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Los recursos de la retórica de Donald Trump

El magnate se regodea en decir algo declarando al mismo tiempo que no quiere hacerlo. Utilizó mucho esta técnica en contra de sus rivales en las primarias republicanas.

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Hipérboles, insinuaciones, aproximaciones, también simplezas: el estilo de la oratoria de Donald Trump es único en Estados Unidos, y se ha perfeccionado en contacto con los tabloides neoyorquinos y los estudios de televisión.

«He analizado la retórica presidencial durante más de 40 años y no puedo recordar una sola ocasión en ningún gobierno o durante ninguna campaña electoral en la que el lenguaje haya sido usado de la manera en que lo hace Trump», dice a la AFP Martin Medhurst, experto en discursos de la Universidad de Baylor.

Simpleza 

El discurso de Donald Trump tiene el tono de una conversación, sin estructura ni puntuación, con frases cortas y un vocabulario comprensible para los niños. Permanentemente repite eslóganes: «es un movimiento», «levantemos el muro», «devolvamos su grandeza a Estados Unidos»…

«Su lenguaje es muy colorido, es fácil escucharlo, sumergirse en ese instante, porque es una especie de show», destaca Medhurst.

Hipérbole 

«Algo de hipérbole no hace daño jamás», escribió Trump en su libro El arte de la negociación, de 1987.

Como una auténtica marca de fábrica, desde hace décadas la exageración es su constante, según Barbara Res, una de sus exempleadas. «Hace exageraciones tremendas, las hace todo el tiempo», dijo al diario The New York Times.

Ejemplo reciente de ello: cuando sostuvo que el presidente Barack Obama es uno de los «fundadores» del grupo yihadista Estado Islámico.

«Se dice que …» 

«Le pregunté a un amigo, ¿qué tal tu viaje a Francia? Me dijo que Francia ya no es Francia, ya no vamos a ir más. Y mucha gente dice lo mismo» (Donald Trump, 9 de agosto).

Con frecuencia, Trump apoya sus afirmaciones en fuentes vagas o en reportes publicados anónimamente en internet, lo que le permite hacer pasar el mensaje que quiere sin asumir la responsabilidad por ello.

«Es tan impreciso y tan fácilmente refutable que ningún presidente haría algo así», opina Medhurst.

«Créanme» 

«Créanme, volverá a haber empleo, será realmente sencillo» (Donald Trump, 12 de agosto).

Desde la reindustrialización de Estados Unidos hasta la aniquilación del EI, las promesas de Trump están siempre condimentadas con un «créanme», del que, según Medhurst, habría que desconfiar.

«He aprendido que cuando un político dice ‘créanme’ o ‘lo digo sinceramente’ es el momento en que hay que ser muy prudentes, porque mientras más insista en que se le crea o en que está siendo sincero es cuando menos creíble y más inseguro se siente», refiere este experto que descubrió que el presidente Dwight Eisenhower juraba ser honesto … especialmente cuando tenía algo que ocultar.

Insinuaciones 

«Si ella llega a elegir jueces, no hay nada que ustedes puedan hacer. Aunque con la segunda enmienda … puede ser, no lo sé» (Donald Trump, 9 de agosto).

Muchas de sus declaraciones están incompletas o son ambiguas. En este caso, Trump sostuvo que si Hillary Clinton resulta elegida, nada podrá impedirle nombrar a los jueces de la Corte Suprema de Justicia, a menos, quizás, que los defensores de la segunda enmienda de la Constitución, referida al porte de armas, hagan algo …

Tras ser acusado de apelar a la violencia, Trump denunció que sus declaraciones fueron manipuladas.

«Suele dejar el suficiente espacio vacío como para reinterpretar a posteriori las frases a su conveniencia», analiza Martin Medhurst.

«He visto al presidente y a veces sus palabras están OK, pero si se observa su lenguaje corporal, hay algo allí. Realmente hay algo allí y, por cierto, no siempre las palabras están OK» (Donald Trump, 18 de julio).

¿De qué acusa Trump a Obama? El candidato no lo dice, pero insinúa que el presidente no fue sincero cuando condenó el homicidio de tres agentes de policía en Baton Rouge.

Se trata de la misma técnica que utilizó cuando dio a entender que quizás Obama no nació en Estados Unidos o que tal vez es musulmán.

Omisión 

«Iba a decir que Bush es un imbécil, pero no lo diré» (Donald Trump, 25 de enero).

Trump se regodea en decir algo declarando al mismo tiempo que no quiere hacerlo. Utilizó mucho esta técnica en contra de sus rivales en las primarias republicanas.

Pero con respecto a Hillary Clinton es mucho más directo: la demócrata es una «crápula» y una «mentirosa».

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