Opinión

Muerto el CAR, ¡viva el CNAR!

Mantenerse durante casi treinta años en el poder no es algo que muchos puedan presumir. Estas líneas no tienen como objetivo repasar la obra de Rafael Esquivel al mando de la Federación Venezolana de Fútbol sino aplaudir su más reciente maniobra, una que viene a confirmar lo que muchos pensamos de él: es el político más brillante de este país.

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El lunes 03 de noviembre comenzó en el Centro Nacional de Alto Rendimiento (antiguamente Centro de Alto Rendimiento) una actividad dirigida a entrenadores de fútbol, lo que supuso, más allá de algunas visitas de equipos profesionales y de la Vinotinto sub-15, la puesta en marcha del proyecto emblemático de la gestión Esquivel. El dirigente ha venido prometiendo, desde el año 2001, la construcción de esta edificación y no ha sido sino hasta ahora, a finales de 2014, que realmente se ha podido aprovechar. En el video que presenta estas quejas usted podrá escuchar, con música bailable incluida, al señor Esquivel agradeciendo a importantes personajes de la política nacional por el apoyo recibido.

Le decía que a Esquivel hay que saludarlo y reconocer sus talentos. En momentos en que la economía del país no vive su mejor etapa, el presidente sabe a quien acercarse y a quien pedirle favores. No olvidemos que durante su gestión, el gobierno nacional ha construido estadios y organizado una Copa América, así como un Sudamericano Sub-20 que supuso la primera clasificación criolla a un mundial de fútbol. Sin el dinero público, ese que parece escasear para cosas tan básicas como medicinas y alimentos, nuestro país no hubiese podido albergar ninguno de esos eventos.

A mí, que poco me importa si el gobierno de turno es de izquierda, derecha, centro o marciano, me encantan estas celebraciones. Le confieso que cada vez que leo o escucho que alguien saca pecho por la culminación de una tarea recuerdo al fallecido artista argentino Atahualpa Yupanqui, quien, como bien lo recordaba Dante Panzeri, dijo aquello de que “el hombre que vale es aquel que hace lo que tiene que hacer y no dice nada”. No hace falta que me recuerden que atravesamos tiempos de inseguridades emocionales y de redes sociales, lo que significa que quienes viven de la mediocridad, por la mediocridad y en la mediocridad, nos quieren hacer creer que todo es histórico y todo es magnífico. Menos mal que uno no olvida aquello de que “no se debe confundir la verdad con la opinión de la mayoría”.

Por ello es que yo, que pienso mal y alguna vez acierto, presiento que no es casual el cambio de nombre del edificio de Los Robles. Es cierto que se trata de una sola letra, pero créame que en el caso de la FVF, ninguna modificación es lo insignificante que pareciera ser.

Entonces lo invito a usted, lector indignado como yo, a que copiemos al bueno de Marcelo Bielsa y gritemos todos, antes que le agreguen otra letra u otro socio, ¡que viva el CNAR, carajo!

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