Internacionales

Navidad en Tailandia: crónica de una fiesta cristiana en territorio budista

El espíritu más comercial de la Navidad invade cada mes de diciembre las calles de Bangkok, a pesar de que sus habitantes son en su mayoría budistas y toman de esta fiesta cristiana sus formas más coloridas, pero no su credo.

Publicidad
Texto de Leticia Pastor

En la céntrica avenida de Sukhumvit, de Bankok, un gigantesco árbol de Navidad llama la atención de algunos transeúntes, que se detienen a observar con asombro el destello que provocan las cientos de bombillas que alumbran la entrada de un conocido complejo comercial.

Todos los allí congregados sonríen y comentan la escena, señalando a uno y otro sitio sin saber muy bien donde merece más la pena posar la vista.

En un país con tanta afición por el teléfono móvil, nadie renuncia a tomar varias fotos del espectáculo lumínico con su aparato, ni a revisarlas minuciosamente antes de seguir su camino.

«Nos encanta venir juntos a hacernos fotos con las luces de Navidad y enviárselo a todos nuestros amigos; es un bonito recuerdo», afirma con timidez una pareja de tailandeses que ha contratado a un fotógrafo profesional para tomar las instantáneas.

Las caras de los niños que caminan de la mano de sus mayores son reveladoras: alegría y emoción desbordante cuando ven unas figuras infantiles a tamaño real que representan divertidos muñecos haciendo muecas y volteretas.

«We wish you a merry Christmas, we wish you a merry Chistmas and a happy New Year», es la melodía que entonan al unísono dos madres y sus cinco niños mientras posan sonrientes para una foto de familia.

Un grupo de colegialas adolescentes se suma a la fiesta vistiendo jerseys con motivos navideños, diademas que simulan ser cornamentas de reno y gorros de Papá Noel.

Nada de esto sería de extrañar en estas fechas, si no fuera porque más del 90 por ciento de la población en Tailandia es budista, y la Navidad una fiesta cristiana.

El país asiático cuenta con 1 millón de personas que se confiesan cristianas, de los cuales 300.000 son católicos, según la Oficina de Información Diplomática del Ministerio de Asuntos Exteriores y Cooperación de España.

Los budistas no veneran a dios alguno, sino que respetan a Buda («el que se despertó»), un hombre de carne y hueso que buscó alcanzar la perfección a lo largo de su vida en la tierra.

Esta filosofía profesa una alta tolerancia hacia el resto de religiones, lo que facilita que la mayoría de las fiestas católicas puedan ser disfrutadas no sólo por los cristianos, sino también por los budistas.

«La Navidad es una excusa para tener algo que celebrar con amigos y familia, al igual que los extranjeros celebran algunas fiestas budistas como el Loy Krathong o el Songkran (Año Nuevo)», defiende Thanika, una joven de 23 años.

Thanika habla del «sanuk», una palabra que en su lengua significa «algo así como la búsqueda de placer en todo aquello que se lleva a cabo», explica.

Otras fiestas de origen occidental, sin ser arraigadas tradiciones propias, como San Valentín o Halloween, también son muy celebradas por los tailandeses.

Los comerciantes de las grandes urbes aprovechan el elevado número de turistas que visitan Tailandia en estas fechas para explotar la Navidad como una potente herramienta de marketing.

Los grandes despliegues navideños en Bangkok se concentran en torno a los numerosos y mastodónticos centros comerciales de la ciudad, donde las grandes marcas de lujo orientan sus ventas al público extranjero.

Chomnapas C., encargada de una tienda de la marca Zara en el centro de la ciudad, asegura que el 60 por ciento de los clientes en Navidad son foráneos de origen asiático, aunque los locales también compran algunos artículos de regalo.

Sin embargo, sorprende ver como, a pesar de la elevada inversión que se presume del despliegue decorativo y la publicidad navideña, el interior de las tiendas de los grandes almacenes están prácticamente vacíos de clientela.

Con compras o sin ellas, la Navidad consigue por unos días que en las calles de Bangkok haya aún más ganas de compartir momentos de alegría en el que se conoce como «el país de la sonrisa».

Publicidad
Publicidad