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Lula declara sobre tráfico de influencias en negocios de Odebrecht

El expresidente Luiz Inacio Lula da Silva testificó el jueves ante fiscales federales brasileños que investigan acusaciones de tráfico de influencias, informó la fundación del exmandatario.

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Lula siempre fue estrecho aliado del chavismo

En un comunicado, el Instituto Lula mencionó que él compareció voluntariamente por espacio de una hora y media en la oficina del fiscal público federal en la capital, Brasilia.

Fue interrogado en una investigación que se centra en los viajes que Lula hizo a varias naciones en desarrollo, incluidas Venezuela, Angola y Cuba, después de dejar la presidencia. Los fiscales están investigando si el expresidente recibió pagos para influenciar que líderes extranjeros le concedieran contratos inflados a la gigantesca constructora brasileña Odebrecht, y si presionó al banco estatal de desarrollo de Brasil para que le diera a la compañía más de $1.000 millones en préstamos con intereses bajos.

Altos ejecutivos de Odebrecht han sido implicados en una maquinación separada de contratos a cambio de sobornos con el gigante petrolero estatal brasileño, Petrobras, un caso al que también se han visto arrastradas otras de las principales firmas constructoras del país sudamericano y líderes políticos.

En su testimonio, Lula negó cualquier sugerencia de malversación en sus actividades, dijo su fundación.
Quien desconfía del BNDES no tiene noción de la seriedad de esa institución», agregó la nota.

La Fiscalía investiga varios viajes realizados por Lula a países como Panamá, Venezuela, República Dominicana y Ghana que fueron costeados por Odebrecht, empresa que ha admitido haber pagado algunos de esos viajes, aunque ha negado que el expresidente trabajase como su consultor.

Después de concluir su segundo mandato, Lula desarrolló una intensa actividad de conferenciante tanto en Brasil como en el extranjero y, según Odebrecht, ése era el fin de los viajes que pagó al exsindicalista que gobernó entre 2003 y 2010.

«Lula destacó que él ‘nunca interfirió’ en ningún contrato concertado entre el BNDES (Banco Nacional de Desarrollo Económico y Social) y compañías privadas», afirmó el comunicado, refiriéndose al exmandatario por su apodo, como es ampliamente conocido en Brasil. «Él siempre trató de hacerle propaganda a estas empresas en el exterior, con el objetivo de generar trabajos y divisas para Brasil».

El comunicado señaló que «expresidentes de todo el mundo» asumen papeles similares, y añadió que «él también resaltó que eso era una fuente de orgullo para él».

Bajo las leyes brasileñas, el tráfico de influencias para obtener ventajas de servidores público o instituciones es ilegal.

Por separado el jueves, en otro caso de corrupción que sacude a Brasil, los principales periódicos informaron que el fiscal general Rodrigo Janot ha solicitado abrir una investigación en contra del presidente de la Cámara de Representantes, Eduardo Cunha, tras la aparición de documentos que muestran que posee cuentas bancarias secretas en Suiza.

Cunha ya es el blanco de una investigación independiente sobre las denuncias de que participó en el ardid de corrupción en Petrobras. Cunha sostiene su inocencia y ha insistido repetidamente en no renunciar como portavoz de la cámara baja.

El periódico O Globo también dijo que Cunha estuvo en negociaciones con un alto funcionario del poder ejecutivo que mantendría al presidente en su actual puesto al frente de la cámara a cambio de no que no abriera un juicio político en contra de la presidenta Dilma Rousseff, cuya popularidad ha caído en medio de los escándalos de corrupción y problemas económicos. Las oficinas de Cunha y Rousseff negaron cualquier tipo de conversaciones de ese tipo.

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