Opinión

Nicolás Maduro, ¿esperanza del pueblo de Venezuela?

Una y otra vez la oposición se ha estrellado contra el poder chavista, que tampoco ha logrado anular completamente al amplio sector que le adversa. Así que algunos exploran otra opción: no cambiar al gobierno, sino hacer que el gobierno cambie. Pedro Pablo Peñaloza explica aquí esta estrategia que está en desarrollo

Publicidad
Nicolás Maduro
Yuri CORTEZ / AFP

Muchas agendas se cruzan en la política nacional. En particular, hoy tomaré una, aclarando que lo hago con ánimo descriptivo, sin intención de emitir juicios de valor. Para animar el debate y resumir su contenido, llamo a esta propuesta: «Nicolás Maduro, esperanza del pueblo de Venezuela».

Sectores políticos y sociales de la oposición están absolutamente convencidos de que Maduro está dispuesto a promover una «apertura» que atenuaría el carácter autoritario del régimen. Partiendo de esa premisa, aupaban la participación en las parlamentarias del 6 de diciembre, destacando que esta Asamblea Nacional renovaría los poderes.

El Parlamento siempre ha tenido entre sus funciones la renovación de los poderes. Allí no había novedad. La diferencia estaba en otro punto clave: en esta nueva etapa, el chavismo tendría la voluntad política para negociar una composición más equilibrada en las instituciones.

Pese a que la oposición no compitió en las elecciones y, por ende, no tiene representación en la AN, el chavismo adelantó rápidamente la designación de las autoridades del Consejo Nacional Electoral y entregó dos puestos en la directiva a sus adversarios. Un «gesto» que da oxígeno a la tesis de la «apertura».

Al escuchar que la comisión para la reforma judicial es dirigida por Diosdado Cabello y Cilia Flores, cualquiera se lleva las manos a la cabeza. Este sector, en cambio, evita la condena y mantiene las expectativas. ¿Por qué? Porque la reforma puede modificar la cúpula del Tribunal Supremo de Justicia.

La sala plena del TSJ tiene 32 magistrados. Hoy solo 2 se identifican con la oposición. Pongamos que esa cifra sube a 10, tras la reforma. Cierto que no es suficiente para alterar el equilibrio del TSJ, pero podría ser interpretado como un avance.

Esos magistrados de la oposición compartirían con sus colegas chavistas, se conocerían y reconocerían, abrirían un espacio de diálogo y entendimiento en la máxima instancia del Poder Judicial. Aumentarán el debate, los votos salvados y las voces críticas en un terreno rojo.

La participación en las regionales también se enmarca en ese esfuerzo. Más que para «barrer» del mapa a uno u otro, el resultado del proceso abonaría a la tesis del «cogobierno». El gobernador de un partido trabajaría con el alcalde del otro partido para atender al pueblo. Esa colaboración crearía espacios para el acercamiento y la construcción de confianza. Sin «protectores» ni sabotajes, el Consejo Federal de Gobierno podría cumplir su función de coordinación, donde prive el respeto por las atribuciones y competencias de todos los involucrados.

Desde siempre -y con más fuerza en los últimos años-, se ha luchado por «cambiar al gobierno». Sin embargo, ante la imposibilidad de alcanzar ese objetivo, se intentaría que «el gobierno cambie» para paulatinamente allanar el camino hacia una transición realmente inclusiva.

Obviamente, nadie espera que Nicolás Maduro ceda por obra de una epifanía o iluminación. Por el contrario, sería consecuencia del aislamiento internacional, la destrucción económica y de un país que se le va de las manos, como queda en evidencia en Apure, Cota 905 y Arco Minero.

Ahora, impulsar este tesis obliga a cambios en el discurso, la estrategia y el liderazgo. Lo primero, enfilar las baterías contra el verdadero enemigo: los radicales «de lado y lado». Disminuir los ataques y optar por el entendimiento. Nada de acortar mandato. Horizonte 2024.

Sacudir a la vocería. ¿Pueden llegar a acuerdos y generar confianza en sus rivales aquellos que buscaron echar a Maduro de Miraflores? La propuesta pasa por la refundación de la oposición, proceso que tomaría fuerza con las elecciones regionales del 21 de noviembre. Nuevos líderes con otra actitud.

«Queremos construir soluciones, queremos reencontrarnos», dijo el expresidente de Fedecámaras, Ricardo Cusanno, quien esta semana viaja con miembros del Foro Cívico a Washington, en el esfuerzo por generar un nuevo escenario internacional.

De esta forma, sostienen que se facilitaría la irrupción y consolidación de un sector moderado dentro del régimen, que entendería la necesidad de superar el autoritarismo y caminar -a su ritmo- hacia un sistema de libertades, donde cabrían todos sin temor a persecución.

La fiera actuaba con rabia cuando se veía bajo asedio. Si se le habla y no se le amenaza, ¿puede que entienda? La palabra la tiene el líder del chavismo y/o aquellos que están a su alrededor. ¿López Contreras, Adolfo Suárez? «Nicolás Maduro, esperanza del pueblo de Venezuela». ¿Será?

Publicidad
Publicidad