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Novak Djokovic y los reproches de un campeón

Cuando un atleta está en su apogeo, solo sabemos de él dos veces: cuando se titula y cuando cae. Normalmente, el último punto hace más ruido pues es el que nos señala una verdad ineludible que de a ratos se disipa: somos humanos. Subir y bajar es parte de nuestra naturaleza, pero en el caso de Novak Djokovic, es algo que va más allá de ceder en un encuentro. Luego de un lustro compitiendo al más alto nivel, el serbio confesó perder algo de tranquilidad en la pista, como parte de una segunda mitad poco exitosa sin títulos de Gran Slam y una despedida prematura en Río.

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Perder luces en el camino no es agradable, pero no es una señal de que para él esta situación pase a ser una costumbre. Esto refleja la alta exigencia física y anímica de la disciplina, lo que enaltece la labor de sus predecesores.

Novak Djokovic, un número uno terrenal. Un justiciero moldeado por Roger Federer y Rafael Nadal.

Sería injusto pensar que el mandamás de la ATP no está preparado para esto, pero es obligatorio detenerse y ver cómo se estructura una temporada un par de semanas antes de que inicie el año y revisar cómo se manejó posteriormente el calendario para entender las dificultades que atraviesa un tenista.

Aunque el trabajo psicológico es tan importante como el desarrollo físico, lo que sucede en la cancha no siempre se queda en la cancha, así como también figuran agentes externos que pueden afectar el desenvolvimiento de la raqueta.

La derrota en Wimbledon comenzó siendo un tropiezo, pero la de los Juegos Olímpicos lo llevó al suelo. Fue un rato el tiempo que estuvo ahí, y en el US Open demostró que apenas se está levantando.

Decir que no disfruta el juego tanto como antes no es más que la molestia de quien ganó todo a una velocidad espeluznante, y que cuya potencia lo hizo rodar.

Djokovic se está sacudiendo la tierra de encima para volver al máximo nivel pues, como buen campeón, le teme al fracaso.

Su crítica fue personal. Un reproche hecho público. Fue su reflejo sincerándose, y a la vez alentándolo.

Si sus rivales piensan que de ahora en adelante enfrentarán a la versión más frágil de Nole, deben tener cuidado. El serbio llegará con más hambre que nunca.

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