Venezuela

Los mitos que han fallecido este 6D

La MUD tiene una mayoría que debe saber aplicar y respetar en la Asamblea Nacional, y unos fueros indiscutibles, producto de una lectura lineal de la Constitución Nacional.

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Lo que ha recuperado Venezuela con el rotundo e inesperado resultado del pasado 6 es el sentido común. Y en ese mismo orden de ideas, en consecuencia, la dignidad. Constituye un total disparate pedirle a la población que se inmole voluntariamente bajo una consigna y un recuerdo, quedando sometida a una especie de “período especial en tiempos de paz” escogido a voluntad por su dirigencia. Venezuela hace rato dejó de ser mayoritariamente chavista.

Ha cristalizado por completo, también, el poderío del instrumento del voto, y esa enseñanza en un momento tal difícil sin dudas será un referente histórico. Al voto se le puso empeño, pero claro que algunos tenían dudas. Toda Venezuela tenía sembrado en la psique un pesimismo crónico aprendido durante estos años. Consistía en desechar cualquier dato estimulante y minimizar los avances. En un momento de máximo suspenso, el país se estaba resistiendo a alimentar esperanzas para no caer en nuevo presa de las celadas y los espejismos de las encuestas y los datos electorales.

Alimentados por la dimensiones de esta crisis, que los chavistas, sus verdaderos responsables, jamás han querido reconocer, por primera ver la causa democrática ha podido hacer proselitismo, sumar voluntades, organizar su cuadros, sobrepasar con creces el número de votos, y, además, “cobrar”: obtener una bancada parlamentaria que la coloca en el dorado umbral de la mayoría calificada, un evento que ni el más optimista de los militantes de la MUD se esperaba.

Finalmente, hasta el momento, acá lo que ha quedado en entredicho es el mito fundacional del pesimismo criollo, aquel que rezaba que “esta gente hace lo que le da la gana” y que no habrá poder humano que pueda sobreponerse a tal cosa. Ni los votos ni las mayoría. Si algo ha quedado claro es que el control del país que tiene el chavismo no es tan absoluto ni tan literal. Mucho menos ahora.

Se acabó el mito del poderío popular chavista. La Mesa de la Unidad ha ganado en el 23 de Enero, en Antímano, en La Vega, en Petare, el Valle, en los Andes, en Falcón, en Barinas, en Aragua, en Monagas, en Lara. En algunos casos, como Zulia, Táchira, Anzoátegui Carabobo, Caracas y Mérida, obteniendo resultados espectaculares, propinando palizas inobjetables a los rojos. Triunfando finalmente en 17 de las 24 entidades del país.

La MUD ha obtenido 57 por ciento del total de votos, 16 por encima de sus rivales vencidos del PSUV, partido que ha sido barrido en todos los centros urbanos de Venezuela y que sólo ha podido retener los estados Apure, Delta Amacuro, Guárico, Cojedes, Sucre y Portuguesa.

El resultado obtenido constituye una especie de recompensa existencial para los integrantes de la sociedad democrática venezolana, sus estamentos civiles, sociales y económicos, que voluntariamente decidió navegar contracorriente y resistir el asedio, procurando crear las condiciones para que las expresiones políticas hicieran, como efectivamente lo hicieron, su trabajo. También es un castigo muy claro en contra de los excesos y a corrupción.

Hay un mérito político muy específico, que se expresa en lo labrado por Chuo Torrealba, y en el liderazgo formal de la MUD en esta hora. Después de varias derrotas, Ramos Allup, Julio Borges, Enrique Márquez, Freddy Guevara, sus partidos, militancia y simpatizantes, junto al espíritu que los hizo acordar, se anotan un éxito político resonante y de carácter histórico en este momento parlamentario. La Presidencia de la Asamblea Nacional es un nombre que el país está necesitando. Ya comienza a debatirse. Henrique Capriles, Henri Falcón y María Corina Machado tendrán con seguridad incidencia en lo que suceda en el ámbito extraparlamentario de 2016.

En modo alguno puede afirmarse que lo fundamental de esta crisis ha quedado conjurado con la consulta electoral. Aprender a convivir de nuevo con el adversario será un complejo aprendizaje. No debe dejar de ser apreciado como todo un logro, sin embargo, la escasa cantidad de incidentes y la paz ciudadana que reinó en los días anteriores y posteriores a las elecciones. Lo que el país debe identificar con esa realidad es que ella, en sí misma, tiene un contenido que sobrepasa el resultado electoral. La MUD tiene una mayoría que debe saber aplicar y respetar en la Asamblea Nacional, y unos fueros indiscutibles, producto de una lectura lineal de la Constitución Nacional. Es un poder constituido, literal, amplio, electo con una votación amplísima, producto de una nueva voluntad en el país. Eso la dota de legitimidad y soberanía.

La esperanza en Venezuela ya tiene coordenadas.

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