Opinión

Malos tiempos para la poesía (en torno a Twitter)

(Esto está siendo escrito en tiempo real. Es real, de verdad, en serio. Tan de moda están las crónicas, pues que yo también escribo una).

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Y la cosa empieza así: pongo un poema (propio) en Twitter y nadie me retuitea. ¿Es muy malo mi poema? Intento con uno de José Watanabe, «El maestro de kung fu», y con uno de Elenora Requena, «Callejón». Me voy al Timeline, veo que mis dos nuevos tuits se pierden en la inmensidad de un mar político. Me retuitea una sola persona, mi querida Lennis Rojas. ¡Watanabe va a la delantera! A poco otro retuit, también Watanabe. Vuelvo a intentar, ahora con Vallejo, «Los heraldos negros». Debería ser un tiro al piso. Regreso al Timeline. A mi tuit vallejiano lo aprisionan una manifestación de los griegos (en Grecia, claro), un tuit del alcalde Ramón Muchacho, un verso malo de esas cuentas horribles que tienen poesía mala («Déjame amanecer a tu lado toda la vida»), la desconexión definitiva de la hija de Whitney Houston. Regreso a Notificaciones a ver qué ha pasado. Tres personas han retuiteado mi poema de Vallejo. ¡Todo un éxito! ¡Watanabe y Vallejo para lo que salga! También veo que me están retuiteando mucho el siguiente tuit: «Ahora Uma se parece a Tarantino». El tuit refiere, por supuesto, la horrible cirugía plástica que se hizo Uma Thurman. Aunque parece que no era cirugía sino maquillaje… qué sé yo; igual se veía tan fea como Tarantino. Nueva película: «Kill Uma».

¡Vaya, un poeta amigo de Colombia retuitea a Vallejo!

¿Y si pruebo con Arjona? Posteo la letra de una canción de Arjona que se llama «Acompáñame a estar solo». No hago comentarios al respecto, sólo pongo el título de la canción y el autor con el link. Me arriesgo, lo sé. Otro seguidor retuitea a Vallejo. De la misma canción de Arjona posteo parte de la letra. Así dice el tuit: «»Acompáñame a estar solo, a purgarme los fantasmas, a meternos en la cama sin tocarnos.» Firma: Ricardo Arjona.» ¡Vaya! Nadie me dice nada de Arjona. ¿Algo se sospechan? La gente sabe cómo soy, ¿huelen una trampa? ¿Y si vuelvo a postear un poema (dizque poema) mío? Lo posteo. Aguardo. Nada que me retuitean Arjona… ni a mí. Intento con una frase propia con arcoíris: «Toda esperanza es un arcoíris que zumba en tus labios». Sigo esperando. Alguien le hace retuit a la frase anterior. Ahora escribo: «¿Y nadie me va a retuitear lo que puse de Arjona?» Pienso: ni para la cursilería tenemos tiempo en este país. Vuelven a retuitearme la frase propia con arcoíris. ¡Y por fin alguien me retuitea la frase de Arjona! Otra seguidora, por su parte, me responde «No». Es decir, que no retuiteará a Arjona. Alguien me escribe que lo que hace Arjona parece mantra de fumao. Me río, no digo nada. Eso sí, escribo lo siguiente: «Por favor, si Arjona es tan lindo». Ya lejos están Vallejo, Watanabe, Elenora. De mi poema, tampoco nada. Una seguidora me escribe: «jajajaja usted escucha a Ricardo Arjona. #GustosCulposos que no se enteren en su TL :D» Otra me escribe: «Ni hablar». Sigo viendo los tuits que rodean los míos. Una avalancha de política, política y más política.

Y esta crónica (porque es una crónica, ¿okey?) ya está muy larga.

Hasta la vista…

¡Esperen!, ya terminando alguien responde al tuit donde digo que Arjona es lindo. La respuesta es: «nooooooooooooo!!!!!!!». ¡Y ahora alguien le da un fav a mi poema! Por lo menos un fav, sin retuit, pero bueno, algo es algo. Aunque esto no quita que me quede con la idea de que posiblemente es muy malo mi poema. Y que esta crónica, que sí es crónica, no diga nada sobre estos tiempos, que no son, ya lo vemos, para andar poniendo poesía en Twitter.

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