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Maradona: ¿Se puede separar al dios del demonio?

En Nápoles, le han quitado el nombre de un santo al estadio, para dárselo a un pecador recién muerto. Para Carlos Domingues, sí se puede dividir a dos Maradonas porque así lo hemos decidido nosotros

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Maradona
Imagen de portada: Yiseld Yemiñany

Quiero comprender el que mucha gente me sentencie porque siento un dolor tremendo por la muerte de Diego Maradona. Por él, me enamoré del fútbol. Por él, hoy vivo del fútbol.

No sabía nada de su vida personal. Yo era un niño de siete años y todo eso era para mí algo que no me importaba: yo solo recuerdo aquel gol que regateó a un montón de ingleses y que cada vez que el canal 8 transmitía un partido del Napoli, era religión aquel domingo sentarse frente al TV para verlo hacer maravillas.

El respeto y la admiración de colegas, compañeros y rivales, es realmente conmovedor. Todos los estadios del mundo dedicaron un silencio en recuerdo de su memoria. Todas las caras de quienes cumplían ese minuto denotaban reverencia por quien había fallecido. Los más grandes de este deporte y de otros, se han rendido a sus pies. Los diarios del mundo, deportivos o no, lo tienen a él en su portada hoy jueves 26 de noviembre. La admiración por él sobrepasa cualquier límite político, territorial, racial o de nacionalidad. El fútbol tiene un dios y es él.

Admiro a aquellos que no tienen algún dios. A los ateos, que cada vez son más y viven sin alguna divinidad y a los que están convencidos de que no hay nada ni nadie por encima de ellos mismos. En el fútbol, eso es difícil porque siempre hay una referencia humana que sobrepasa los límites de la misma humanidad. Y eso era Maradona. No hay un deportista en el mundo que haya generado el impacto que logró el argentino. No lo hay. Si no lo cree, pase por las redes sociales ahora mismo y dese cuenta.

Están aquellos que lo aborrecen porque fue pedante, un adicto a las drogas, un amigo de la izquierda mundial, un títere de la mafia y de los que se escudan en la igualdad para sumir en corrupción a sus pueblos. Y sí, eso también fue, porque como humano, claudicó ante las tentaciones y quiso ser bandera del anti sistema de una forma bastante mercenaria.

En Venezuela, es muy particular el odio que se tiene al Diego satanás. Todos reconocen sus logros deportivos, pero le supera lo que hizo fuera de los campos. En un país polarizado políticamente, hasta algunos periodistas no asumen la objetiva distinción de lo que logró como futbolista con lo que fue su vida personal y su opinión política. “No es ejemplo de nada”, alega la mayoría y yo discuto el hecho porque para mí los dioses no son ejemplo de nada. Solo son dignos de admiración e idolatría, no de ser tomados como imagen para nada.

Quiero establecer una comparación: el mundo nos vendió que la templanza de Winston Churchill permitió que se lograra derrotar a Alemania y sus demonios en la Segunda Guerra Mundial. Nunca se rindió ante la superioridad militar de Adolf Hitler y se le eleva al olimpo porque su terquedad permitió que un país entero resistiera. Fue un estratega como pocos en la historia, cosa que no puede borrar su adicción al licor (era un borracho empedernido) o que haya dejado que los alemanes masacraran al pueblo de Coventry sabiendo que el ataque iba a ocurrir, sencillamente porque prefirió que en el Reich no se enteraran que ya les había descifrado el código secreto Enigma. Es un héroe, pero manchado de sangre.

Por eso, no crea que es un error formarse deidades humanas. Son humanos y por naturaleza se van a equivocar. Sepa que hay gente que no tenía nada en la vida, solo la alegría que podía darle Diego Maradona con la pelota en los pies y eso permaneció en el recuerdo y el corazón de muchísimas personas no solo en Argentina, sino en el mundo. Los hizo felices en medio de la necesidad. ¿Otra cosa puede lograrlo?

Es malo odiar. Así me enseñaron en la casa. Y mire que me daba mucha tristeza ver a Diego bailar con el pantalón abajo mostrando el culo, balbucear palabras en una entrevista, caminar ayudado como una persona inválida en el Gimnasia–Patronato, verlo con la bandera nacional en pleno mitin político apoyando a un régimen en momentos tan delicados para muchos venezolanos que adversan al chavismo, verlo con una gorra en la que nuestro hermoso tricolor era opacado por las siglas 4F, apología de una fecha en la que muchos civiles perdieron la vida injustamente por una ambición política. Mucha tristeza.

Ese Dios claudicó.

“Fui un jugador que le dio alegría a la gente y con eso me basta y me sobra”. Eso fue Diego para la mayoría de los que saben quién fue él.

A los que le llaman tramposo y que manchó la pelota por aquel gol marcado con la mano, recuerdo lo que dijo Bobby Robson, seleccionador inglés, luego de aquella derrota ante Argentina con dos goles del astro: “Sí, el primer gol no debió valer porque fue con la mano, pero el segundo que nos hizo debió valer por dos”. Lo expió su rival.

¿La conclusión? Sí se puede dividir a dos Maradonas porque así lo hemos decidido nosotros. Él era uno. El número uno.

En el fútbol, las cosas son diferentes.

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