Venezuela

Motín en Tocuyito: Guardias revenden la comida a los presos a precios elevados

Familiares aseguran que la comida que reciben desde el Ministerio o que les llevan los propios parientes, la revenden los custodios a los mismos presos. Exigen pago móvil o transferencias. Un pollo cuesta 5 millones y un paquete de arroz, 2 o 3 millones. Si no pagan, no comen. Las irregularidades han sido denunciadas a las autoridades del recinto, pero siguen ocurriendo

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Tocuyito
Foto de portada: Cortesía de @heberlizbeth / Edición de video: Alejandro Cremades

El motín en Tocuyito comenzó a las 6:30 de la tarde del 1° de enero de este 2021 cuando un grupo de reclusos del Centro de Formación del Hombre Nuevo “El Libertador” (como se llama formalmente esa cárcel) inició una protesta porque no reciben la alimentación mínima que requieren. Algunos llevaban tres días sin comer absolutamente nada, aseguraron familiares.

En un video que enviaron a sus parientes, y que fue visto por El Estímulo, uno de los detenidos denunció que no habían recibido ni agua. Además, agregó que la comida que les llevan una vez a la semana sus familiares, se las venden con total desfachatez.

 

“Un pollo lo venden en 5 millones. Algunos podrán pagarlo pero los que no… ¿qué hacen?”, expresó uno de los hombres del video con el rostro cubierto y desde el techo de una de las torres del recinto penitenciario ubicado en el estado Carabobo.

Cinco millones de bolívares equivale a cinco dólares, aproximadamente. En Venezuela, el salario mínimo mensual es de 1 dólar y es lo que suelen recibir cada vez las personas de escasos recursos, como es la mayoría de los familiares de los presos de ese lugar.

La esposa de un preso dijo que les permiten llevarles comida los martes, pero sólo para un día. No más.

“Es una situación complicada, terrible, saber que nuestros familiares están muriéndose de hambre allí adentro y los custodios revenden lo que llega al penal o lo que le llevamos a nuestros esposos, hijos o hermanos allí”.

Otro familiar narró que los presos decidieron alzarse ante la indiferencia de las autoridades del reclusorio.

“Han hablado con el director y ha hecho caso omiso a las peticiones de ellos y de nosotros, sus familiares. No les dan alimentos. Y cuando les dan algo es agua, es decir, asopado de lo que queda de donde han preparado comidas. Ya llevan tres días sin alimentos. De paso, a nosotros no nos permiten el acceso ni que les traigamos alimentos ni nada”.

Juicios distantes y sin medicamentos

Una de las parientes indicó que hay presos cuyas causas están en estados lejanos a Carabobo, como Táchira, Zulia o Bolívar. Carabobo está en el centro-norte del país y los estados donde están radicados sus juicios, en las fronteras occidentales o al sur. Esos reos experimentan peor situación porque no tienen quien les lleve provisiones, porque sus familias están lejos. Viven de lo que sus compañeros de prisión comparten con ellos.

“A ellos tampoco les permiten traslados hacia sus regiones. Esa es una de las peticiones que han hecho, traslados hacia las zonas de sus tribunales de origen. Pasan muchas penurias”, añadió.

“Aparte, los custodios les venden la comida que les manda el ministerio y que les corresponde. Esa sinvergüenzura la hemos denunciado antes las autoridades del penal y sigue ocurriendo. Por ejemplo, un paquete de arroz o de pasta puede costarles dos o tres millones de bolívares. Los familiares tenemos que hacerles pago móvil a los custodios para que los presos puedan comer el resto de los días en que no nos permiten traerles comida”, agregó la mujer, que llevaba más de 12 horas a las afueras de la cárcel, a la espera de noticias sobre lo sucedido.

A su parecer, esta acción de subir a los techos de tres torres, conocidas como Observación, Media y Mínima, es una forma de llamar la atención a las autoridades nacionales para que coloquen la lupa sobre el rosario de irregularidades que se presentan puertas adentro del lugar.

“Eso sin contar que varios reclusos han tenido covid-19 y han comentado a sus familiares que en la sala de Enfermería no hay medicamentos. Tampoco utilizan tapabocas, mucho menos alcohol ni gel para las manos. Ellos están a la buena de Dios”, destacó, explicando parte de las razones del motín de Tocuyito.

«Apareció» la comida

Luego de la intensa noche de protesta, que incluyó la acción de la Guardia Nacional, los familiares informaron que a media mañana del sábado 2 de enero, llegó un transporte con alimentos.

Ante la mirada de ellos, que permanecen en las afueras del sitio, bajaron los bultos. Suponen que de esa manera quedarán bien frente a las autoridades nacionales que se estiman visitarán esta cárcel en las próximas horas.

¿Nuevo modelo penitenciario?

Cuando el Centro de Formación del Hombre Nuevo “El Libertador” fue inaugurado, por la entonces ministra Iris Valera, se recalcaron las ventajas que tendría para aquellos que llevarían a cumplir sus condenas allí. Era el 23 de diciembre de 2016.

En ese momento indicaron que serviría para albergar a 1.170 detenidos, entre penados y procesados, y que permitiría “brindar a la población privada de libertad, espacios de reclusión dignos”.

La nueva estructura lucía como un mejor lugar, especialmente cuando se observaban las maltrechas edificaciones del cercano Centro Penitenciario de Carabobo, de más larga data, también ubicado en Tocuyito.

En el nuevo centro de reclusión, los internos debían vestir uniformes de color amarillo o azul, en el caso de los hombres, y rosado para las mujeres. Las autoridades mostraban la disciplina de orden cerrado con la que madrugaban, entonando el Himno Nacional y luego cantaban a la revolución chavista. Además, prometieron que de allí saldrían hombres y mujeres listos para la reinserción social. Con el paso de pocos años, la oferta parece haberse desvanecido en un mar de violaciones a los derechos humanos de quienes allí siguen presos.

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