Venezuela

Nelson Martínez, el hombre detrás de PDVSA que se quedó en el olvido

El nombre de Nelson Pablo Martínez deberá esperar en el limbo de los proscritos hasta que se abran los juicios al chavismo. Entonces saldrá del silencio al que ha sido relegado y sonará con insistencia. No, por cierto, como comparsa

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Texto: Milagros Socorro | Fotografía: FOTO: JOE KLAMAR | AFP.

Nelson Martínez tuvo una figuración estelar en el formidable desfalco perpetrado por Hugo Chávez y Nicolás Maduro y en la destrucción de las instituciones. No solo de PDVSA, a cuyo desmantelamiento y quiebre contribuyó de manera entusiasta, sino de todo el andamiaje democrático, al que también hizo crujir al integrar el grupo de técnicos que, en complicidad con la cúpula bolivariana, degradó a la estatal petrolera a un rol partidista y a destinar sus recursos (los que no “invertían” en sus alianzas continentales) al financiamiento de campañas electorales, manipulaciones proselitistas y movilizaciones de calle.
No solo entonces será rescatado del mutismo el nombre de Nelson Martínez. También saltará de boca en boca cuando se juzguen los otros crímenes del chavismo, los perpetrados contra los presos políticos. Porque Nelson Martínez participó de la sombra del socialismo del siglo XX en todas sus formas, como cómplice de la devastación y como víctima.
De momento, ni una cosa ni otra han sido esclarecidas en tribunales, y el nombre de Nelson Martínez, si es que se lo mienta, es como sinónimo de condenado por Maduro y Cilia Flores.
El miércoles 16 de enero, la fiscal destituida Luisa Ortega Díaz apareció en las redes sociales vestida de invierno, más rubia todavía y con sonrisa triunfal. No solo no la habían dejado presa en la Corte Penal Internacional (CPI), en La Haya, cuando se acercó por allí a consignar las denuncias del magistrado Christian Zerpa y del asesinato del concejal de PJ Fernando Albán, sino que la atendieron en una “importante reunión”.
Los jueces de La Haya se enterarán de que, como dijo tras huir a los Estados Unidos, el magistrado express del TSJ, Christian Zerpa, si regresa a Venezuela es “hombre muerto, como murió Nelson Martínez o como están dirigentes de oposición”. Apenas habían transcurrido unas semanas de la muerte del “cuartobate del sector energético”, como lo aludió Maduro cuando lo nombró presidente de PDVSA, y ya el otrora titán de la revolución chavista era emblema del infortunio, epítome del caído en desgracia.
Nelson Martínez era licenciado en Química, con maestría en Fisicoquímica, de la Universidad de Poitiers, Francia, y en Administración de Tecnología, en el Instituto Tecnológico de Massachusetts. Tenía un doctorado en Química de una universidad inglesa, estudios de Gerencia, en Michigan, Harvard y California. Al nombrarlo en el más alto cargo de Petróleos de Venezuela, en 2017, Maduro recordó que Martínez, quien ya había sido presidente de Citgo (de 2013 a 2017) y ministro de Petróleo, contaba “con más de 30 años de experiencia en el área de petróleo y energía” y que, a pesar de ser un hombre joven, formaba parte “de una generación de revolucionarios que se forjó dentro de la industria petrolera”.
Se refería a que Martínez había iniciado su carrera en el Instituto Tecnológico Venezolano del Petróleo (Intevep), de donde pasó a jefe de la sección de Catálisis y director de Desarrollo y Procesos de Refinación. Tras ocupar altos cargos en Planificación Estratégica, en los años 90, se desempeñaba como director adjunto de Refinación y Petroquímica cuando tuvo lugar el paro petrolero, al que muchos de los rebeldes pensaron que Martínez sumaría. Se equivocaban, claro está.
Chávez y Alí Rodríguez Araque despidieron casi 20 mil trabajadores de PDVSA, con lo que le abrieron un boquete a la empresa por donde se le ha ido yendo la vida hasta quedar reducida al cascarón vacío que es hoy. “En el cataclismo que sucedió al criminal despido masivo de los trabajadores de la industria” escribió Vladimiro Mujica, en TalCual.
“Nelson Martínez quedó del lado de la Pdvsa ‘doja, dojita’, como quedaría eternizada en el sarcasmo popular gracias a la horrenda pronunciación de Rafael Ramírez, otro de los defenestrados del chavismo original en la misma operación político policial que culminó con la encarcelación de Martínez y Eulogio del Pino, mientras Ramírez escapaba a un exilio dorado convertido en crítico de Maduro”.

