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Mineros 1-1 Zamora: Defraudar no está entre los planes de ambos

No defraudaron. El espectáculo estaba garantizado y la oferta fue mucho mayor a lo que se tenía presupuestado. Mineros y Zamora regalaron un partido extraordinario, con muchas emociones y un ritmo vertiginoso. Si bien el marcador final (1-1) le hace un guiño a los barineses, la referencia de la serie de semifinales de Mineros con Carabobo nos avisa que aquí todo puede ocurrir

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Fotografía: Prensa Zamora FC

Alí Cañas decidió sorprendernos a todos. Sacar a Danny Pérez de la titularidad fue la sorpresa mayúscula, pero la poca experiencia del extremo juvenil en estas lides hace pensar que decantarse por Christian Makoun como el hombre de la norma en el once inicial zamorano tenía toda la lógica. Un subcampeón mundial se ubicaría junto con José Soto en la mitad de la cancha para darle más experiencia al ataque.

Sin embargo, los volantes centrales fueron los que menos intervinieron en el partido. Tanto los de Zamora como los de Mineros. Lo vertiginoso del ritmo obligó a que el choque tuviera su mapa de calor alrededor de ambas áreas del impecable césped del Cachamay, que aguantó horas de un aguacero templado sin afectar el terreno. En Mineros tampoco se notó la ausencia a última hora por lesión de Francisco Flores porque la zona de recuperadores poco intervino en el duelo.

Notable el trabajo de Zamora a lo largo de los noventa minutos. Pese a colocar Cañas a caras no habituales en el once (Hernández a la zaga para ganar en velocidad a los rápidos delanteros mineristas, De La Hoz al lateral derecho por el lesionado Castro, Gallardo como extremo), el equipo nunca varió su concepto primigenio y fue a aniquilar al rival en su casa, como ya lo había hecho con Estudiantes y luego Caracas.

Velocidad pura. Explosión de los espacios. Ganar la espalda de un Granados que no dejó de saltar al ataque durante todo el partido. Creencia en que la verticalidad es la fórmula inequívoca para liquidar al contrario. Gustavo Rojas con todas las libertades posibles para generar angustia a la defensa contraria. Así es Zamora y no le preocupó que enfrente tuviera un equipo que pasó la ronda anterior por su jerarquía.

Antonio Romero merece una mención especial. Un loco de esos que necesita este fútbol. Un tipo con un carácter endiablado que no sabe otra cosa que atacar. Es desbocado, sí, pero ¡cuán hermoso es ver un tipo que tenga entre ceja y ceja el arco rival! Su capacidad de desmarque, de buscar con sus movimientos que los compañeros encuentren espacios lo rubricó además con el golpe oportuno cuando llegó el momento de pegar. Gol a lo Zamora. Gol de explosividad, de velocidad. Es Romeo la figura de toda la Liguilla.

Mineros no hallaba la manera de quitarte la pelota a Zamora. Recordaba al Caracas grogui durante 180 minutos de semifinales. Sin embargo, el golpe del 0-1 los avispó y de inmediato empataron con una esprintada de Granados que supo capitalizar Argenis Gómez. Mineros sabe recuperarse. Sus hombres tienen suficientes charreteras encima para hacerlo.

Richard Blanco se sacó la marca agobiante. La fórmula que a Zamora le dio resultados con Aristeguieta (marca escalonada) casi le alcanza para anular al avión de Maiquetía. Pero pasa que aquí hay otra bestia que con su potencia hace muchísimo daño: Charlis Ortiz. Es difícil explicar cómo un equipo tan vertical como Zamora pudo maniatarlos a ambos. Ahí tiene todo el mérito el funcionamiento colectivo de los federales.

Todo quedó para la vuelta pero Zamora hizo lo que quería. Marcó afuera y obligó a Mineros a buscar el partido en Barinas, la mejor carnada posible para machacarlo en su cancha. Juan Domingo Tolisano no tendrá bajas para la vuelta, a la espera de las noticias de «Minino» Flores. El antecedente inmediato de Valencia debe poner en auto a Zamora: Mineros puede aprovechar la precisión de los suyos.

La vuelta puede ser más apasionante. Lo cierto, es que estos dos nunca defraudan.

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