Venezuela

Maduro apura su paso hacia la dictadura

La historia de grandes dictadores aliados del chavismo le indica a Nicolás Maduro que la fuerza democrática internacional que lo combate tiene sus límites y la intervención armada internacional ha sido más una fantasía que un hecho inminente

El feminista que ordena parir a las mujeres
AFP
Publicidad

Cuando Nicolás Maduro aclara que no es dictador como lo califican al menos 60 naciones, lo hace con vestigios de sonrisa, aliñada con una dosis de ironía. Los rasgos revelan su oculta satisfacción de permanecer en el poder y pasar a la historia como un hombre fuerte de mano dura al frente de una nación petrolera. Es una apuesta de vida que, estima que así, como otras figuras de la historia, su mandato podría perdurar por varias décadas.

A pesar de tener la certeza del apoyo de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana, China Rusia e Irán, colectivos armados, milicia y cierta forma del crimen organizado, el mundo democrático occidental está jugando rudo para sacarlo del poder. La oposición y la alianza internacional se han jugado variantes que han transitado desde la salida política, negociación, sanción internacional, intervención militar o el golpe interno. El líder opositor Juan Guaidó, tras su exitosa gira internacional, ha ratificado la primicia de: “todas las opciones están sobre la mesa” pero ha agregado una nueva variable que deslizó durante su gira: “también debajo de la mesa”.

Pero la historia de los grandes dictadores aliados del chavismo asegura que esa fuerza democrática internacional tiene sus límites, que la intervención armada ha sido más una fantasía y las condiciones para que ello ocurra deben ser extremas como la sucedida en Irak con la invasión que tuvo lugar entre el 20 de marzo y el 1 de mayo de 2003. Una operación llevada a cabo por una coalición de países, encabezados por Estados Unidos, junto a Reino Unido, Australia, Polonia y otros aliados. Las razones esgrimidas por el entonces presidente de Estados Unidos George Bush era desarmar a Irak de las armas de destrucción masiva, poner fin al apoyo al terrorismo y lograr la libertad del pueblo iraquí.

Viejos recuerdos

El único ítem que no cumple Maduro por el momento para aquellas condiciones es poseer armas de destrucción masiva; aunque existen rumores que del suelo venezolano salen minerales estratégicos que alimentan los requerimientos de dos enemigos del mundo democrático, Irán y Rusia, que están abiertamente en la producción nuclear.

Pero lo importante para Maduro en ese caso hipotético de intervención militar, es que, en definitiva, Sadam Husein fue uno de los más importantes aliados de Hugo Chávez y logró mantenerse en el poder al menos 24 años en Irak, de 1979 a 2003, hasta que fue capturado. Murió ejecutado en la horca el 30 de diciembre de 2006, luego de un juicio.

Otro de los aliados del chavismo, derrocado militarmente fue Muamar Muhamad Abu-minyar el Gadafi, quien, a pesar de que en sus últimos días terminó oculto en una tubería y capturado por las fuerzas opositoras, gobernó a Libia durante 42 años. Desde septiembre de 1969 hasta su muerte el 20 de octubre de 2011.

Referencia negativa

Uno de los más emblemáticos amigos de Hugo Chávez, Robert Mugabe, mantuvo su dictadura durante 37 años, cuando fue derrocado mediante un golpe de Estado ejecutado por su propio entorno en 2017. Murió el 6 de septiembre de 2019, pero su retiro no fue dramático. Al aceptar su renuncia; en sus negociaciones logró un retiro satisfactorio con estatus de diplomático fuera del país, con fondos públicos, una casa de cinco habitaciones, con hasta 23 miembros del personal para custodiarlo y atenderlo y vehículos. Además, se le permitió mantener los intereses comerciales y otras riquezas que había acumulado mientras estaba en el poder, y recibió un pago adicional de aproximadamente diez millones de dólares.

Es decir, el riesgo de mantener una dictadura durante tantos años y terminar la vida en forma dramática es muy alto, pero el poder puede ser disfrutado por largo tiempo y económicamente es beneficioso tanto para el dictador como para sus descendientes, para finalmente salir en un acuerdo negociado.

En estas historias la comunidad democrática internacional ha jugado un rol en la balanza pero su acción no necesariamente ha sido determinante.

En su escala en Miami, en el encuentro con la diáspora venezolana, el presidente interino Juan Guaidó, se encontró con un público desesperado y radicalizado que gritó al unísono: “intervención”. Una exigencia que estaría en la mente de 6 millones de venezolanos que optaron por el exilio, al ver cerradas las posibilidades de recuperar nuevamente la vida en democracia en Venezuela. Un dilema que le plantea al líder opositor: tus opciones democráticas no han resultado, llegó la hora de pedir la intervención militar.

Siria y el caso venezolano

Desde Miami, Guaidó habló del compromiso del mundo libre de “tomar acción para detener el conglomerado criminal que representa Nicolás Maduro”. El líder venezolano fue recibido como mandatario desde su primera escala en Colombia, en la Cumbre Antiterrorismo, donde se reunió con Mike Pompeo, secretario de Estado de EEUU; con el presidente de Colombia, Iván Duque y cancilleres de la región, luego estuvo en Londres, Bruselas, Davos, Madrid, París, Otawa y EEUU.

Una gira que ocupó primeras planas de diarios europeos y latinoamericanos importantes y generó apoyos y cuestionamientos desde diversas posturas; pero en la que al final se planteó la interrogante de hasta dónde puede llegar la comunidad internacional y la alianza de países democráticos para sacar a Maduro del poder.