El 26 de noviembre de 2017, Nelson Martínez fue destituido. Podemos imaginar su miedo y su desesperación al leer el mensaje que escribió ese mismo día, en Twitter: “Presidente Nicolás Maduro agradezco su confianza y su respaldo en estos meses que me asignó la responsabilidad de asumir las riendas de @Pdvsa ¡Cuente siempre con mi compromiso revolucionario!”.
Insensible a la súplica, cuatro días después, la mañana del 30 de noviembre de 2017, Maduro lo mandó a detener. Lo acusaban de estar en conocimiento de una operación de refinanciamiento de deuda en Citgo, que no contaba con el aval de su jefe, lo cual fue catalogado por la Fiscalía como un delito.
Prueba de que se había desatado una purga en el seno de la revolución humanista es que es hubo casi veinte detenciones de trabajadores de PDVSA y que a Nelson Martínez se lo llevaron preso “cinco funcionarios con armas largas, en pijama, humillado y lo transmitieron por VTV”, como escribió el tuitero @DarioCandanga.
Un año después, el 12 de diciembre de 2018, sin haber recobrado la libertad, sin haber comparecido ante un jurado, sin saber de qué se le acusaba y sin haber recibido atención médica, cuando su estado ya era calamitoso, Martínez murió en el Hospital Militar de Caracas, donde lo habían llevado diez días antes.
Nelson Martínez escribió Juan Carlos Zapata, en el portal Al Navío, fue un hombre importante en la estructura corrupta de PDVSA y en la estructura de la geopolítica petrolera de Hugo Chávez, cuando este andaba por América Latina financiando obras. Allí estaba Martínez, había sido, pues, uno de los héroes de Chávez en la toma de PDVSA y en la conversión en una empresa chavista. Para los intereses chavistas.
Esas andanzas de reparto de dinero fueron explicadas con detalle, también en el portal Al Navío, por Orlando Zamora, quien explicó que, después del conflicto de 2002, cuando Chávez y Rodríguez Araque despidieron miles de empleados inconformes con el desastre que ya avizoraban, Martínez se convierte “en una ficha de primer orden, después de Rafael Ramírez, en la retoma patriótica de la corporación, lidera la pronta reanudación y normalización de la refinación y transporte de la limitada producción de hidrocarburos en 2003. Luego, en 2004, es nombrado presidente de PDVSA-GAS”.
A partir de 2005, siempre según la exposición de Orlando Zamora, Martínez inaugura una fulgurante trayectoria internacional. Cada vez que Chávez escogía un país para regalarle el dinero de Venezuela, lo mandaba de adelantado. Por ejemplo, estaba en Londres, como Director General de PDVSA en el Reino Unido, cuando Chávez le ofreció al alcalde Ken Livingtone combustible barato para los londinenses más pobres. Llegó a Quito, como Director Gerente de PDVSA, en los tiempos en que Chávez se comprometió a regalar los casi 3.000 millones de dólares para terminar una refinería en Manabí, Ecuador. Para ayudar a este país, recuerda Zamora, se desincorporaron dos taladros del campo venezolano.
En agosto de 2007, fue nombrado Director Ejecutivo de PDVSA América S.A., creada en 2006 para realizar proyectos petroleros, eléctricos, fortalecer economías locales y obras sociales en Bolivia, Ecuador, Argentina, Brasil, Uruguay, Paraguay, Cuba y Nicaragua. Martínez tenía la responsabilidad de coordinar la edificación in situ de las refinerías de Uruguay y Ecuador, así como las plantas eléctricas de Bolivia y Uruguay. Fueron centenares de millones de dólares que Chávez desparramó por esos países. Y en estas operaciones siempre contó con Nelson Martínez.
Pero nada de esto se aireó, con pruebas y abogados, porque el preso no tuvo ni siquiera una audiencia preliminar. A Nelson Martínez no le permitieron un proceso justo. Estaba secuestrado. Se trataba, resumió Vlamidiro Mujica, “de un obvio ajuste de cuentas al interior del chavismo, donde se pretendía eliminar a piezas claves del entorno del Comandante Galáctico, como Giordani, Navarro, Ramírez, del Pino y Martínez para fortalecer los cuadros cercanos a Cabello y a Maduro”. Es evidente que no querían que hablara y el chavismo se ha hecho el loco ante esta evidente injusticia.
Como también ha fingido ignorar que el depuesto presidente de PDVSA murió sin recibir una atención médica que quizás habría retrasado su muerte y, sin duda, aliviar sus sufrimientos.
Nelson tenía condiciones de salud delicadas, ya que había sufrido de varias situaciones graves, incluido un accidente cerebro vascular de tipo embólico en 2015, dijeron sus familiares, en un dramático comunicado en el que desmentían a Diosdado Cabello, quien afirmó que la muerte había sido causada por “enfermedades crónicas de larga data”.
Denunciaron que las autoridades le enviaban mensajes anunciándole que pronto lo mandarían a su casa, para luego incumplir estas promesas, “lo cual se convertía en una tortura psicológica para él y la familia”. Ya para octubre, según el comunicado, su deterioro era evidente. “No podía hablar ni caminar, temblaba y la debilidad era inmensa y generalizada”. Pero esperaron al 17 de noviembre para trasladarlo al Hospital Militar, donde llegó deshidratado, con anemia y con los riñones colapsados.
“El resultado fue una muerte injusta, traicionado por quienes se decían sus amigos y camaradas con miedo a pronunciarse y con la violación de todos sus derechos legales y humanos”.

Una muerte que fue tragada por la indiferencia y un olvido inmediato, hasta que el magistrado Zerpa la aludió como un elemento de mal agüero.
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