Venezuela

Ni crean riqueza, ni construyen sociedad

El reciente mensaje navideño del mandatario nacional Nicolás Maduro invoca la llegada del Niño Dios, expresando “sus sinceros deseos para que, en cada hombre y mujer de la Patria, renazca la esperanza de un futuro de paz y prosperidad para toda la familia. ¡Feliz Navidad”. Así también acompaña sus intenciones con el anuncio que el próximo 2019 será el año de la recuperación total.

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TEXTO: FROILÁN BARRIOS | FOTOGRAFÍA: EFE

No hay dudas que tan sugestivo discurso arrancaría en otras latitudes cohetes, flautas y serpentinas de alegría, ya que en nuestro tropical país venimos escuchándolo como infructuosa letanía desde 2013, año en que asumió el poder y dio inicio a la fase de mayor declive y destrucción de toda nuestra historia económica como nación, incluida la colonia hasta los presentes trágicos días del siglo XXI.

Por tanto es propicio preguntarse ¿Que le exigen los ciudadanos a los modelos económicos del mundo entero? Que estos promuevan políticas públicas generadoras de riquezas, crecimiento de la economía, mejoramiento en la calidad del trabajo digno, y suficiente poder adquisitivo para obtener una vida decente, en el contexto de un sistema de libertades democráticas reconocidas en las constituciones de cada país.

Desgraciadamente para los venezolanos esta no fue la carta de navegación de Nicolás y del prócer de Sabaneta, ambos y con mayor acento el sucesor se acogieron a una relación de vasallaje y de saqueo de nuestra economía en provecho de su madre patria ideológica, el castrismo cubano, en términos cercanos a las impuestas por la URSS luego de la 2° Guerra Mundial con las economías de los países del este europeo, tomados por el Ejército Rojo al derrotar al Nazismo. Particularmente a Alemania Oriental le fue desmantelado su parque industrial para trasladarlo a la madre patria soviética.

Acá la operación fue diferente, desarrollada mediante el saqueo y hurto de nuestra riqueza nacional conocido por todos, expresada en el regalo de cuotas de producción petrolera y en la pérdida de nuestra soberanía nacional con el control castrista de nuestras instituciones, la entrega de petróleo a futuro y la minería nacional a China y Rusia, a cambio de unos dólares más para correr la arruga de la crisis económica. Así también hay que destacar el ahogo despiadado del sector privado de la economía y la persecución inclemente contra los sindicalistas que luchan por las conquistas laborales.

Entre tanto ¿como le va a sus socios ideológicos?, los chinos empezaron por quemar en 1978 el Libro Rojo de Mao, abrazando furiosamente los postulados del capitalismo neoliberal, les permitió colocarse como la segunda economía del planeta, que le pisa los talones al para ellos odiado imperio norteamericano. De la china maoísta que asesinó a más de 100 millones de sus habitantes por sus demenciales planes colectivistas y de mantenimiento del poder, hoy a 40 años del giro económico, ha extraído de la pobreza a más de 400 millones de sus paisanos. Teniendo entre otras como deuda histórica para la humanidad, el establecimiento de la democracia para un pueblo que jamás la ha conocido.

Por otra parte, si nos referimos a la Bolivia de Evo Morales, ésta ha crecido en una década a promedio de un 4% anual, aplicando un modelo particular donde el Estado asume el desarrollo de la infraestructura y los servicios públicos, delegando libremente en el sector privado los procesos industriales y manufactureros. A decir del actual ministro de economía boliviano, “la economía boliviana sigue gozando de buena salud, pese al contexto adverso. El tirón de la demanda interna ha logrado reducir la pobreza y las desigualdades”.

Citando estos dos casos, ¿qué podemos decir de nuestro espécimen gobernante, ante los indicadores que para esta época del año se anuncian en todos los países del mundo entero?, que sus resultados quinquenales de 50% de caída del producto interno bruto, de producción de solo un 20% de la industria nacional, el cierre entre 40 y 55% del comercio nacional y la diáspora cercana a 5 millones de venezolanos con proyección a 6 millones para 2019, que es la gestión presidencial de peor resultado a nivel universal, indicando en resumen, que éste ni lava ni presta la batea, solo destruye riqueza y fractura la sociedad.

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