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Los independentistas catalanes pierden su plebiscito

Si las elecciones celebradas este domingo en Cataluña (noreste de España) hubieran sido un verdadero plebiscito por la independencia, la secesión no habría salido adelante.

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Los partidos independentistas ganaron las elecciones regionales celebradas este domingo en Cataluña, pero no lograron reunir el apoyo de una mayoría de la población para avanzar rápidamente hacia la independencia.

Con casi el 98% de los votos escrutados, las dos formaciones que se presentaban con un programa secesionista -Junts pel sí y la CUP- sumaron 72 escaños en el parlamento regional, frente a los 63 del resto de los partidos contrarios a la ruptura con España.

En porcentaje de voto, sin embargo, los independentistas se quedaron en el 47,8% frente al 52,2% que obtuvieron los partidarios de mantener a Cataluña dentro de España: Ciudadanos, Socialistas (PSC), Populares (PP) y Catalunya sí que es pot (izquierda).

Para Junts pel sí (Juntos por el sí), la heterogénea coalición independentista impulsada por el actual presidente de la Generalitat (gobierno regional), Artur Mas, la victoria tiene un inconfesable sabor amargo dado que, al no alcanzar la mayoría absoluta, dependerá para legislar del apoyo de un partido radical,la CUP, que defiende no sólo la salida de Cataluña de España, sino también de la Unión Europea y del euro.

Formada por CDC (nacionalistas de centro-derecha) y ERC (nacionalistas republicanos de izquierdas), la coalición a favor del sí concurrió a estas elecciones sin otro punto en el programa que la promesa de aprobar una declaración unilateral de independencia y empezar a construir cuanto antes las estructuras de un nuevo estado.

Aunque la coalición dispondrá de una mayoría parlamentaria, no ha conseguido el suficiente apoyo popular que legitimaría el drástico paso de la ruptura, según la mayoría de los observadores, que recuerdan que la reforma del Estatuto de autonomía de Cataluña exige una mayoría en el parlamento regional muy amplia: dos tercios.

La conjunción de fuerzas tan dispares -CDC, ERC y CUP-, que sólo coinciden en su deseo de separarse de España, augura negociaciones muy difíciles para el establecimiento de un programa de gobierno y un período de inestabilidad en la política catalana.

Además, la Candidatura d’Unitat Popular (CUP) anunció antes de los comicios que no respaldaría la reelección de Mas como presidente regional, porque lo responsabiliza de los drásticos recortes que han sufrido los ciudadanos catalanes desde la crisis de 2008 y de los escándalos de corrupción que afectan a CDC, partido que ha sido hegemónico en Cataluña durante casi 30 años.

Respecto a las anteriores elecciones regionales, Convergencia Democràtica de Catalunya (CDC) y Esquerra Republicana de Catalunya (ERC) registraron hoy un nuevo retroceso en su representación parlamentaria, que en 2012 sumaba 71 escaños (cuando CDC formaba coalición con los democristianos de Uniò).

El presidente Mas, que se presentaba en cuarta posición en la lista de Junts pel si, interpretó los resultados de esta noche como un triunfo «del sí y de la democracia», después de que los catalanes acudieran a votar masivamente, con una tasa de participación del 77,4%, una de las más altas de la historia.

En su opinión, estas elecciones han dado una «gran legitimidad» al proyecto independentista, si bien ha prometido emprender los próximos pasos con «sentido de cohesión» en Cataluña y «concordia» con España.

Para el Gobierno español, los resultados de las elecciones catalanas demuestran a las claras que el presidente de la Generalitat ha fracasado en su estrategia secesionista, según dijeron a Efe fuentes del Ejecutivo.

El PP (en el Gobierno español) perdió ocho escaños, sus peores resultados en unas elecciones en Cataluña en veintitrés años, y afronta ahora un periodo determinante hasta la cita de las elecciones generales en el que importará mucho lo que el partido de Mariano Rajoy haga en torno al debate catalán.

Uno de los grandes triunfadores de la noche, Albert Rivera, presidente de Ciudadanos (centro), aseguró que con los resultados de las elecciones catalanas, la «vieja política» de populares y socialistas «ha muerto», y erigió a su partido como la única alternativa para España, con un proyecto «común» para los próximos diez años

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