El abogado y especialista en Derecho Internacional, Mariano de Alba, publicó en su cuenta de Twitter @marianodealba, a propósito del rol de la comunidad internacional en el conflicto de Siria: “En julio de 2012 se reunieron en París cancilleres y altos representantes de más de 100 países. Formaron el Grupo de Amigos del pueblo de Siria. Exigieron que Bashar al-Assad abandonara el poder y se formara un gobierno de transición. Casi 8 años después Bashar sigue en el poder”, resalta de Alba.

La anécdota que nos recordó el analista y experto en derecho internacional, se agrega a este debate que ocupa a todos los venezolanos, a los de la diáspora y a los que permanecen en Venezuela, sobre si todo esto que hace Guaidó, EEUU y la alianza de países democráticos, conducirá a un cambio en Venezuela.

Similitudes

En otro mensaje, De Alba echa más leña en el fuego sobre la situación del pueblo sirio agregando que: en diciembre de 2016 el ministro de Asuntos Exteriores de Francia aclaró que el objetivo ya no era la salida del poder de Bashar-al-Assad, sino debilitarlo y aumentar las posibilidades de la oposición.

Lo cierto es que al-Assad lleva gobernando a Siria desde el año 2000, pero al mismo tiempo es el sucesor y heredero de su padre que gobernó durante 29 años. Un conflicto que derivó en una guerra civil en el que las fuerzas oficialistas de Bashar se enfrentan no solo a la oposición representada en el Consejo Nacional Sirio (SNC) sino que operan también las fuerzas Kurdas y grupos terroristas como el Estado Islámico, esta última combatida también por las fuerzas occidentales. Para este conflicto Rusia y China son el más importante apoyo internacional de Bashar.

En Venezuela, si bien el conflicto no ha escalado a la guerra civil, comparte con Siria la gran migración que huye de la dictadura. Mientras, en Siria casi la mitad de la población ha emigrado y el gobierno de Bashar, aplicando un decreto de su gobierno, se apoderó de los bienes de quienes dejan el país. En Venezuela la diáspora alcanza ya los 6 millones de venezolanos pero el flujo aumenta diariamente.

La emigración marca una dramática realidad que favorece la permanencia en el poder de una dictadura pues, suele producirse fundamentalmente en los sectores jóvenes y de mayor nivel económico y preparación, quedándose en el país los sectores más vulnerables. Paralelamente, los países aliados deben destinar importantes recursos y esfuerzos financieros para atender la migración y enfrentar los conflictos internos que se generan en sus propios países por la crisis venezolana.

Pompeo baja la presión

Al igual que el Grupo de Amigos de Siria con las expectativas sobre una salida militar que termine con la dictadura, Mike Pompeo al referirse a Venezuela, el 2 de diciembre de 2019, dejó entrever que Estados Unidos no planea una intervención militar en Venezuela. El secretario de Estado de EEUU aclaró que “los regímenes autoritarios no se van tan fácil. “¡Miren a Maduro! él continúa al día de hoy, él tiene el poder en Venezuela pero no la volverá a gobernar, no podemos tolerar a esos regímenes que invitan a actores malignos y tratan de convertir a las democracias aliada en dictaduras.

El régimen de Maduro ha permitido entrar a iraníes a su país lo que es una amenaza mayor para Estados Unidos. Nuestra política hacia Venezuela está mezclada con moderación. Vemos gente que llama a un cambio de régimen por medios violentos y desde enero aseguramos que todas las opciones están sobre la mesa para que el pueblo venezolano recupere su democracia y eso sigue siendo cierto, pero aprendimos de la historia que los daños en el uso de la fuerza militar son importantes; por eso hemos trabajado en su lugar por privar a Nicolás Maduro y a sus aliados de las ganancias del petróleo que deberían entrar a los bolsillos de los venezolanos”. Más adelante Pompeo planteó la necesidad de una “transición negociada”.

Cara opuesta

Guaidó en su última intervención en la gira describió a Maduro como “un dictador que ha usurpado funciones, destruyendo un país, amparando terroristas, masacrando indígenas, destruyendo el Amazonas”. Advirtió que “hoy con las herramientas que tenemos vamos a enfrentar sin duda alguna a la dictadura”. Habló de “criminales y violadores de derechos humanos” a los que se va a enfrentar con sanciones a “quienes hoy desangran a Venezuela”.

Mientras Guaidó culminaba la gira de apoyo a la democracia venezolana, Maduro cerró las puertas del Parlamento a los diputados opositores, continuó con la extorsión y el allanamiento de inmunidad a parlamentarios que no se doblegaron y abrió el camino para terminar de tomar al Legislativo a través de unas elecciones controladas en las que aspira a que participe solo una pequeña porción de la oposición moderada.

Por su parte Diosdado Cabello, en intento de insuflar optimismo en la FAN y fortalecer su posición como futuro “líder” se presentó en el Cuartel Páez de Maracay para celebrar el 4 de febrero. El pasado sábado estuvo acompañado por los integrantes del 4F que aún quedan apoyando a la revolución, entre los militares que participaron en el golpe de Estado de 1992. Entre sonrisas, discursos y abrazos, los militares con boinas rojas, brazaletes y pañoletas rojas alrededor del cuello, mostraron una imagen de triunfo. Pero esta contrasta con el descontento y los problemas que se filtran desde los cuarteles y que han llevado a prisión al menos a 200 oficiales y enviado al exilio a unos 5 mil uniformados.

De manera que el escenario 2020, tanto para Maduro como para los diversos sectores opositores, y en especial para el pueblo venezolano la incertidumbre sigue en ascenso, mientras el declive político, institucional y económico de Venezuela continúa en caída libre.

Publicidad
Publicidad