Opinión

Los 20 libros que leí en 2020

Leí en 2020 algunas novelas: “La hija de la española”, de Karina Sainz, “Tiempos recios”, de Vargas Llosa, “Diario del enano”, de Eduardo Liendo, y “Rocanegras” de Fedosy Santaella. La gran novedad que viví en ficción, sin embargo, fue haber descubierto a Carlos Ruiz Zafón

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Desde hace un par de años comencé a listar los títulos de los libros que leo cada año. No fue una idea original, obviamente, me la copié del narrador Héctor Torres, quien como buen escritor es un gran lector.

Ha coincidido esta decisión de llevar registro de los libros que leo con dos años, cuyas particularidades me permitieron regresar de lleno a la lectura de forma sistemática. Como tantos, he estado atrapado en el teléfono inteligente, entre ver a cada rato lo que se dice en Twitter y llenar mi tiempo de ocio en el consumo de Netflix.

En 2019 pude disfrutar de una estadía de tres meses en Madrid gracias al apoyo que me dio, a mí y a mi familia, la sección de España de Reporteros Sin Fronteras. Hace dos años, en ese trimestre, me leí una decena de libros, todos en calidad de préstamo gracias a una biblioteca municipal. No recordaba en que año de mi vida había leído tanto.

La lectura fue mi refugio, especialmente en la infancia y la primera etapa de mi adolescencia. La convivencia con mi madre que sufrió de una esquizofrenia crónica me llevó a la lectura como mecanismo de evasión ante una realidad que era muy difícil de procesar. Me hice lector a partir de los 9 años, cuando mi mamá ingresó por primera vez a un centro psiquiátrico.

En 2020, debo decir que gracias a la pandemia de la covid-19, pude reconectarme de nuevo de forma cotidiana con la lectura. La veintena de libros que leí, como les sucede a todos los lectores que lo hacen por el disfrute, resultó diversa. 

Ahora al volver sobre la lista que hice a mano, apuntando cada título cuando llegaba a la última página, observo que predominaron volúmenes de historia, libros de memorias políticas y un par de textos en los que se ausculta la profesión periodística.

La lectura de tres libritos, pequeños pero de letra reducida, me permitió sumergirme en la historia de Europa. “La Europa del siglo XVIII”, de M.S. Anderson, “La revolución francesa y el imperio”, de G. Lefebre y “La Europa del siglo XIX”, de Geoffrey Bruun, resultaron aleccionadores. Lo recurrente en la historia de la humanidad son los conflictos, lo usual ha sido la guerra y la disputa por el poder. Los tiempos de paz son excepciones.

El clima de concordia que ha reinado entre los países europeos desde 1945 es tal vez símbolo de lo tiempos modernos que se caracterizan por los conflictos focalizados, las presiones económicas o diplomáticas. Es también el símbolo de que el mundo dejó de girar en torno a Europa como ocurría en los siglos XVIII y XIX.

Los libros de memorias, en este caso de protagonistas políticos venezolanos, fue un buen acercamiento a algunas claves que me ayudaran a explicar el momento actual. Los libros de memorias de Paulina Gamus y de Eduardo Fernández, me resultaron superficiales, ya que percibí interés en la autocrítica. No así el primer volumen de memorias de Américo Martín.

Incluyo en esta línea de memorias lo que fue una de las grandes lecturas del 2020, se trata de “Diario en ruinas (1998-2017)”, de Ana Teresa Torres. No se trata sólo de un diario, no es sólo la buena pluma de la autora, sino que es un libro honesto, un texto en el cual Ana Teresa dialoga, ella como mujer, madre y venezolana, con el chavismo. Es un diario lleno de matices, de revisión sobre sus posturas y de personas allegadas a ella. Resultó una lectura muy enriquecedora.

En otro tenor, pero igualmente un libro capital del año pasado, fue “Temporada de golpes. Las insurrecciones contra Rómulo Betancourt”, de Edgardo Mondolfi. Es un documentado libro de historia, deliciosamente escrito. Al concluir quedé con la imagen que tan bien retrata el dicho popular: de aquellos polvos vienen estos lodos.

Saltando a otros temas, un libro que podría considerar profético fue “¡Sálvese quien pueda! El futuro del trabajo en la era de la automatización”, de Andrés Oppenheimer. Profético porque fue el primer libro que leí en 2020. Lo leí antes de que la pandemia de la covid-19 fuese tomada en serio y viniese a cambiar nuestro modo de vida.

Oppenheimer justamente se pasea, revisa, escudriña, en torno a las grandes transformaciones que está viviendo y que vivirá el trabajo para pasar a ser justamente teletrabajo. Este libro del periodista argentino-estadounidense me ayudó a comprender las dimensiones del cambio.

La pandemia aceleró muchas de las tendencias de cambio que ya planteaba el autor para un conjunto de profesiones y actividades comerciales. La transformación del trabajo ya no es un asunto de futuro, sino que nos tocó vivir una metamorfosis violenta.

Leí en 2020 algunas novelas: “La hija de la española”, de Karina Sainz, “Tiempos recios”, de Vargas Llosa, “Diario del enano”, de Eduardo Liendo, y “Rocanegras” de Fedosy Santaella. La gran novedad que viví en ficción, sin embargo, fue haber descubierto a Carlos Ruiz Zafón.

Creo que fue a Lenin Pérez que le leí, en días pasados, que uno siempre llega tarde a un libro. Pues llegué tarde a Ruiz Zafón. Su muerte el 19 de junio de 2020, los comentarios que pude ver sobre su obra en aquel momento, me llevaron a leer “La sombra del viento”.

Fue, sin duda, de lo mejor que leí en 2020. No soy crítico literario, solamente soy un lector impenitente. Ruiz Zafón me conectó con el niño lector que fui, aquel que se sumergía en una historia absolutamente irreal, pero que en la complicidad escritor-lector sencillamente le daba crédito a todo lo que leía.

Así fue mi experiencia con este libro. Y al hacer un balance del 2020 puedo parafrasear a Neruda, confieso que he leído.

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