Opinión

Lo más inteligente que puedes hacer

El coach Ricardo Adrianza reflexiona sobre los cambios repentinos de la vida y plantea acciones para hacer de cada día algo que valga la pena recordar

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Pexels

Los eventos de la vida nos golpean para bien y para mal. Así como estamos en la absoluta dicha y nadando en un mar de cosas buenas y alegrías, en un instante y sin darnos cuenta, caemos en la pesadumbre que, o bien se presenta con fuerza por noticias trágicas o inconvenientes, o por alguna sensación o preocupación que no nos deja andar y le da paso a la ansiedad.

Y diría que así es la vida, un caer y levantarse todos los días. Simplemente hay que aprender a vivirla de la mejor manera posible.

Unas veces somos triunfadores, otras vencido. De allí que el control de las emociones ante eventos inesperados sea la clave más importante para enfrentar los baches que, de vez en cuando, se nos presentan en el camino de la vida.

El autoconocimiento y el convencimiento de que todo lo que nos pasa -bueno o malo- es pasajero, ayuda en gran medida a enfrentar lo que nos sucede o, mejor dicho, lo que percibimos que nos sucede.

Foto Lola Russian

Esta paradoja me hizo recordar palabras recientes que escuché del presentador español de TV, Pablo Motos, que reflexionaba con relación a qué es lo más inteligente que podemos hacer en la vida. Me pareció tan interesante que les voy a resumir esa disertación en las próximas líneas. Pero antes te pido que, a conciencia, –y si tengo la fortuna de que sigas leyendo– reflexiones y te preguntes ¿qué es lo más inteligente que puedes hacer en tu vida?

Esta simpática charla iniciaba con un “hay quien dice que lo más inteligente que podemos hacer en esta vida es marcharse a tiempo”, y esa reflexión, profunda y diría peligrosa, puede tener sus seguidores. Como bien menciona, Motos, “no hay nada más inteligente que marcharse a tiempo de lo que sea”. Daba ejemplos de un matrimonio que hace aguas, un amor que se acaba, una fiesta que empieza a ponerse penosa, un trabajo que desespera, una adicción que nos esclaviza y añade que, si bien eso es inteligente, indica como excepción que no hay que marcharse a tiempo de la vida.

Yo creo que en gran medida esto es así, pues como bien enuncia Motos, la vida siempre nos sorprende con un as debajo de la manga, incluso en momentos donde ya no esperamos nada. La vida es así, nos da sorpresas, por ello la importancia de mirarla con ojos optimistas.

Lo que nos pasa a diario, generalmente, es el guion que hemos propuesto desde lo que percibimos y sentimos. Entonces, enfatizar en interpretar de la mejor manera los acontecimientos que se presentan es una asignación que debemos cursar y eximir.

Foto Pixabay

Otra de las hipótesis que esgrimía se refería a ganar dinero, acumular poder o dejar huella de nuestro paso por la vida. Yo descarto de plano las dos primeras pues, si bien ambos pueden resultar adictivos, los estudios en psicología positiva y todas las investigaciones respaldan el hecho de que ganar dinero y poder no son determinantes para construir el bienestar personal. Sin embargo, agregaría que el dinero y el poder que se consiguen como consecuencia del esfuerzo y en sintonía con tu propósito, no representan factores negativos ya que, desde esa posición, estoy muy seguro de que su uso será enriquecedor y nada egoísta.

En la misma reflexión resume otras acciones, pero donde más énfasis hace, es parafraseando a Pau Donés –fallecido cantante español– que dijo en algún momento cerca de su muerte, que lo mejor que se puede hacer en la vida es “no preocuparse tanto”. Parece simple, pero no lo es, pues de cierta manera controlamos uno de los factores impulsores de la ansiedad que aludimos al inicio de este artículo.

Piensa, ¿cuántas cosas que te preocupaban la semana pasada no han sucedido? ¡La preocupación nunca cura nada, pero al mismo tiempo te roba la vida!

Foto Stefan Stefancik

Con lo dicho anteriormente no te pido que seas un robot ya que, aunque te parezca extraño, la ansiedad moderada nos mantiene enfocados y concentrados en los objetivos.

Pero lo que si te pido y que me luce irrefutable –obviamente, respetando las creencias y razones que cada uno pueda tener– es tomarnos las cosas menos en serio o no tomarnos las cosas que nos pasan como algo personal, abandonar la necesidad de impresionar a los demás e ignorar el qué dirán, ser humildes y practicar el agradecimiento que nace del corazón, reír más y juzgar menos y lo más importante: ¡hacer que cada día valga la pena y merezca ser recordado!

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