«No creo que exista escritor de televisión que no desee escribir para una plataforma como Netflix. Quien te diga lo contrario, miente descaradamente. La aparición de los streamings (Netflix, Amazon, Hulu, HBO Max, Apple TV, etc) ha revolucionado la narrativa audiovisual. Los escritores tenemos luz verde para articular discursos narrativos más lúdicos e imaginativos. Hay mucha mayor libertad creativa, mayor presupuesto, un inmenso respeto al escritor como figura tutelar de la historia, y un largo etcétera.

Escribir sin las ataduras de la televisión abierta, sin la mirada castradora de la censura, sin los cercos creativos que muchas veces te imponen los ejecutivos, ya es una fiesta. Y en este muy saludable panorama, es incuestionable que Netflix es el gigante», sostiene Leonardo Padrón.

El exilio y sus heridas

-Recién comenzando tu destierro en 2018, nos dijiste en una entrevista que para recuperar la normalidad laboral en otro ámbito, “las heridas del exilio trato de mantenerlas puertas adentro”. ¿Cuál es el estado de esas heridas hoy día?

-He aprendido a domesticar algunas heridas y a ponerle sordina a otras. Se impone la supervivencia, establecer métodos de reconexión con la cotidianidad, y la recodificación de tu sentido de pertenencia. Pero el peso del exilio siempre estará ahí, como una cicatriz y un duelo con el que hay que aprender a vivir.

-También dijiste, en la misma entrevista y hablando de la situación venezolana, que “el país ha entrado en un marasmo tan agónico como exasperante”. ¿Qué decir hoy día al respecto?

-Lamentablemente, no ha cambiado mucho el panorama. Estamos en la rueda del hámster. A cada tanto, se asoma un evento (elecciones regionales, elección de un nuevo CNE, nuevo ciclo de negociaciones) que para algunos analistas puede ser considerado un punto de inflexión para salir del marasmo donde nos encontramos, pero muy pronto todo entra en “estado general de sospecha”, como decía un extinto funcionario de ingrata recordación. Estamos en un pernicioso círculo donde nosotros mismos canibalizamos cualquier intento por quitarnos de encima la agobiante lápida de la dictadura.

Con la brújula equivocada

-¿No crees que la brújula de la dirigencia opositora le está marcando la dirección equivocada?

-Sin pretensiones de fungir como analista ni mucho menos, soy del criterio que el primer diálogo que debe ocurrir es puertas adentro de la oposición. Es absurdo pretender sentarnos a confrontar rutas de negociación con la dictadura si no hemos logrado ponernos de acuerdo nosotros mismos sobre cuáles serían esas rutas.

Maduro, en su clásica estrategia divisionista, ha dicho que está dispuesto a sentarse a hablar con “las distintas oposiciones”. Pero ahí, por primera vez, dice algo cierto: hay muchas “oposiciones”. Y he allí parte de nuestra tragedia.

«Lo que podría considerarse un sano signo de diversidad ideológica, en nuestro caso se ha convertido en un triste y desbocado territorio de egos políticos que se masacran unos a otros», sostiene Leonardo Padrón.

-¿Ves lejano el fin de la dictadura y por ende tu regreso a Venezuela?

-Para seguirle rindiendo culto a mi viejo y abollado optimismo: creo que el fin de la dictadura será algo que ocurrirá, por supuesto, pero en un mediano plazo.

-¿El país político vive en un círculo vicioso o en un callejón sin salida?

-La inercia que nos consume puede ser descrita a través de ambas analogías. Pero todo círculo vicioso tiene un patrón de comportamiento fijo. Se trata entonces de modificar ese patrón de conducta, en este caso, de la oposición. Convertir el círculo vicioso en un círculo creativo. Y todo callejón sin salida tiene una entrada, ¿por qué no convertir esa entrada en una salida? Entre otras dolencias, tenemos una severa crisis de imaginación en el panorama político venezolano.

“Fastidiar al tirano siempre”

-¿Cómo asumes tu compromiso con Venezuela desde la distancia?

-Yo no clausuro a Venezuela en mis afanes. Sigue en mi lista de prioridades. No dejo de leer el comportamiento del país. Ni un minuto. Mas allá de que logre o no descifrar tamaño exabrupto histórico. Sigo pronunciándome, sigo diciendo lo que pienso, sigo propagando los delitos de los criminales que usurpan el poder en nuestro país. Callarnos, convertirnos en silencio, claudicar, es el escenario ideal para ellos. “Fastidiar al tirano siempre”, insistía Adam Zagajewski.

-¿Cómo ha transcurrido tu exilio? ¿Cómo describes Leonardo Padrón su experiencia de vivir y trabajar en otro contexto, diferente e inesperado? ¿Qué papel ha jugado tu vida familiar?

-Sería indecente quejarme de mi fortuna en esta nube de incertidumbre que es todo exilio. Yo he logrado seguir trabajando en mi oficio, que ya eso es inmenso. El desarraigo me ha golpeado anímicamente, pero he logrado ganar otras batallas. El exilio también te ensancha la mirada, te enriquece la perspectiva, te amplía tu condición de ciudadano. Quizás mi mayor dolor ha sido no tener a mis hijos cerca, en el mismo territorio, pero allí la pandemia también ha jugado su rol.

-¿Mariaca Semprún es tu gran soporte emocional?

-Sin duda alguna. Ella es ahorita mi país, geográficamente hablando. Hemos logrado consolidarnos como equipo para navegar la marea alta del exilio. Creo que es una estrategia crucial. Han sido tiempos muy duros para todos. Miles y miles de familias se han disgregado, rotas en pedazos, con los fragmentos del afecto dispersos por el mundo. Si no logramos construir un soporte emocional, nos derrumbaríamos estrepitosamente.

Mariaca Semprún
Mariaca Semprún, compañera y musa del escritor Leonardo Padrón

Mariaca Semprún, musa del escritor Leonardo Padrón.

-¿Te gustaría readaptar alguna de tus novelas hechas en Venezuela?

-Sí, por supuesto. Hay algunas que me tocan el hombro y me recuerdan que su potencial narrativo podría funcionar en otras esferas. Pero ya veremos como sigue fluyendo el devenir de mi oficio en estas latitudes. Hay una gran demanda de contenido audiovisual. Sin duda, este es un momento estelar para los contadores de historias-, observa Leonardo Padrón.

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