Opinión

No se llegue temprano al Erotik Fest

Soy una persona sexualmente inactiva, si se excluye la autosatisfacción, y no me excita el porno. Como diría Libertad, la enana de Mafalda: “¿ya sacó su conclusión estúpida?”.

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Me acerqué al Erotik Fest 2014 que se desarrolla hasta este domingo 16 en el Macaracuay Plaza con expectativas bajas, más o menos las mismas que me genera la nueva generación del stand up comedy venezolano: jamás me ha hecho reír un chiste de José Rafael Guzmán, por citar uno.

Mi primera recomendación: no se llegue temprano. La gente que entra de primero es la que parece más urgida de sexo. Nuestro aspecto es desagradable. Llevamos morral porque no tenemos carro, y nos lo revisan. El ticket dice que el Erotik Fest arranca a las 4:00 pm, pero dan puerta a las 5:30 pm, por lo menos en día de semana. A esa hora, lo más emocionante que verá es una señora de la Cruz Roja enseñando cómo se ponen los condones masculino y femenino con la ayuda del stripper papeado con capa de Supermán de turno.

Si yo fuera Jesucristo, sacaría a unos cuantos mercaderes del templo. ¿Qué hace ahí un stand de alquiler de trajes de etiqueta para ceremonias de primera comunión? ¿Y el stand de cigarrillos sin olor, ceniza ni alquitrán? Yo sé que ya pasó de moda tirarle piedras a Herbalife, pero yo los sacaría a patadas del Erotik Fest. El sexo se ha vuelto una rutina de Richard Linares (trabaja dos pisos más abajo). La fundación Ayúdame Vecino (sic) y la de amigos de niños con Sida, lo siento, pero van pa’ fora. Lo que hacen es cortar la nota.

¿Lo mejor que viví? La catira del body tape del stand de Ladycaracas.com (Grace o Greis Caspe, @gccp24). Se podría decir que justificó la entrada (595 bolívares por persona). Para mí, lo que más me erotiza de una mujer es su rostro. Sin la expresión de profundo hastío de Grace, quizás no me hubiera llamado tanto la atención su maciza desnudez ni la pelusa oxigenada alrededor de su ombligo. Sé que es sumamente de mal gusto ponerse en ese plan en un Erotik Fest, pero me instalé como un adolescente a mirarla fijamente mientras le pegaban los teipes de color dorado y negro, disimulando muy mal que estaba preservando su recuerdo en fotos y videos. Es el tipo de chama al que uno le diría: “Me acordaré de ti esta noche”. Sin embargo, cuando se calzó unas botas negras hasta por encima de las rodillas, sentí que se me desinfló algo de manera irreparable. La iconografía erótica demasiado obvia me desactiva. Prefiero encontrar mis estímulos en lo extraordinario de lo cotidiano: la muchacha desnuda en zapatos de goma que se aburre de ser manoseada a miradas.

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Ni siquiera voy a buscarla en Twitter. Saber más es el antídoto de la imaginación.

Búsquese a otro para que le cuente qué sucede en la zona VIP para mayores de 21 años. Hay que pagar 500 bolívares extras por shows privados. A las 7:15 pm anunciaban la obra teatral “Despechos y una toalla”. ¿Valía la pena haberle pedido a El Estímulo que me reembolsara los gastos?

Hay una caja de vidrio en la que supuestamente uno puede meter mano con guantes de caucho a la modelo o el modelo que esté adentro. Eso no está activo a las 6:00 de la tarde.

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Me acerqué a los stands de tiendas eróticas. Por primera vez tuve en mis manos encendido un vibrador de balita (Bs 995). Jamás competiré en igualdad de condiciones. En Tu Tienda Sexy, venden el multiorgásmico que se disuelve en la bebida (Bs 210) y el dilatador anal (Bs 230). También un spray retardador masculino (Bs 2.250). No me pinta nada bien lo que dice en la cajita: Male Genital Desensitizer Spray.

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A mí me sucede algo que llamo el “efecto bartender”: cuando acudía hace ya unos cuantos años a locales de strippers en Margarita, con frecuencia me llamaba más la atención la bartender que las bailarinas. Quizás se trata de simple instinto de preservación para no desperdiciar energía inútil, pero en el Erotik Fest, me cautivó mucho más la chinita menuda y anónima que sirve el coctel Mámamela (ron, fresa y hielo) en el stand del bar Mojito’s, y a la que luego me encontré comprando ingredientes para los batidos en el Excelsior Gama de la planta baja, antes que cualquiera de las grandes estrellas eróticas que anuncian en los pendones. Sé que eso no se le dice a una dama, pero la tal Deliza Rodríguez no me atrae ni a balazos. Ni que se presente esta noche en ropa íntima ante mi yermo lecho de soltero y me pida que juguemos aquello del coronel mostaza que mató a la señorita escarlata con una llave inglesa en el cuarto de huéspedes.

Me fui como a las 8 de la noche, cuando todo se estaba empezando a calentar. Una visitante se había animado a que el stripper de turno le abriera las piernas como una muñeca de trapo, y empezaba a haber ambiente de feria de pueblo. Con frecuencia, prefiero ver más las caras que ponen las mujeres cuando ven a un stripper hombre, antes que a una stripper mujer. Me dio tiempo de agarrar el Metrobús y había una cadena de Maduro.

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