Venezuela

Leopoldo López

El verdadero juicio que esperan los venezolanos es aquel que permita dar el ejemplo para detener la corrupción y que haga que se devuelvan los recursos robados para resolver los problemas reales de país.

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Foto: AP

La condena a Leopoldo López era necesaria. No tengo idea si el tiempo asignado es el justo y de hecho lo dudo, pero él hizo lo correcto: se entregó a la justicia, y la justicia hizo lo correcto: lo sansionó como consecuencia de su responsabilidad en la muerte de 43 personas producto se una convocatoria denominada «La Salida», que tenía a todas luces una connotación cuando mínimo de desestabilización.

Todo esto lo dejo claro de principio, para que no quede ninguna duda de mi postura ante la necesidad de superar la impunidad, sea quien sea y por las razones que sean. Sin embargo, en descargo de la necesidad de justicia debemos decir que todo el procedimiento de juicio a Leopoldo estuvo cargado de sin razones y clara injerencia del Poder Ejecutivo sobre el Judicial, que ponen en tela de juicio la voluntad real de hacer justicia, más que la voluntad de hacer política con «p» minúscula, cosa a la que nos tiene acostumbrado el gobierno del presidente Maduro.  

Estoy seguro que si la voluntad fuese de justicia, Leopoldo y muchos otros actores políticos debieron ser castigados por todas sus acciones en torno al golpe de Estado contra el presidente Chávez, e incluso Capriles debería tener más razones de estar condenado por la llamada a » descargar la arrechera» después de su derrota electoral, que produjo 14 muertes. Sin embargo, hoy el único que está condenado, con tres instancias aún de apelación de la condena, es aquel que se convirtió en un factor perturbador para el «Pacto del polvo cósmico y la arena de playa», al igual que fueron proscritos otros actores políticos por estar fuera de la polarización impuesta a nivel electoral.

Para aquellos que pretenden desmontar las razones de porqué Leopoldo debe pagar condena, sea un año o 30 según se juzgue de manera correcta y transparente, afirmando que entonces Chávez también debió pagar su responsabilidad, se olvidan que Chávez lo hizo, pero antes de la sentencia firme fue una decisión política la que lo excluyó de seguir pagando su condena, sin embargo el nunca negó su responsabilidad, asumiéndola públicamente, mientras que Leopoldo no reconoce ninguna parte de la culpa de lo sucedido durante y después de ese 12 de febrero. Creo que la decisión de sancionar a Leopoldo fue una decisión política, manejada a dos tiempos, que lo condena, y que después aliviará su pena.

Quizá lo más delicado del proceso de juicio contra Leopoldo es el motivo de la condena. No condenar a Leopoldo por la flagrante violación a la Constitución el 11, 12 y 13 de abril del 2002 hizo que que 13 años después el argumentos e una sanción histórica sea incitar al odio y la violencia a través de su discurso, cosa que podría ser atribuida a casi todos los políticos venezolanos de la actualidad y eso hace débil una condena que sabemos era necesaria.

Pero hoy quisiera poner a la voluntad política de condenar a Leopoldo, como un ejemplo de lo que se debe hacer, con procesos más transparentes y expeditos, para enjuiciar y condenar a aquellos responsables de la fuga de más de 259 mil millones de dólares, que han traído como consecuencia la muerte de cientos de venezolanos por diversas razones. Condenar a 13 o a 30 años a aquellos que hoy nos tienen haciendo colas y sufriendo de la escasez porque no hay divisas para importar los productos básicos es tan justo y aún más necesario que la condena a López (El año pasado las importaciones bajaron un 32% y para este año ya se proyecta 43% de dismunición con respecto al año pasado).

El verdadero juicio que esperan los venezolanos es aquel que permita dar el ejemplo para detener la corrupción y que haga que se devuelvan los recursos robados para resolver los problemas reales de país. Mientras tanto seguimos diciendo que caiga quien caiga, de un lado o del otro, pero la impunidad debe acabarse, no sólo a través de condenas necesarias, sino de juicios justos y transparentes que den razones a las condenas fijadas.

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