Venezuela

Zonas del sureste de Caracas continúan sin luz desde el jueves

Algunas urbanizaciones del sureste no han recibido energía eléctrica desde el jueves 7 de marzo a las 5 pm. Es el caso de Las Esmeraldas, en Baruta. Otras, como Chuao, Santa Inés, Los Naranjos, Cerro Verde, San Luis y Caurimare recibieron luz pocas horas entre 8 pm del domingo y 1 am del lunes y no más   A las 5 de la tarde del jueves, Venezuela entera se puso en off. De las 23 provincias del país, 22 quedaron sin energía eléctrica debido a una falla en la principal represa energética del país, El Guri, ubicada en el estado Bolívar, al sur del territorio.

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Fotos: Daniel Hernández / @danielimagengrafica

En Caracas, la capital, las primeras luces se encendieron apenas al mediodía del viernes, en áreas del oeste de la ciudad como El Paraíso y Montalbán. Paulatinamente, el servicio se repuso en otras zonas del este. La alegría duró poco. A las 4 de la tarde, un nuevo apagón sorprendió a los caraqueños. En muchos barrios y urbanizaciones, la energía regresó casi a la medianoche… y se fue de nuevo al mediodía del sábado.

Sin embargo, en algunas zonas de Caracas jamás regresó el servicio eléctrico. En el área de casas de Las Esmeraldas, en el municipio Baruta, no han tenido luz desde el mismo jueves. «En la noche del domingo, cerca de las 8 pm, regresó la luz a los edificios, pero después de la explosión de la subestación eléctrica de La Ciudadela no ha regresado», dice Alejandro Cremades, vecino de la zona.

Así fue en otras urbanizaciones también del sureste, que habían soportado 75 horas sin luz. Cerca de las 8 pm del domingo regresó el servicio pero sólo por 5 horas. A la 1.15 am se apagó todo de nuevo. Diez horas después sigue sin regresar. Se trata de urbanizaciones como Chuao, Caurimare, San Luis, Los Naranjos y otras zonas de El Cafetal, La Trinidad y La Boyera,  «Hemos intentado abrir la nevera y el congelador lo menos posible, pero ya dejaron de enfriar. Cocinamos la mayoría de los alimentos crudos que teníamos, pues al estar cocidos duran un poco más, pero igual los vamos a perder. Logramos llevar algunas cosas a casa de mi hermana, que tiene luz desde esta mañana (sábado) pero no tiene capacidad para guardarnos todos. Con lo costosos que están los alimentos, es para nosotros un golpe muy fuerte. Nos sentimos como en la época de las cavernas», describe Gloria Caldera, quien vive en un edificio de la avenida principal de Caurimare. 

En una calle aledaña, la periodista María Mercedes Nouel cuenta que extrajeron agua del tanque principal de su casa para hervirla y poder beber. Hicieron un arqueo de su nevera y sacaron todos los alimentos susceptibles de deteriorarse para cocinarlos. Para poder mantenerse comunicados, recargan los teléfonos móviles en los vehículos, pero la señal es intermitente.

apagones - luz

Solidarios, algunos vecinos que cuentan con plantas eléctricas a gas, han permitido que otras viviendas conecten sus neveras para no perder los alimentos. Sin embargo, la familia Nouel no ha podido aprovechar esa generosidad pues está muy lejos de su casa y no tienen extensiones tan largas, de más de 100 metros. De cualquier manera, si la energía eléctrica no se repone pronto, la planta también dejará de funcionar.

«Estamos cocinando lo menos posible, y en las noches prendemos velas pero atraen muchísimo a los zancudos, así que nos bañamos prácticamente en  pesticida para poder dormir algo», narra.

En la cercana urbanización San Luis, los propietarios de una fábrica de tequeños (abreboca venezolano que consiste en un rollo pequeño de harina que envuelve una pieza de queso), están muy preocupados  por su producción ya hecha y congelada y por los insumos que necesitan refrigeración.

A pesar que cuentan con refrigeradores y congeladores de moderna tecnología, que mantienen bajas temperaturas aunque no cuenten con conexión eléctrica, sólo se pueden mantener en buen estado los tequeños ya listos, la mantequilla y el queso por 50 horas sin recibir energía eléctrica.  Al término de ese período, perderán millones de bolívares en mercancía.

La situación desesperante ha provocado especulaciones en el mercado. Durante el domingo, muchos comercios sólo aceptaban pagos en dólares en efectivo, y en la calle, vendedores ofrecían pequeñas latas de atún, de 90 gramos, en 4 dólares cada una. Lo más buscado por los caraqueños eran botellones de agua potable, bolsas de hielo y alimentos en lata. La peregrinación era desoladora para muchos.

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