De Interés

Negociación, pacto, tolerancia o reglas claras

Desde hace muchos años atrás en nuestro país, hablar de negociación o pacto político es sinónimo de traición e inmoralidad. El llamado pacto de Punto Fijo es sin duda, uno de los acuerdos políticos más satanizados en el mundo, y sin duda, con algo de razón por las consecuencias de desigualdad y exclusión que produjeron en su desarrollo.

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Al llegar Chávez a la escena política, ese profundo resentimiento por las promesas incumplidas por una casta política, se encarnó en un liderazgo que con mucha esperanza planteó superar esa frustración social, sin embargo, 17 años después, los errores cometidos por sus gobiernos, y el desastre del gobierno de Maduro han generado una bomba de tiempo que rememora y reactiva esas profundas heridas que originaron la revolución bolivariana.
Así como hace décadas, nuevamente, el riesgo de un pacto político, en los términos que el pueblo desprecia, está a la orden del día por parte de sectores del gobierno y la oposición, y su traición consiste como antes, en hacer todo de espaldas al pueblo, en el marco de una aparente polarización que ya hoy no es real ni tiene sentido.
La Mud y el Psuv son en esencia lo mismo, pintados de colores distintos, arrebatados de odio: unos por preservar el control de la renta petrolera y los otros por volver a controlar de manera directa lo que un día perdieron.
Es importante destacar que «negociar» o «pactar» per se no es una acción ni buena ni mala, y en política es la esencia de su dinámica, el problema en la Venezuela de hoy, en las democracias del mundo y en el socialismo alternativo y emergente, es que se haga de espaldas a la gente y por debajo de la mesa.
Todo acuerdo político o es trasparente o no tendrá viabilidad, toda negociación debe ser pública o estará destinada al fracaso, y cuando digo pública y transparente no hablo de un show televisivo.
En este sentido creo que existe verdadera dificultad de lograr avance en un diálogo, negociación o acuerdo político real, ya que no exige volunta de hacerlo ni transparente ni públicamente, y de hecho, existe una serie de acuerdos que por debajo de la mesa entre sectores de un lado y otro están destinados al fracaso, y lo están más aún porque no reconocen que Venezuela es mucho más plural que dos.
Es por ello que estoy convencido que más que pedir acuerdos, pactos o diálogos que no se van a dar, hoy el mejor ejercicio para empezar a buscar soluciones viables a la terrible crisis del país es hacer práctica real y sincera de tolerancia política y respeto a la diversidad, además de restablecer un conjunto de reglas claras y el Estado de Derecho, para que las mayorías decidan de manera participativa y protagónica. En pocas palabras: respetar la Constitución.
¿Serán capaces los actores polarizados de reconocer que la única manera de superar el caos que hoy vivimos es con el pueblo activo y en la calle, y con la inclusión de todos los sectores disidentes que exigen su derecho a existir legalmente, para asegurar la representatividad y capacidad de organización para la participación directa en los procesos decisionales de una Venezuela en emergencia?]]>

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