Opinión

Los múltiples triunfos de Yulimar Rojas

La medalla de oro conseguida por la atleta venezolana es considerada una victoria más allá de lo deportivo y también un ejemplo a seguir

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Yulimar Rojas
AFP

“Hop, step, jump. Hop, step, jump. Hop, step, jump…” ¿Cuántas veces se habrá repetido Yulimar Andrea Rojas las fases del salto triple? Algo así como “Brinco, paso, salto. Brinco, paso, salto. Brinco, paso, salto”. La nueva campeona olímpica y poseedora del nuevo récord mundial –y récord olímpico, por supuesto- ganó mucho más que una medalla de oro. Fue también un triunfo de los pobres, de los negros y de la comunidad LGBTI, además de una alegría para un pueblo triste, en lo que nos hemos convertido los venezolanos.

El éxito de Yulimar es producto de una perseverancia a toda prueba. Desde pequeña soñó con ser campeona en atletismo. Pero su familia era pobre, una barrera aparentemente infranqueable. Pero Yulimar se propuso y lo logró.

Aunque el régimen de Hugo Chávez había traído a Venezuela -cuando Yulimar era una niña- a “los mejores” entrenadores cubanos para trabajar con y para el pueblo (resultados que aún no hemos visto) no fue en Venezuela donde Yulimar encontró un apoyo o un entrenador que la llevara de la mano a todos los triunfos que ha logrado, primero en salto alto y luego en triple salto. Su camino fue difícil, duro, complicado. La medalla de oro que ganó en Tokio es enteramente producto de su esfuerzo titánico y un aliciente para muchos niños y jóvenes muy pobres que hoy sienten que jamás podrán salir del barrio. Y esa esperanza que renació con su triunfo, es otro triunfo más de la joven atleta.

Es un triunfo también por ser una mujer de raza negra. En un mundo donde el racismo ha retomado fuerzas -si es que realmente las había perdido en algún momento- su hazaña recuerda la de otra persona de color, Jesse Owens, quien primero tuvo que sortear la segregación racial y la discriminación institucional que había en su propio país, los Estados Unidos, para poder participar en los Juegos Olímpicos de Berlín en 1936, donde echó por tierra todas las teorías de Hitler sobre la supuesta supremacía de la raza aria cuando ganó cuatro medallas de oro en las pruebas de 100 m, 200 m, salto largo y la carrera de relevos 4 × 100 m, lo que dejó al Führer con los ojos claros y sin vista, como decimos aquí. Su récord lo rompió casi 50 años después otro afroamericano, Carl Lewis.

También es un triunfo de la Comunidad LGBTI, como bien apuntó la profesora Gisela Kozac Rovero en un tuit el mismo 1 de agosto: “Y que no se nos olvide: la más grande atleta olímpica de la historia venezolana y una de las grandes de la historia del atletismo mundial, es lesbiana. @TeamRojas45, orgullo lésbico”. Comentábamos en un chat este tuit y Luis Carlos Díaz, con su proverbial inteligencia comentó que “Yulimar en Venezuela no podría casarse, no podría heredar nada de su pareja (ni su esposa heredarla a ella), no podría asegurarla, no podría decidir en una emergencia médica. Incluso no podrían tomarse de la mano o darse un beso en algunos espacios públicos. También las rebotarían en algunos hoteles. No podría adoptar. Si tuviese hijos, no podrían estudiar en algunos colegios».

La lista es más larga…

La idea es que una chica lesbiana y joven hoy, que ve por delante que crece en un país sin derechos ni reconocimiento, sepa que igual sí se pueden lograr algunas cosas. Así que esa visibilidad es importante y le va ganando unas al sistema. Si dejamos la identidad sexual escondidita en casa y nadie habla de eso, porque «qué chimbo, qué necesidad», no se podría interpelar a quienes aún no garantizan derechos para todos.

En fin, el triunfo de Yulimar es un triunfo de varias minorías y, además, es un triunfo para toda Venezuela, que necesitaba una alegría de ese tamaño. Yo sólo espero que llegue el día en que todos nos reconozcamos como lo que somos: seres humanos, sin etiquetas, sin segregación, sin discriminación, con igualdad de oportunidades. Pero mientras ese día llega, esta hazaña de Yulimar representa un aliciente para todos. Gracias por tus múltiples triunfos. Tu oro brilla por todas partes.

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