Venezuela

Pizarro: “No podemos embriagarnos con una victoria que no ha sucedido”

Una universitaria que vive en Guarenas se fue hasta Macaracuay a una asamblea de vecinos solo para verlo. Confesó que lo admira, sin ahondar en los motivos; que le costaba hablar en su presencia –eso resultaba evidente–, y que su mamá la dejó hacerse su primer tatuaje porque lo puso a él como ejemplo: “Él tiene muchos tatuajes y está ahí en la Asamblea”, argumentó la joven, mientras el diputado se lucía con algún discurso en el Hemiciclo que por suerte se transmitió en el canal de la Asamblea Nacional.

Publicidad
Texto por: Álex Vásquez S.

Sí, el diputado tiene muchos tatuajes, que no exhibe casi. Suele llevar suéteres de manga larga (muchas veces de la Vinotinto, pues es fanático del fútbol), jeans delgados y zapatos deportivos. También utiliza lentes de pasta y una barba poblada, ambos convertidos en símbolos que se pueden observar en las franelas de sus seguidores. Apenas tiene 27 años de edad y cuando habla, cuesta discernir si está repitiendo un discurso memorizado, o simplemente es un orador nato con un decente recorrido político. Quizá se trate de ambas cosas y por eso, el gobernador de Miranda, Henrique Capriles, le confió la responsabilidad de ser el candidato de la oposición en el circuito consentido de Primero Justicia: Sucre. Es Miguel Pizarro.

-La gente estalló en aplausos cuando les pidió imaginar el momento en que le ordenarán a Diosdado Cabello bajarse de la silla de la presidencia de la Asamblea Nacional. ¿Es eso posible?

-Uno hace el ejercicio porque entre las dificultades que vivimos cuesta pensar que las cosas puedan cambiar. Tenemos que interpretar lo que significa ser mayoría: no es perseguirlos a ellos, no es hacer lo que criticamos. El 6D, cuando la gente vote por la unidad, lo hará por una forma de hacer política que busca un punto de encuentro y reconoce al otro. Este ejemplo es concreto: aquí habrá un cambio de directiva, pero la nueva directiva no viene a insultar ni ofender, sino a promover soluciones.

-¿Cómo combate una campaña millonaria que busca confundir a los electores de Sucre? ¿Alguien cree que William Ojeda es de oposición?

-Estoy convencido de que todo el mundo tiene claro quién es Ojeda: Ojeda representa lo peor de la política, la traición, la mentira, el uso de los problemas de los demás para sus beneficios. Ojeda me permite tener un contraste claro de lo que yo nunca quiero ser en la vida.

-¿Es un contrincante fácil?

-Eso de contrincantes fáciles o difíciles se lo dejo a los que decían que la gente estaba fuera de ranking. Las contiendas electorales uno tiene que asumirlas con responsabilidad. Este es un circuito que se asume como fácil, pero lo he trabajado como si no fuese así. Yo me paro todos los días a las 5:00 am a trabajar. Termino aquí (8:56 pm), y tengo reunión con el comando de esta zona. Ojeda no podrá confundir a la gente como quiere y las vallas no votan. En una elección como esta la gente está clara de que el dinero de todos los venezolanos está en ese despliegue de propaganda. Es plata que no fue a la escuela, a la alimentación o a la seguridad. Nuestros adversarios están desconectados, no pueden meterse a un edificio a tocar puertas y explicar el porqué de lo que estamos viviendo para ofrecer soluciones, porque parten de algo mortal: niegan la realidad.

-¿De verdad lo confunden con el profesor Briceño y le piden chistes?

(Risas) Con Briceño hubo una época en que me confundían, pero la campaña ha ayudado. Usamos las confusiones para aclarar sobre la tarjeta.

-¿Se convirtió el Socialismo del siglo XXI en un chiste o en una tragedia?

-Lo más trágico es que le hayan puesto el nombre de socialismo a este parapeto que tienen como gobierno, esto es un capitalismo de Estado mortal y así se lo digo a los ortodoxos de la izquierda en la Asamblea: ¿qué empresa estatizada está en manos de los obreros?, ¿qué modo de producción expropiado está en manos de los campesinos? ¡Ninguno!, cambiaron el nombre del patrono por el Estado, el capital privado por el estatal, y cambiaron la plusvalía por privilegios y beneficios para el cogollo.

-¿Por qué la campaña con Briceño?

-A un gobierno que no tiene capacidad de penetrar con su mensaje, que ha perdido conexión hasta con sus bases populares, le quedan solo pequeños subterfugios de manipulación. Esa estrategia que tienen con MIN Unidad no puede subestimarse, le han metido mucha plata. Hacemos ese ejercicio, pero la gente está clara.

-Están claros aquí en la urbanización, ¿lo están en los barrios?

-En el barrio la gente está más clara, porque de la salida del barrio a la urbanización Ojeda es de MIN Unidad, pero en el barrio es del PSUV.

-Entonces se enfrenta a dos Ojedas…

-(Risas) ¡Bueno, como en la vida real! El problema de él es que salta tantas talanqueras que la próxima que le queda es precipicio.

