Venezuela

Migrantes venezolanos comienzan a ver a Bolivia como un destino final

Muy pocos venezolanos migraban a Bolivia, que solo era vista como un paso para llegar a Chile. Ahora cambió la percepción y ya viven casi 20.000 venezolanos en ese país

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EFE |Gina Baldivieso y Yolanda Salazar / EFE

Los estrictos controles para el ingreso de migrantes venezolanos a Chile o Perú han generado que esa población vea en Bolivia un destino y ya no solo un lugar de tránsito para llegar a otro país.

Es el caso de Luz Pérez, quien junto a su esposo de nacionalidad haitiana, decidió dejar Venezuela para ir a Chile al ver que lo que ganaban en cuatro empleos ya no les alcanzaba para subsistir.

Pérez contó a Efe que días antes de emprender el viaje se enteró de los estrictos controles en la frontera Pisiga-Colchane justamente con venezolanos y haitianos, por lo que sobre la marcha tuvieron que cambiar sus planes.

Luz Pérez y su esposo tenían cuatro empleos en Venezuela pero decidieron migrar porque no les alcanzaba lo que ganaban para vivir. Foto EFE/Juan Carlos Torrejón

«Decidimos quedarnos acá en Bolivia con la esperanza de que algún momento se abrieran las puertas hacia Chile», manifestó.

Así llegaron a la oriental ciudad de Santa Cruz, donde se afincaron hace cuatro años. Regularizaron su situación migratoria y ya no piensan en Chile.

Emprendimientos

Lilibeth Soto salió de su natal Ojeda junto a su esposo y sus tres hijos por una oportunidad laboral que se le presentó a él. Sin pensarlo llegaron a Santa Cruz, una de las ciudades con la mayor población venezolana del país, donde volvieron a empezar una nueva vida. Soto abrió un emprendimiento de platos típicos venezolanos.

«El pueblo boliviano a mí personalmente me enseñó a guerrearla, a salir adelante, a vender lo que sea, a trabajar en lo que fuera para ganarnos el pan de cada día», comentó Soto a Efe.

Cuando el venezolano Jesús Hernández llegó con su familia a Bolivia, no podía encontrar trabajo, pero decidió pintar los «rompemuelles» o reductores de velocidad a cambio del «cariño» de la gente que le da algunas monedas, según explicó a Efe.

Para ganarse la vida en Santa Cruz, el venezolano Jesús Hernández pinta la señalización vial a cambio de propinas. Foto EFE/Martín Alipaz

Poco a poco él y los suyos lograron una cierta «estabilidad» en La Paz con este oficio que les ha ayudado a subsistir por más de un año.

Se estima que Bolivia acoge a unos 18.940 venezolanos, entre migrantes y refugiados, según datos de la Plataforma Regional de Coordinación Interagencial para Refugiados y Migrantes de Venezuela.

Nuevo destino

La defensora del Pueblo interina de Bolivia, Nadia Cruz, explicó a Efe que tras la pandemia de la covid-19, el país empezó a considerarse como un destino para la población venezolana. Esto se debe a que hay normas que los ayuda a regularizar sus papeles y los de sus niños y les exonera del pago de multas.

Cruz sostuvo que Bolivia «no tiene la misma crisis» migratoria que otros países de Latinoamérica, pero que se han dado avances importantes para que la población venezolana se sienta acogida.

migrantes venezolanos
Casi 20.000 venezolanos viven en Bolivia. Muchos decidieron quedarse en ese país porque les facilita la legalización de sus papeles. Foto EFE/Martín Alipaz

No obstante, se ha identificado una «estigmatización» y xenofobia hacia los migrantes venezolanos en el país. Además los considera vulnerables a otras situaciones como la «movilidad humana» por pasos fronterizos irregulares, indicó.

También señaló que se identificaron redes de «trata y tráfico» de personas que operan en la frontera boliviana y hacen pasar grupos de venezolanos hacia Chile por lugares no autorizados.

Los que se van

Uno de los pasos bolivianos más usados para llegar al norte chileno es Pisiga, un pueblo fronterizo a más de 460 kilómetros de La Paz, con un paisaje semidesértico y climas tan extremos como un frío gélido por la noche y un sol abrasador durante el día.

Pisiga es uno de los riesgosos pasos que los venezolanos usan para llegar a Chile, con temperaturas extremas EFE/Martín Alipaz

Héctor Arango llegó caminando hasta Pisiga junto a un grupo de amigos y un niño de no más de 10 años. Todos son migrantes venezolanos que salieron hace dos meses desde Maracaibo.

El hombre de 32 años contó a Efe que antes pasó a pie y en mula por Colombia, Ecuador y Perú. Allí una de las muchachas que viaja con ellos dio a luz a una niña.

«Imagínese, hay que echarle ganas, solamente eso porque si uno se queda en Venezuela es peor. Se muere porque no hay medicinas, no hay comida, no hay trabajo, no hay dinero para nada», declaró.

Una zanja en el desierto

La meta para este grupo es Chile, a sabiendas de que no la tendrán fácil pues el paso por vía terrestre a ese país está permitido solamente a sus nacionales y a extranjeros con residencia legal.

En Pisiga la actividad es intensa en el día y se ve en sus calles a muchos venezolanos, las mujeres y niños descansando en las aceras y algunos hombres se reúnen en grupos cerca de la carretera para hablar con lugareños que les prometen hacerles llegar a Chile a cambio de dinero.

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Soldados chilenos realizan controles a migrantes en un puesto fronterizo en Pisiga. Foto EFE/Martín Alipaz

Todos evitan a los periodistas, y quienes se animan a hablar cuentan off the record, los vox populi que se oyen por allí, como lo de los «coyotes» que llevan de noche a los venezolanos del otro lado de la frontera evadiendo el control oficial y la profunda zanja cavada por Chile en el límite entre ambos países.

La gente se aventura a pasar ilegalmente pese a los riesgos. Los reportes indican que en el último año más de una veintena de personas fallecieron en ese intento por las inclemencias climáticas.

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