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Lo bueno y lo malo del FutVe en 2018

Termina otro año del FutVE y todo parece un calco del último año. Siempre hay que destacar cosas positivas, pero las negativas siguen opacando lo bueno.

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FOTOGRAFÍA: CORTESÍA

Yo no olvido al 2018 porque en fútbol nos dejó cosas muy buenas. Este fútbol es muy noble y siguió presentando episodios preciosos: las remontadas inolvidables del Deportivo La Guaira, el partidazo que fue el Caracas 2-2 Zamora, los vibrantes choques de los cuartos de final de la Liguilla del Clausura, el gran regreso de Darwin González, la alegría de Mérida con la marcha de su Estudiantes y su nueva clasificación internacional, la velocidad de Erickson Gallardo por una banda, el alto nivel de la final Zamora – Mineros del Torneo Apertura, las victorias de Academia Puerto Cabello en su campito ante los poderosos Caracas y Zamora, el interés constante de nuestros futbolistas por equipos de otras fronteras, la pasión con la que unos pocos aún alientan a sus equipos, los directivos que aún invierten en un saco que aparenta estar roto, el progreso de Zamora como organización y estructura y la consecución de su cuarto título, la marcha de Caracas en Copa Sudamericana. Todas son obras de arte surgidas de la locura del FutVE. Resalto algunas:

Una vez más, Zamora: En Barinas siguen vendiendo, invirtiendo y haciendo las cosas bien. El cuarto título obtenido lo hacen el equipo de la década. Siguen todos la estela del trabajo de Noel Sanvicente y en esa casa todo marcha casi a la perfección. Sin fichajes rimbombantes pero con el trabajo de Alí Cañas, otra vez Zamora demostró que con poco hacen mucho. Se acostumbraron tanto a ganar que ahora el verdadero reto es trascender en Copa Libertadores, una deuda vieja con su gente.

Leo González otra vez protagonista: Un altísimo porcentaje del éxito de Lara en los dos últimos años depende de lo que es capaz de decidir al borde de la cancha un estratega como Leo González. Bajo se régimen, el rojinegro ha sumado dos títulos de Clausura y peleó en segunda oportunidad la posibilidad de ganar otra estrella. Le ganó a Millonarios y a Independiente en Copa Libertadores. Con menos calidad en la plantilla que en 2017 y con más fatiga y lesiones, volvió a marcar diferencias. No hay un técnico que le iguale en su manera de preparar los partidos de ida y vuelta, los “mata – mata”, como le dicen en Brasil. Es un fuera de serie en interpretar lo que deben hacer sus equipos para tumbar a sus rivales. Descifra a la perfección al contrario y sin un fútbol que deslumbre a los ojos, es capaz de clavar la daga en el momento preciso para seguir avanzando.

Antonio Romero: Merece una mención especial el atacante de Zamora. Un loco de esos que necesita este fútbol. Un tipo con un carácter endiablado que no sabe otra cosa que atacar. Es desbocado, sí, pero ¡cuán hermoso es ver un tipo que tenga entre ceja y ceja el arco rival! Su capacidad de desmarque, de buscar con sus movimientos que los compañeros encuentren espacios lo rubricó además con el golpe oportuno cuando llegó el momento de pegar. Goles a lo Zamora. Goles de explosividad, de velocidad. Fue Romeo la figura de toda la Liguilla del Apertura y la figura de la final del Clausura con cuatro tantos marcados a Lara.

A pesar del optimismo con el que queremos ver las cosas en nuestro fútbol, son muchas las que hacen sombra: jornadas sin televisión en Primera, equipos de Segunda División financiando transmisiones televisivas, como ocurría por allá en los noventas cuando los clubes pagaban para que se levantara la señal de sus partidos, equipos que no cobran desde 2017 los derechos internacionales de transmisión, gradas vacías, el bus de Libertador FC atacado a tiros a la altura de Río Chico, fútbol de Primera en un campo universitario como la Universidad Santa María, el pobre espectáculo futbolístico que ofrecen los equipos en sus enfrentamientos, el descuido de los terrenos de juego, las sombrías “denuncias” de amaños y algo que es alarmante: los reiterados errores arbitrales, técnicos que juegan a la desinformación al no publicar convocados, alineaciones desorganizadas…

Hay que destacar las más graves y que requieren una atención inmediata, pese a que año tras año se repiten:

Suspicacia final: Un campeonato más que terminó y de nuevo, como es usual y tradicional, las dudas en la clasificación. Ni siquiera la revisión efectuada a principios de año al reglamento de competición por los directivos de la Liga FutVE ha permitido claridad al término de la justa. Tres triples empates marcaron el enredo sobre el final del Torneo Clausura y lo establecido en la reglamento no fue adoptado al pie de la letra.
Independientemente de las formas, lo que más llama la atención fue lo tardío de las aclaratorias. La FVF no aplicó los mismos criterios para los dos triples empates, teniendo incluso antecedentes similares a lo ocurrido. Trujillanos debía haber terminado cuarto y Lara, quinto y no fue así, según la interpretación que dio el propio presidente de la FVF, Laureano González, a las normas de competición. La jurisprudencia en este caso, no era aplicable según palabras del máximo encargado del ente federativo.

Estadios vacíos: Hoy, la realidad estremece y el fútbol, que en su particular burbuja de crecimiento económico pareciera vivir aislado de lo palpable, de lo visible, también es afectado por ella. Y así muchos ejemplos más, que contrastan con el gran interés que han puesto los inversores en desarrollar el fútbol venezolano como un producto comercial atractivo. Hay una crisis ineludible que se palpa en el día a día. Y es que a la gente no le ha dejado de gustar su fútbol, pero ya no puede priorizarlo por encima de un kilo de arroz, de un kilo de azúcar o de un cambio de aceite para el carro. Ir al estadio se ha hecho muy caro en un caso económico y en otro imposible porque no hay como trasladarse. A esto debe sumarse el tema del efectivo: no gastaré los pocos billetes que me da un banco para ir al estadio o comprar la entrada si necesito el lunes pagar el pasaje con ese dinero. La escasez del papel moneda es un agravante más.

Sin descensos: Terminó todo muy borroso: Portuguesa y Metropolitanos descendieron pero nadie lo oficializó. Se esperó por el tema de las deudas del Anzoátegui y los equipos involucrados en el penúltimo puesto de la Acumulada esperaban cual gato en cacería saber qué pasaría con las desventuras del equipo porteño para buscar una tabla de propia salvación en el mar agitado. Al final, todos tranquilos: nadie baja, suben dos. Hagamos una Liga de 20 para el año que viene. ¡Qué importa las reglas de competición!

Árbitros anónimos: Árbitros no anunciados las fechas decisivas del campeonato “para que no existan presiones” según un propio vocero de la FVF, hecho que evidencia la aceptación tácita de que existen manejos turbios y presume a todos como “tracaleros” por encima de la inocencia legal. ¿Quién presiona? ¿Por qué no se denuncia a quien lo hace?

2019 no pinta bonito. Sin claridad sobre la deuda que mantiene la empresa internacional que posee los derechos de transmisión televisiva, la época de vacas flacas parece llamar a la puerta. Los 8 equipos que jugarán competencia internacional tendrán un salvavidas, pero los 12 que seguirán en la fiesta deberán arreglárselas como puedan. Veinte equipos habrá en Primera, como si sobrara nivel para ampliar la competencia. No importa para los organizadores.

Ojalá que el fútbol, el de la cancha, tan noble que es, supere los malos augurios.

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