-La oposición se atribuye una ventaja de hasta 30 puntos, pero en una parlamentaria eso no necesariamente ocurre en todos los circuitos. ¿Hay triunfalismo?

-Ni podemos contar los pollitos antes de nacer ni podemos caer en ufanarnos de las ventajas que existen. Sabiendo que tenemos la intención del voto de nuestro lado, no podemos creer que eso es un cheque en blanco: es una enorme responsabilidad. Si no lo organizamos, no sirve de nada. El descontento debe conseguir en la organización vecinal expresiones que le permitan defenderse el día de la elección. Además, no podemos embriagar a la gente con una victoria que todavía no ha sucedido. Hemos ganado en lo político. Yo creo que no hay victoria electoral sin victoria política. Creo que ganamos en lo político porque estamos del lado del sentimiento y la necesidad de la gente. Debemos convertir la victoria política en electoral: no basta con decir que tienes la mayoría, hay que ponerle camino y advertir que no vamos a una elección fácil.

-¿Mayoría simple o calificada?

-Yo no tengo bolita de cristal, no juego Kino, no compro triple ni apuesto en el fútbol. Tenemos todo de este lado para ganar y eso se concreta si revisamos testigos y movilizadores.

-Henry Ramos Allup admite que probablemente vendrá un diálogo, pero no ‘nariceado por el gobierno’. ¿Es necesario luego del 6D?

-Cuando el año pasado lo popular era negar que existimos y que podemos pensar distinto, nosotros decíamos que teníamos que reconocernos. El 6D se abre la compuerta a un compás de la política distinto. La mayoría parlamentaria se puede interpretar de dos formas: yendo al conflicto de poderes y buscar cómo destruir lo que hay, o nos obligamos a escucharnos, a hablar y resolver. El diálogo, como muy bien dice Henry, alguien a quien respeto mucho a pesar de vengamos de tendencias políticas distintas, debe ser sobre la discusión de los temas profundos: ¿qué hacemos con el dólar?, ¿qué hacemos con la gasolina?, ¿qué hacemos con la educación que está vuelta leña? Ser nueva mayoría nos obliga a entender que el énfasis está en las soluciones y no en las diferencias.

-Desde Primero Justicia se proponen algunos cambios radicales de ganar la Asamblea. Pero es uno solo de varios poderes, ¿no hay riesgo de decepcionar a la gente si no se cumple? El gobierno blinda al TSJ y el Ejecutivo puede frenar las decisiones de la AN.

-Sobre el Ejecutivo la Constitución señala que si se devuelve una ley en dos oportunidades, la tercera lo aprueba la directiva. Espero que impere el racionamiento lógico y el Ejecutivo entienda que perder la mayoría parlamentaria implica que no puede seguir actuando como está actuando y debe hacer autocrítica. Si no es así, la nueva mayoría tendrá que empujar los cambios que hacen falta. Es politiquero decir que el 5 de enero no va a haber colas, es politiquero decir que a la gente no la van a matar por el teléfono en la calle. El cambio no será inmediato, no se construye de la noche a la mañana, pero sabemos cómo se tiene que hacer. El Parlamento puede hacer mucho, tiene que ver hasta con el proceso de descentralización que impide que haya calles iluminadas o con la contraloría de recursos que nunca llegan a algunos sitios. El Parlamento será un espacio de distensión en un país que ha pasado mucho tiempo en conflicto. Las ofertas electorales no pueden ser engañosas.

-Hay a quienes no les preocupa que la oposición gane, sino qué va a pasar con esa oposición después de ganar. ¿Viene un revocatorio o se trabajará desde la Asamblea y se esperará a las elecciones regionales?

-No podemos embriagarnos antes de empezar la fiesta. Tenemos que ganar el 6D y con la confianza de la gente tomar las decisiones responsables que este país necesita. El problema de los modelos se irá abordando a medida que avancemos en la consecución de espacios y en el control del poder. En este país hay que cambiar el poder, el poder grande, el de Miraflores. Sin haber ganado la Asamblea no podemos hablar sobre cómo agarrar el Ejecutivo. Eso es la oposición tradicional, que le habla a su ombligo y no a las mayorías. Hoy tenemos opción de triunfo porque le hablamos a la mayoría.

-¿Qué significa Henrique Capriles para usted?

-En Capriles tengo un gran ejemplo. Asumí ser el responsable en las dos campañas presidenciales de su activismo y movilización. También en la de la Gobernación de Miranda. Hay dos cosas que le valoro muchísimo. La primera, que devolvió a la política de donde nunca debió salir, a la calle, al contacto directo y al casa por casa, al político humilde que dice la verdad aunque no sea popular y por eso a veces le dan los leñazos que le dan. Lo segundo, que Capriles es un ejemplo de la política coherente, esa que dice y hace de la misma forma, la que camina, saluda y convence sin disfrazarse. Mantiene siempre una línea y una visión a pesar de que sea o no popular. Nuestro rol no es sólo que nos besen y aplaudan, a veces nos toca regañar y encauzar.

Publicidad
Publicidad