Economía

Manual para explicarle a un gringo cómo está Venezuela hoy

Venezuela se ha convertido hoy en uno de los países más raros del mundo. Sus particularidades provocarían escándalo a cualquier ciudadano de una sociedad normal, según han constatado viajeros que llegaron al país suramericano a comienzos de año.

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Foto: Andrea Hernández

Una persona que llegara a esta república petrolera tropical de 30 millones de habitantes por primera vez, o regresara después de algunos años de ausencia, se llevaría varias sorpresas nada más aterrizar en el aeropuerto internacional de Maiquetía, coincidieron varias fuentes.

Acaso lo más inusual es constatar la capacidad de los venezolanos para acostumbrarse a cosas que serían alarmantes en cualquier otro país más o menos organizado. Largas filas de pacíficos compradores se han vuelto parte del paisaje urbano y rural en una cotidianidad aceptada de forma pusilánime. Muchas varias otras particularidades serían difíciles de digerir en este ya entrado siglo XXI.

– En Inmigración del aeropuerto de Maiquetía hay muchos más iguales que otros, y funcionarios oficiales hacen que ciertos personajes y sus familias se salten olímpicamente las colas para sellar los pasaportes.

– Por los puntos del “Sistema Aduanero Socialista” pasan libremente ciertas personas, provenientes de paraísos del consumo como Miami, con montones de maletas, mientras cualquier tonto puede ser revisado aunque lleve sólo un morral de espalda.

– Los maleteros cobran como mínimo 800 bolívares por mover los equipajes en carritos unos 30 metros desde la puerta de salida hasta los vehículos en el exterior del aeropuerto (Es lo mismo que cuesta una carrera mediana de cinco kilómetros en taxi o la cuarta parte de lo que cuesta la carrera en taxi desde Maiquetía a Caracas, 30 km).

– El taxista llena el tanque de gasolina y nos explica que con el equivalente a un dólar cambiado a precios del mercado negro puede abastecer su carro 210 veces. Su sedan consume unos 500 km por tanque en  promedio, con lo que con ese dólar puede recorrer 105.000 km, o hacer 2.019 veces el recorrido ida y vuelta entre Caracas y el aeropuerto internacional de Maiquetía.

– Hipotéticamente, un dólar en gasolina comprada en Venezuela alcanzaría para darle la vuelta al mundo por el ecuador 2,6 veces en un auto compacto.

– Esa misma hazaña de recorrer el mundo con un dólar en combustible, costaría $12.705 en cualquier otro país, si se considera el precio promedio del litro de gasolina en el mundo calculado por globalpetrolprices.com.

– No hay límites de velocidad en las autopistas. Nadie respeta los semáforos de noche y fines de semana. Los motorizados transitan como serpientes por entre los carros y si ellos rompen un espejo, el conductor del carro afectado tiene que pagar los daños a la motocicleta, después de ser rodeado por una colmena de «caballos de hierro».

– Cuando se pasa por frente a la sede del gobierno del país, el palacio de Miraflores, uno cree que ha llegado a una guerra real o a una dictadura militar: barricadas con sacos de arena y soldados en traje de combate limitan el tránsito a pleno día y las fotos a edificios públicos están prohibidas so pena de cárcel.

– Por todas partes, un par de ojitos pintados en paredes y pancartas parecen seguir nuestros movimientos.

– Hay cuatro tipos de cambio, y el más alto, en torno a 830 bolívares por dólar en enero, es 132 veces más alto que el más bajo de los oficiales, y es el que marca nueva parte de los precios reales.

– Ya en un hotel cuatro estrellas, uno se da cuenta de que con el equivalente a $50 puede alquilar una suite y con $20 cambiados en el mercado negro puede tener un almuerzo para dos, con platos de calidad gourmet y con dos copas de vino importado. «Se puede ser rico durante un mes con 1.000 dólares», presumió una fuente extranjera.

– En la televisión local no hay un noticiero que nos ayude a entender lo que ocurre, o que reporte las protestas que vimos en la calle, las enormes filas, los accidentes. Sólo hay simples repeticiones de declaraciones de funcionarios, casi siempre del gobierno, o de discursos del expresidente Hugo Chávez.

– Casi todos los canales de televisión abierta son dominados por el gobierno y repiten incansablemente propagandas con consignas que nadie parece creer.

– Si el huésped baja y cruza la calle para ir a algún automercado, tiene que identificarse con el pasaporte y colocar las huellas digitales hasta para comprar una barra de chocolate.

– En las tiendas no hay jabón, máquinas de afeitar, champú, azúcar, café, ni enlatados nacionales, leche, carne ni cereales. Pero es posible comprar whisky, vinos y otros licores caros importados, «delicateses» traídas de Europa y toda clase refrescos azucarados.

– «No hay nada y se consigue todo» , resumía un trabajador por cuenta propia: casi todo lo que no hay a precio regulado, se consigue mucho más caro en el mercado negro.

– Un kilo de queso amarillo cuesta lo mismo que el salario semanal de la cajera del supermercado.

– El salario mínimo de una semana alcanza para comprar 2,6 kilos de cebolla.

– Un pasaje mínimo en autobús, ida y vuelta, vale lo mismo que 6 tanques de gasolina.

– Un desayuno muy básico en una panadería vale más de la mitad del salario mínimo de un día.

– Las monedas ya no tienen ningún valor en sí mismas, no sirven para pagar nada -excepto gasolina- y no existe el vuelto en metálico.

– El billete de más alta denominación (Bs 100) ya no alcanza para pagar casi nada en el mercado ordinario, a menos que se trate de la compra de bienes regulados, esos que aparecen de vez en cuando, con las penurias de largas colas en colas.

– Un par de zapatos deportivos vale como mínimo lo mismo que cuatro meses de sueldo de un profesor  universitario.

– Todas las tiendas cierran entre 5:00 y 6.00 de la tarde, aunque en los centros comerciales es posible encontrar algunas abiertas hasta las 9:00 pm.

– En una de las principales capitales latinoamericanas no hay niños en los parques, ni vida nocturna. Las calles son oscuras y desoladas. No hay donde cenar afuera después de las 9:00 de la noche, hora en que comienza la movida en cualquier ciudad normal de ese tamaño.

– El que era el principal periódico del país, cabe por debajo de la puerta de la habitación del hotel.

– El wifi inclusive en el hotel, es uno de los más lentos de América, y casi que funciona con manivela.

– Algunos portales reportan que el país tiene la tercera tasa mundial de asesinatos por cada 100 mil habitantes, con un homicidio, o feminicidio cada 24 minutos.

– Los empleados del hotel le advierten a uno que no es bueno salir, mucho menos solo y a pie, so riesgo de engrosar esa estadística.

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