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Nigerianos eligen presidente en medio del terror de Boko Haram

Unos 68,8 millones de nigerianos, sobre una población total de 173 millones, están inscritos en las listas electorales para la elección presidencial, así como las legislativas y senatoriales organizadas simultáneamente.

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Fotografía de AP

Nigeria, el país más poblado de África, elegirá el sábado 28 de marzo a un nuevo presidente en unas elecciones que habían sido aplazadas seis semanas, en las que los militares infligieron derrotas a los yihadistas de Boko Haram.

Catorce candidatos se presentan, entre ellos la primera mujer que aspira a la jefatura de Estado. Pero sólo dos tienen posibilidades: el saliente presidente Goodluck Jonathan y el ex general Muhammadu Buhari, que encabezó una junta militar en los años 1980.

La elección se anuncia disputada: Jonathan, muy criticado estos meses por su incapacidad para hacer frente a las violencia de Boko Haram, se enfrenta a un popular opositor, en particular en el norte musulmán, donde operan los insurgentes.

El jefe de la comisión electoral, Attahiru Jega, ha reiterado hasta la saciedad que se ha hecho «todo lo humanamente posible» para garantizar una elección creíble.

La postergación de la presidencial, inicialmente prevista el 14 de febrero, ha afectado a la primera economía y mayor productor de petróleo de África, que padece la caída de las cotizaciones del crudo.

El viernes 27 de marzo, la agencia Standard and Poor’s volvió a degradar la nota de Nigeria, colocándola en la categoría de deuda especulativa, por tres razones: petróleo, inestabilidad política y Boko Haram.

Inquietudes por la seguridad

La seguridad en torno a los comicios es la mayor inquietud: precisamente la inseguridad fue la razón esgrimida para postergar las elecciones.

Pero desde entonces, los militares nigerianos, apoyados por los ejércitos de los países vecinos, especialmente de Chad, han logrado numerosos éxitos hasta tal punto que el gobierno anuncia el próximo fin de Boko Haram, tras seis años de conflicto que han dejado al menos 13.000 muertos.

Varios observadores critican este optimismo, pues consideran que los insurgentes, aliados ahora al grupo Estado Islámico (EI), van a recuperar sus estrategias de guerrilla.,

También se temen las violencias de carácter político, frecuentes en las elecciones nigerianas. La presidencial de 2011, por ejemplo, le costó la vida a un millón de nigerianos. Unos 60 muertos se han producido ya en los pasados meses de diciembre y enero.

La ONU ya ha advertido que pedirá «responsabilidades a quien opte por cuestionar los resultados electorales recurriendo a la violencia».

Unos 68,8 millones de nigerianos, sobre una población total de 173 millones, están inscritos en las listas electorales para la elección presidencial, así como las legislativas y senatoriales organizadas simultáneamente.

Otras elecciones seguirán el 11 de abril para designar gobernadores de Estados y parlamentos locales.

Los preparativos de la comisión electoral se han llevado a cabo bajo fuerte presión.

El Partido democrático popular (PDP), en el poder, criticó el escaso número de documentos de electores distribuidos, y el recurso a una nueva técnica biométrica para la votación.

Por su lado, el Congreso progresista (APC) de Muhammadu Buhari acusa al gobierno de maniobrar para retornar al tradicional voto en papel, que facilitaría el «llenado» de las urnas.

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